•IV•

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- ¿No es algo pronto para otra cita?

Ragnor Fell hablo al pie de la cama de Magnus observándolo dormir después de se regreso de una fiesta de subterráneos la noche anterior. A la que él no asistió y rogaba que las hadas hayan cuidado bien de Magnus.

- No lo se -. Explicó con pereza levantándose de la cama con un aspecto cansino -. Alec solo llamo para preguntarme si podía hoy. Por eso hice la fiesta ayer.

Magnus se coloco una bata azul sobre su cuerpo cubriéndose del poco viento que hacia. Ragnor lo siguió con la mirada intentando por todos los medios no reírse por el cabello de Magnus.

- Solo paso una semana -. Replicó su amigo, avanzando hasta ponerse a su altura -. Preparé el desayuno. Vamos

Aquello no era una pregunta así que Magnus sin chistar camino con Ragnor hacia la mesa colocada en cerca del ventanal y desayunaron juntos.

(...)

- No... No puedo. No puedo dejarlo pasar; Robert Lightwood debería saber con se clase de personas se mete su querido hijo.

Explico Henry Branwell sentado en la cómoda silla de cuero negro con la postura imponente y la mirada rígida, el escritorio de madera fina de extendía gloriosa ante a él y con ello sentada cara a cara su hija, mirándolo entre confundida y atónita.

- No lo entiendo -. Susurro Lydia. Levantándose del asiento y empezando a caminar a pasos lentos en la oficina de su padre con el rostro ansioso. Henry la miro aburrido y molesto, se acerco ella al gran ventanal que ocupaba casi toda la pared lateral.

- Oh, vamos Lydia... Para que veas que no te escondo nada te lo diré mas detallado -. Dijo en tono sarcástico mirando con sorna a su hija pero cambiando su semblante a un cariño fingido cuando estuvo a su lado y dijo de forma despectiva:-. Hablo sobre Alexander Lightwood y ese brujo.

- ¿Brujo? -. Chillo Lydia -. Padre si es de Magnus de quien estas hablando, es solo un humano normal. Aunque si muy extravagante pero un humano.

Henry rió.

- Brujo, mi niña -. Confirmó Henry aun mirando a su hija con detenimiento. Cada vez que Henry observaba a Lydia sus ojos le recordaban a su amada y difunta esposa, Amanda Branwell y un sentimiento de enojo invadía su ser al verla a ella en Lydia. La causante de su muerte.

Lydia, si Henry se daba la molestia de verla a ella en vez de su esposa, era una copia exacta de él, mas femenina y estilizada pero los ojos celestes. Los hermosa ojos celestes de su esposa.

Dando un largo suspiro se alejo de Lydia aún con la ira embargada. Tomo su saco y salió a pasos largos por la puerta pidiendo en el transcurso un auto que lo lleve con urgencia a Idris, llamadas también oficinas Lightwood dejando a Lydia sola con una sentimiento de confusión creciente en su pecho junto con el temor embargante por Alec.

(...)

Robert observaba con detenimiento a su hijo mayor sentado a una sillas alejado de el, con papeles respectivos a la empresa desperdigados a su alrededor, de vez en cuando lo veía alargar la mano para alcanzar otros, dar un media sonrisa y seguir con el trabajo; veía a Alec con el ceño arrugado levemente en concentración pero los hombros relajados. Sin tensión. Robert se preguntaba el porque de aquello, de que su hijo lucia mas tranquilo y feliz, lo oía reír y hacer reír a sus hermanos y su madre que aveces el mismo se les unía.

Hacia cosquillas a Max cuando este estaba algo mal, se acercaba a Jace con más frecuencia de forma natural a veces a bromear como no lo hacia desde hacia ya siete años; buscaba cada ocasión para hablar con parte de su sangre pero descartándolo al segundo de que lo escuchaba reír.

Settle Down |Malec-AU|حيث تعيش القصص. اكتشف الآن