Prólogo

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La familia Akabane estaba llena de amor, de eso no había duda. Marido y mujer se sentían tan enamorados como el primer día, tenían un hermoso hijo al cual amaban con todo su corazón, los tres vivían en paz y armonía.

Pero llegó un punto en el que el trabajo de la pareja se volvió más exigente con su tiempo, por lo que debían pasar más tiempo fuera de casa. Por supuesto, no podían dejar solo a su retoño, pues apenas tenía ocho años. Así que tuvieron que conseguir a alguien que lo cuidara.

Ese alguien fue un chico de trece años, Nagisa Shiota; un vecino e hijo de la amiga de la señora Akabane. Él aceptó gustoso de cuidar al único hijo de los Akabane, Karma. 

Aunque Karma no estaba muy feliz con el asunto.

— No quiero un niñero.— dijo el pelirrojo menor, cruzado de brazos.

— Cariño, papá y yo tenemos que ir a trabajar. No podemos dejarte solo toda la tarde.— la mujer acarició los cabellos de su hijo.

— Pero tú trabajabas en casa. ¿Por qué eso tiene que cambiar?  

— Karma, por favor, sólo será en la tarde. No seas duro con Nagisa-kun.

— Ni siquiera sé quién es ese Nagisa.— hizo un puchero.

— Es nuestro vecino. Te cambió los pañales una vez.

— ¿Es posible que yo recuerde eso?

La mujer dejó escapar un suspiro; era obvio que no podría convencer a su hijo en seguida. El timbre sonó y fue a abrir la puerta. Un chico de baja estatura, largos cabellos celestes y sonrisa calmada se encontraba en la entrada.

— Buenos días, señora Akabane.

—Buenos días, Nagisa-kun.— contestó amable.— Pasa, por favor. Gracias por hacernos este favor.

— No se preocupe, me gusta cuidar niños.— sonrió.

— Sí, aunque Karma es algo inquieto. Y, bueno, no está muy contento con la situación. Así que me disculpo si te causa problemas.—dijo nerviosa.

Antes de que el peli-celeste pudiera responder, un objeto pequeño impactó contra su cabeza. Vio hacia el suelo y notó que era el proyectil de una pistola de juguete. Volteó a ver hacia las escaleras y se encontró con un niño pelirrojo viendo con cierto enfado a su persona y una pistola de juguete en la mano.

—¡Karma, discúlpate ahora mismo!— gritó la mujer enfadada.—Lo siento mucho, Nagisa-kun.

— No, no se preocupe. Sólo está jugando.

—¡No quiero quedarme con él! — gritó Karma, a lo que Nagisa rió nervioso.

— Ya tenemos que irnos. ¡Amor, baja de una vez!— gritó hace el segundo piso ella.

—¡Ya voy, mujer!— contestó un hombre que bajaba apresurado, luchando con su corbata.— Hola, Nagisa-kun. Gracias por aceptar cuidar de Karma.

— No es nada.— dijo algo nervioso, pues empezaba a creer que no sería tan fácil como pensaba.

La mujer tomó a su hijo —que había bajado junto a su padre— y le dio miles de besos en la cara, sofocando al pequeño.

—Pórtate bien, volveremos en la noche, hazle caso en todo a Nagisa-kun. Te amo.— dijo mientras lo apretaba entre sus brazos.

— ¡M-Mamá, me asfixias...!—ella lo soltó apenas escuchó sus quejidos.

El hombre de alta estatura y cabellos pelirrojos, se agachó y sacudió los cabellos de su hijo.

— Portate bien, campeón. Nos vemos más tarde.

Cuando Shiota vio a la pareja cruzar por la puerta, supo que su tarea de niñero había comenzado. Volteó a ver al infante, el cual estaba sentado en el sillón, con una mirada de desaprobación y los brazos cruzados. Se acercó al pelirrojo y se arrodilló en frente suyo.

— Hola, Karma-kun. Mi nombre es Nagisa, espero que nos llevemos bien.— se presentó con una sonrisa amable. Karma lo vio en silencio por unos segundos, como si lo analizara. 

—¿Por qué tienes el cabello largo? Pereces una niña.—preguntó el menor con burla.

—Ah... esto, yo... ¿Tienes hambre? Te prepararé algo.— se levantó rápido y se dirigió a la cocina.

— ¿Cuánto te pagan por cuidarme?— Akabane lo siguió.— Yo te doy el doble para que te vayas.

Nagisa dejó escapar una risa. Karma podía ser tan ocurrente, y, a pesar de que eso haya sido un claro "lárgate de aquí", le había parecido muy tierno de su parte.

—Y, ¿De dónde piensas sacar el dinero?

—De aquí.— sacó una billetera de su pantalón y la abrió.—Oh, no hay mucho dinero.

—¿Esa... esa es...?— Shiota tocó sus bolsillos y notó que algo faltaba.— ¡¿Mi billetera?! ¡¿C-Cómo...?!

— Ya veo por qué necesitas el trabajo.—dijo riendo, para luego huir por la puerta a encerrarse en su habitación.

— ¡E-Espera, Karma! ¡Devuélveme mi...!— trató de alcanzar, sin éxito, al niño.—... Billetera. Rayos.

Karma sí era un poco difícil.

-º-º-º-

Alv tSUN, STAPH

Jsjdjfsjd No quería, pero aquí estoy, con una nueva historia xd

Pos nada. No tengo mucho que decir. Espero que la disfruten y todo eso :v

Ah, por cierto. No, Karma no será un niño toda la historia. Irán creciendo a su debido tiempo, o al menos eso tengo pensado.

Bye~

De aquí a unos años más ||Karmagisa||حيث تعيش القصص. اكتشف الآن