Donde Germán rompe con su ex después de que este le fuera infiel justo antes de que el de ojos cafés le pidiera matrimonio. Rehace su vida nuevamente, trabajando horas extras.
Una noche encuentra al amor de vida. En la calle en donde un pequeño de...
Cuando bajaron de la limosina, Germán bajo primero y después ayudo a su pequeño a bajar extendiéndole una mano, este la tomo tímidamente sonrojándose.
Ese restaurante era gigante y uno de los más caro, donde solamente las parejas bastantes adineradas van. Todo es muy elegante con toques de dorado y con toques de cristalería.
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(N/a: algo así es el restaurante👆🏻)
Del techo colgaban candelabros con velas en cada mesa. Los hombres con traje buen planchado, y las mujeres con vestidos elegantes costosos. Riéndose mientras comían y platicaban un poco. Los meseros vestidos de blanco iban y venían entregando los platillos.
"Buenas noches, bienvenidos a Le Meurice" hablo una mujer de unos 26 años, rubia, ojos azules brillantes y sonrisa encantadora. Se le quedo mirando a Germán haciéndola sonrojar. Oh no... este hombre es mío, pensó el pequeño. Se acercó más a Germán y entrelazó sus manos, acurrucándose en su pecho. Dandole entender a la chica que ya tenía dueño.
Bien, no ahora. Pero si pronto.
Germán ante el acto de su bebé sonrió y pasó sus brazos por su cintura atrayéndolo más a su cuerpo. "Buenas noches, tenemos una reservación"
" ¿nombre?" La rubia indignada se puso algo sería.
"Germán Garmendia" la chica asintió y busco algo en una libreta de reservaciones. "Oh claro que si. Aquí está. Acompáñenme"
Álvaro y Germán siguieron a la rubia, y a su paso el pequeño miro todo a su alrededor. Era muy hermoso el restaurante. Nunca nadie en su vida lo habían llegado a un lugar así. Tan Hermoso y caro.
Y se sentía nervioso, era una cita, su primera cita. No sabía que se hace una. Pero temía arruinar ese momento, temía que Germán le preguntara sobre su pasado y se ponga a llorar como un bebe. No, definitivamente no. Quería que fuera especial.
Los comensales se quedaron mirando a la pareja, algunos mirándolos con asco, algunos confundidos, otros con sonrisas. Eso lo intimido un poco, bajo su mirada con sus mejillas sonrosadas y se acercó más al mayor, si eso es posible.
"Bien..." Hablo la rubia de ojos azules parándose en una puerta. "aquí es..." Saco unas llaves y abrió la puerta.
Y por dios, el menor quizo llorar por todo esto, el lugar era hermoso. Se sentía amado y especial.
"Le debo una a Leo..." Pensó Germán mientras miraba el lugar. Poso su vista en el menor quién estaba con la boca abierta.
Río y se acercó a él agachándose a su altura y acariciar su suave mejilla.
"Hermoso, ¿no es así?..." Se acercó un poco más. Solo un poco.