La preocupación del señor Ryddle

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El día posterior a la primera prueba, Severus se encontraba hablando con Lily en su habitación (Rose se encontraba en la habitación de las niñas de su sala común)

- Entiéndelo querida, ese chico no termina de convencerme, no me gusta la amistad que sostiene con nuestra hija, ella pasa demasiado tiempo con él y antes solía pasar más tiempo junto a Ted y Regulus – Expresó Severus.

- ¡Déjala cariño! Así son los adolescentes, temperamentales – Decía su esposa – Tal vez ella no pasa tanto tiempo con sus amigos como antes porque ahora que ha llegado el chico Ryddle quiere conocerlo mejor, ella es muy amistosa cielo; No te niego que él parece un poco extraño, pero no es justo que él cargue con el estigma de su abuelo, además es un chico adorable, amable, respetuoso...

- Justo la descripción que me dio Albus sobre el viejo Tom Ryddle que ya conocimos, también era huérfano de madre y por lo tanto inspiraba ternura, admiración y sobretodo compasión.

- El señor Ryddle (me refiero al padre del muchacho que ahora estudia aquí) – Siguió Lily – Parece una buena persona, no digo que lo sea, pero al menos lo parece; ayer se mostró muy amigable y simpático durante la prueba, incluso William y Anastasia Granger me dijeron que él estuvo interrogándolos mucho acerca de la vida de los muggles, al parecer es como Arthur Weasley, un aficionado a los muggles, eso lo hace muy diferente a Voldemort quien ya sabemos que detestaba todo lo que no tuviera magia ¿No lo crees?

Severus esbozó una escueta sonrisa, tomó el rostro de su esposa entre sus manos y la besó con ternura.

- Eres tan dulce y a veces tan ingenua pero debemos permanecer atentos querida, no estoy dispuesto a permitir que quieran agredir a mi familia – Respondió él mientras la estrechaba.

- Te amo tanto Sev, junto a ti siempre me he sentido muy protegida.

Ese día reinaba el entusiasmo entre los chicos que tenían más de trece años, pues había excursión a Hogsmeade y se preparaban para visitar el pueblo, muchos de ellos (hijos de muggles) lo harían por primera vez, otros pese a haberlo visitado antes con sus padres ahora estaban molestos o tristes pues no contaban con la edad requerida por Hogwarts para la excursión. Albus Severus Potter, Peter Dursley, Charlotte y Scorpius Malfoy no eran la excepción, protestaban desde la mesa de Gryffindor donde se habían sentado junto a sus padres para acompañar a sus amigos y familiares de esa casa. Osiris también quería ir, pero Rosie era más objetiva.

- El abuelito Dumbledore sabrá por qué en el colegio existe esa norma, nosotros sólo debemos acatarla, además ya hemos ido con nuestros padres y quizá podamos ir en el verano – Decía la pequeña Weasley.

- Tienes razón mi cielo – Respondió Hermione abrazando a su pequeña – Las reglas están para cumplirse.

- Pero no es justo, yo jamás he ido a Hogsmeade – Se quejaba Peter Dursley rehusándose a probar las tostadas que su madre le ofrecía.

- Yo sólo fui una vez allí – Añadió Dudley haciéndole morritos a su esposa Dorothy quien comenzó a reír al instante.

- No se preocupen que ya los llevaré para el verano – Respondió ella.

- Ya quisiera poder tener once años para estudiar magia aquí – Terció la pequeña Lily abrazando a su madre Ginny mientras los ojos verdes le brillaban con ilusión.

- Yo en cambio ya quiero tener los trece para poder ir con el grupo a Hogsmeade – Respondió Hugo.

- Oye papá ¿Y qué hay de esos nuevos caramelos que mencionaste en tus cartas? – Preguntó el joven Arthur – Ya me muero por visitar la sucursal de la tienda en Hogsmeade.

Rose Eileen Snape y su tercera generaciónWhere stories live. Discover now