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La muchacha meneaba su pequeña cintura mientras extendía los brazos y los movía de una manera hechizante, incluso ridícula. Ella podía percibir la musica y crean movimientos de baile, y eso le fascinaba, ver como ella movía sus caderas al ritmo de la música; su mente estaba luchando, él quería atraerla hacia si mismo y volver a tomar del dulce néctar de sus labios porque la necesitaba, quería tener a esa muchacha por siempre y abrazarla hasta que se quede sin aliento, la otra parte de su mente le gritaba que eso era imposible, él no quería volver a prisión, no quería volver a tener que soportar todos esos abusos; debía mantener la cordura, algo que le era imposible porque justo delante de él estaba ella bailando animadamente, como una niña pequeña.

A la mierda la cordura.

La atrajo hacia él con brusquedad, posando a la muchacha en sus piernas, ella no dijo nada, ni siquiera sabía si estaba respirando, pues estaba tan inmóvil como una estatua, dejo un beso en una de sus mejillas que estaba tan roja como una manzana que caía de un árbol. El sonido de los parlantes hizo que Diane se aferrara a él. Se sintió como en el paraíso, como si él hubiera nacido para estar junto a ella. Él hizo lo mismo, la abrazo fuerte y apoyó su mentón en el hombro de la muchacha, esta río un poco y se quedó en silenció rápidamente, pues nadie necesitaba decir nada para que eso fuera especial, ninguno era capaz de articular palabras.

Arrugo el entrecejo cuando visualizó al muchacho que tocaba la batería en aquella banda de hip-hop, se le hacia tan familiar, creía haberlo visto antes, su cabello rojo brillante se le hacia conocido, y aquellos tatuajes en sus brazos. Busco entre sus recuerdos más profundos que tenía en su mente, intentando poder saber el nombre de aquel tipo.

¡Bingo!

Aquel muchacho era el mismo con el que Diane se había besado la otra noche. Josh, y él no sabia exactamente que pasaba entre esos dos.

box ♡ calum hoodWhere stories live. Discover now