El partido

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- ¿Qué el tío Severus los descubrió besándose? – Le preguntó Ted al día siguiente a su amiga Rose en el receso después de su clase de Transformaciones –Si yo hubiese estado en el lugar de ese Ryddle habría preferido lanzarme un avada Kedavra a mí mismo antes de que lo hiciera tu padre.

- Esto es serio Ted – Contestó Rose con las manos en la cintura – Papá estaba furioso, debiste haber visto su cara y aún no he escuchado los sermones de mamá, Harry, el abuelo Dumbledore y la abuela Eileen.

- Bueno es que... Rose, verás...

- Ted, por favor, no me digas que tú también estás en contra de...

- Yo no estoy en contra ni a favor de nadie – Respondió el metamorfomago – Sólo quiero que sepas que todos queremos el bien para ti y que debes entender al tío Severus, a Harry y a la tía Lily. En fin, debió haber sido terrible para ellos haber lidiado con Voldemort, es natural que estén alerta ahora con su descendencia.

- ¿Por qué es tan difícil darle una oportunidad? – Se preguntó la heredera de los Snape - ¡Por Merlín! Son una parranda de prejuiciosos, sólo mira a Regulus. Antes éramos como los tres mosqueteros de esta generación, tú, él y yo para siempre, pero él se alejó de mí, no me quiere y eso me duele mucho.

- ¿De veras? – Inquirió su amigo.

- Por supuesto Ted, pero él es un idiota prejuicioso, fíjate, contigo no se enojó por haberte hecho novio de Victoire sino conmigo por haber...

- ¡Que ingenua eres Rose! – Exclamó Ted negando con la cabeza mientras esbozaba una sonrisa.

- ¿A qué te refieres? – Preguntó ella extrañada.

- Olvídalo – Respondió él encogiéndose de hombros y volviendo a negar con la cabeza, esta vez enérgicamente (Había descubierto que metió la pata y quiso remediarlo) – Él ya odiaba a Ryddle antes de que tú y él salieran, ahora únicamente lo odia más porque cree que le ha robado a su amiga.

- Pero no es así para nada Ted, si tan sólo le dieran una oportunidad para demostrar lo maravilloso que es. Él es genial, tiene una inocencia y una simpatía casi a flor de piel.

- Sí, claro – Dijo Ted mirando a su amiga con gesto preocupado.

Dos horas más tarde, después del almuerzo, Tom y Rose se reunieron a escondidas, aprovechando la hora libre que tenían. Él parecía afectado, estaba, ojeroso y parecía que había llorado.

- Rose, jamás fue mi intención hacer que te pelearas con tu familia, yo no quiero que ellos piensen que quiero alejarte – Dijo el muchacho al tiempo que un par de lágrimas rodaron por sus mejillas – Es por ello que muy a mi pesar he decidido... - Un sollozo interrumpió su discurso – He decidido que es mejor que cada quien tome su camino, así nadie te juzgará por estar con alguien tan... reprobable como yo...

- ¡No Tom! – Dijo ella abrazándolo (ella también lloraba al verlo así) – No es justo que terminemos nuestra relación por culpa de un estúpido prejuicio, yo te amo.

- Y yo también a ti cariño, pero no es justo que te enemistes con los tuyos por mi culpa. Quiero lo mejor para ti y ellos también Rose – Dijo el muchacho tomándole el rostro entre las manos - Créeme que no quiero alejarme de ti pero debo hacerlo, ya no puedo soportar más esta situación. Tal vez debo admitir que tengo la sangre podrida y que... soy una basura sólo por descender de alguien que se equivocó en el pasado.

Rose estaba indignada ¿Por qué la vida tenía que ser tan complicada? pero por nada del mundo estaría dispuesta a renunciar a él, amaba a su padre, a su madre, a Harry y a toda su familia con toda el alma pero jamás se dejaría llevar por un absurdo capricho de ellos, al contrario, les demostraría que Tom era un buen chico que quería su bienestar, no permitiría que lo siguieran haciendo sentir menos nada más por haber sido pariente de un ser malvado.

Rose Eileen Snape y su tercera generaciónOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz