Capitulo 27 .- Cuidar de un embarzado no es facil

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Germán ha estado más que posesivo y muy sobreprotector con el menor. No lo dejaba salir solo por ningún motivo, ya sea a la esquina o al jardín. Llegaba a la escuela con dos guardias con órdenes estrictas de no separarse de él y seguirlo a donde este vaya.

Cada noche antes de dormir, le hablaba a su bebé, ya según la doctora eso era muy bueno y sano. Así que cada que podía lo hacía.

Antojos y hormonas.

Dios mío, Germán sentía que su cabeza iría a explotar en cualquier momento. El chico se enojaba por algún motivo tonto y no le dirigía la palabra como por dos semanas, y después el menor corría a el y le sollozaba, pidiéndole perdón varías veces. Un día estaña feliz y cinco minutos después estaba triste y lloraba. Y así sucesivamente.

Otra cosa son los antojos. Tenía que levantarse a las tres o dos de la mañana para cumplir con el capricho de su novio e ir a una tienda de veinticuatro horas y comprar lo que el de ojos miel le pedía. Por qué si no exactamente compraba lo que este pedía, tenía grandes posibilidades de que se enojara o que de ponga a llorar diciendo que yo no lo quiere o que lo dejo de amar. Cuando eso pasaba, solo respiraba hondo y contaba hasta diez y después solo lo abrazaba y le susurraba en su oído cuánto lo ama y lo quiere.

Su aspecto físico.

Eso también era otro problema para el. Por qué el mejor siempre decía que se veía gordo y que estaba feo. Sus pies de hinchaban y en sus muslos aparecían las famosas y odiadas por toda mujer, o en este caso hombre, celulitis o arrugas en esa zona.

"No estás gordo, tienes a nuestro hijo allí dentro" Le había dicho una vez. El menor se miraba al espejo cada rato.

"¡Estoy gordo! Mira esto..." Lloriqueaba. Mostraba sus muslos y bufaba, casi a punto de llorar "Ya no tengo más aceite de coco. ¡Quiero más!" Sollozó. Germán contó hasta diez y se acercó a él y beso su cabeza. Ojos, frente y sus labios.

"Sigues siendo igual de hermoso que siempre, yo te amo y siempre lo haré" Sonrío.

"¡¡No es cierto!! Lo dices por qué lo tienes que decir..." Dijo con los ojos cristalizados.

"Claro que no amor. Eres y serás la personita más hermosa, linda y tierna que jamás haya visto. Te amo, a los dos" Beso sus labios castamente y junto su frente con la de él. Sonriendo.

"Pero aún si. Quiero el aceite de coco. Ahora" le ordenó frunciendo su ceño.

Y así tuvo que salir a la calle a comprar el maldito aceite de coco. A las tres de la mañana. Apuntó de explotarle la cabeza.

Sabía que lidiar con un embarazado sería difícil. Pero jamás le dijeron que lo era tanto.

"Solo seis meses más Germán. Solo seis meses" Se alentó a el mismo. Pero sentía que esos seis meses se estaba alargando.

Los amigos del menor iban a visitarlo cada que podían. Troye y Scott por fin ya estaba juntos. Y eso a Álvaro le ponía más que feliz, ellos de verdad que se veían enamorados y espera que sigan así por el resto de sus vidas.

Obviamente la familia de Germán se enteró. ¿Como? No lo sabe. Pero al menos se ahorró en tener que decirlo por si mismo. Todos habían viajado a Londres en cuanto se enteraron, trajeron un como mínimo veinte bolsas de regalos, tal ves más. Entre un poco <mucha> ropa, juguetes, chupetes de todos los colores, andaderas, carreolas e incluso una cuna.

También, habían estado yendo con la obstetra, cada mes era una sesión. Álvaro todavía podía recordar cómo el mayor había llorado cuando vio por primera vez al bebé.

Habían llegado por fin al lugar. Se bajaron del auto y se adentraron al establecimiento, ya habían hecho una reservación y después de decirle el nombre, ambos sentaron a esperar.

Cuando mencionaron su nombre, se pararon y con las manos entrelazadas, entraron al consultorio. Saludaron a la doctora y el menor hizo lo que ya sabía. Con ayuda de su novio, lo subió a la camilla y subió un poco su camisa, lo suficiente para dejar al aire su adorable pancita ya notable.

El bebé ya tenía tres meses, y Germán al ver en la pantalla una mancha negra, no pudo evitar que las lágrimas salieras de sus ojos y que se diera la vuelta secándolas y volviendo a voltearse para besar a su novio con todo el amar y la pasión del mundo.

"Me haces el hombre más feliz del mundo. No sabes cuánto te amo" Besó toda su cara

Y el corazón del menor estaba tan hinchado de amor. Que hasta duele. Pero era un dolor hermoso e increíble. Agradable.

"¿Cuando podemos saber el sexo del bebé?" Preguntó Germán, aún mimando a su novio embarazado.

"Al quinto mes" Dijo con una sonrisa. Ya acabando con la sesión. Al final, le entregaron una ecografía e inmediatamente la fueron a enmarcar.

La ecografía del primer mes, del segundo y la del tercer mes, se encontraban perfectamente enmarcadas. En orden y ambos las cuidaban mucho. Sus precisados tesoros.

Ambos habían decidido no hacer la habitación de la o el bebé hasta no saber el sexo exactamente. Había una habitación disponible a lado de la suya, era grande y espaciosa. Era perfecta.

Definitivamente ambos estaban más que felices. No podían describirlo, estaban hinchados de amor. Amándose cada vez más, si es que eso es posible. Podías notar ese hermoso brillo en los ojos de cada uno, como se miraban, sus actos y sonrisas coquetas.

Y Germán le tenía una sorpresa a Álvaro para su siguiente aniversario. Pero eso lo haría con la ayuda de su mejor amigo, Leo.

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