Prólogo

1.8K 193 50
                                    

—Llevaban casi tres años, debería dolerte—, se burló Yuu viendo a su mejor amigo.

—Y tú en vez de reirte de mí, deberías de consolarme—, hizo un puchero el rubio.

—Eres un idiota. Si te viera triste, te consolaría.

—Cállate, Yuu-chan.

Ambos caminaban, Mika a la universidad y Yuu a su trabajo de medio tiempo en un restaurante.

—No, ah, llegaste. Nos vemos, Mikaela.

—¿Mikaela? Humm... Adiós, Yuu-chan. —se despidió extrañado de ser llamado por su nombre completo.

El rubio entró al instituto, y Yuu siguió su camino al lugar de su trabajo.

~

Los meses pasaron volando al punto de que faltaban pocos para que Mika se graduara, y Yuu estaba orgulloso de Mikaela. Había estado teniendo las mejores calificaciones, y pronto sería un abogado exitoso, estaba seguro.

~

En su caminata habitual, se encontraba tan sumido en sus pensamientos, que se pasó varias calles, y llegó a un basurero.

Y encontró una canasta.

Y un bebé en ella.

Y pensó en la gente tan cruel, dejando a un bebé en un lugar así, con apenas una delgada mantita cubriéndolo.

Yuu tomó al pequeño, y lo llevó consigo.

~

—No me queda otra opción.

—¿Entonces aceptas?

—S-sí.

Ese trabajo le repugnaba, pero no tenía otra alternativa.

Es ahí cuando se arrepentía de haber dejado la escuela a medias.

Como sea. Yuu decidió dejar al pequeño con su mejor amiga en las noches, para ir al lugar en donde trabajaría. Solo faltaba que aceptara. Por ello después se dirigiría a la casa de la pelipúrpura.

En las mañanas cuidaría de él y lo apapacharía.

Le recordaba a él mismo, no sabía por qué, y por ello decidió cuidar de él.

Fue a distintos lugares para ver si sabían algo del pequeño, pero no había información. Le dijeron que podía llevarlo a algún orfanato, pero no quiso. Ni siquiera se presentó en el trabajo en todo el día, porque tenía qué arreglar asuntos con el pequeño.

Pidió que se lo dejaran a cargo, y, como la secretaria había sido tan perezosa como para atender el caso de Yuu, dejó todo a su criterio, y decidió dejarle la custodia e incluso le dio un acta de nacimiento. De todos modos, el pequeño parecía tener apenas semanas de nacido.

Fue así como Yuu pasó a ser el tutor legal del bebé. Puso en su acta el nombre de Michirou Ichinose.

~

—Shinoa...

—¿Si?

—Necesito pedirte un favor, ¿podría ir a verte ahora?

—Claro.

El azabache salió del burdel, que había sido el último lugar al que fue esa mañana, con algunos trajes con poca tela, guardándolos lo mejor que pudiera en su chaqueta, con Michirou en la canasta que había encontrado esa mañana, y terminó en la casa de su amiga.

—¡Qué mono! ¡¿puedo cargarlo?!

Yuu rió, asintiendo con la cabeza. Adoraba que Shinoa hubiese querido ser maestra de guardería. Sabía que no se resistiría a aceptar.

Y cuando le preguntó, Shinoa asintió reiteradas veces, con una sonrisa de oreja a oreja.

~

—¿Vas a trabajar en eso? ¿Estás demente?

—No tengo otra alternativa. No me quejaba de mi vida, pero ahora el dinero es necesario.

—Por Dios, Yuu-chan. Llévalo a un maldito orfanato y ya.

—¡No! No dejaré que tenga falta de amor.

—Ni siqiera conoces al chiquillo.

—¡Cállate Mikaela! Ahora es mío.

El rubio frunció el ceño.

Si Yuu quería a ese bebé en su vida, él no podía hacer nada, aunque no le agradara la idea de que Yuu trabajara en esos lugares.








Corregí un poco esto (?)

Una familia para Michirou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora