Capitulo 5.- Primera cita (1) (EDITADO)

906 63 39
                                    

Lo ha estado pensando mucho....
Cada día
Cada noche
Cuando está en su trabajo. En todos lados.
No puede dormir, pesando en su reacción. Espera algo positivo.

Cuando sus pieles se rozan, ansían por tocarse más. Pero por ahora no. Es menor de edad y es inocente. Ama la forma en la que se sonroja cuando le dice lo lindo que es y cuando besa su mejilla.

Ama tomarlo de la mano cuando salen a la calle a comprar todo lo que el pequeño quiere. Sus labios regordetes lo llaman por besarlos. Piensa que no ha dado su primer es beso. Y es cierto. Ama y le fascina cuando usa una de sus camisas, lo hacen ver tierno ya que le llegan a los muslos.
Ansia tocar y apretar ese redondo trasero que tiene, ansia tocar más de su piel. Tenerlo solo para él y para nadie más. Ama cuando ríe y sonríe. Su risa es una de las más hermosas melodías que jamás ha escuchado. Ama esos hermosos ojos color miel, cada vez que conectan sus miradas su corazón de detiene y empieza a sudar. Ama cuando en las noches de lluvia y truenos llega a su habitación al borde de las lagrimas diciéndole que si puede dormir con el, le hacía un espacio en su enorme cama y deja que el pequeño se acurruque en sus brazos apoyando su cabecita en su pecho, lo tranquiliza susurrándole cosas bonitas al oído para después quedar dormido. Ama por qué el menor cuando llega de trabajar lo abraza enrollando sus piernas en su cintura. Su posición favorita.

Y todo eso era de él y de nadie más.

Volviendo al presente; Germán se encontraba afuera de la escuela esperando a su pequeño. Si, había inscrito al menor a una escuela. Era una escuela cara y era privada. Era una de las mejores y los maestros eran estrictos. No cualquiera entraba ahí. Solo los niños y niñas con gente adinerada entran.
Cuando Germán le mencionó eso al pequeño, este se puso pálido y empezó a sudar. No quería volver a la escuela de nuevo, no quería volver a ser víctima de abusos e insultos. Simplemente no.
Pero después después de varias súplicas por parte del mayor terminó cediendo con algo de miedo.

Obviamente, ordenó a dos de sus hombres que fueran con él. Pidiendo estrictamente que no lo dejaran solo por nada del mundo.
Ese pequeño rayito de sol era su mundo entero. Y simplemente moriría si algo le llegase a pasar.

Entonces lo vio; tan lindo y hermoso como siempre, vestía con unos skinny jeans negros y una camisa que le pertenecía a Germán. Su cabello estaba un poco desordenado.
El menor apenas y vio a Germán, corrió hasta el enrollando sus piernas en su cintura y escondiendo su cabeza en su cuello.

"Hola bebé" dijo Germán. No pudo evitar sonrojarse furiosamente ante ese apodo. Él mayor había empezado a llamarle así hace unos días, y Álvaro sentía pequeñas mariposas revoloteando en su pancita. Eso le encantaba a los dos.

"Hola..." Hablo con inocencia. Bajó al menor al suelo recibiendo a cambio un tierno puchero por no sentir el calor que le emanaba Germán.

"¿Cómo te fue pequeño?" Preguntó Germán una vez que ya estaba dentro de la limosina.

"¡Muy bien!" Chilló de alegría.

"¿Ah sí?..." alzo una ceja con una sonrisa ladina .

"Sipi. Hice amigos y los maestros me trataron bien" Germán podía ver que en sus hermosos había cierto brillo. Estaba feliz, cosa que también lo hacía feliz a el.

"¿Amigos?" Pregunto Germán con un toque de celo en su voz.

"Oh si... almorcé  con ellos a la hora del receso, también jugamos al béisbol, y la pelota había caído a mi cabeza por no cacharla" hizo puchero. Germán sintió una necesidad enorme de besarlo. Quería marcar lo que es suyo. Quería marcarlo de una manera como sólo él podría hacerlo.... Pero no lo haría, tiene que ser lento e ir despacio.

My first love Where stories live. Discover now