Capítulo once

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La mesa estaba llena de libros y hojas en su sector, había roto Miles de veces la punta del lápiz, y sentía que la cabeza le iba a explotar. Se sentía exhausto. Nagisa pensaba que perfectamente podría dormirse allí mismo.

— Te estás esforzando mucho.— Sugino dejó una lata de café en la mesa y se sentó a su lado.

— Quiero morir ahora mismo.— soltó un largo suspiro y se llevó una mano a la cabeza.

— Guarda tus deseos de morir para cuando tengas que preparar tu tesis.— comentó divertido el contrario.— Por suerte aún falta tiempo para eso.

Nagisa le golpeó en el brazo. Estaba bastante frustrado por los exámenes que se le aproximaban, no necesitaba recordar eso.

— ¿Por qué mejor no pensamos en...— cerró el libro de Shiota.—... el cumpleaños de cierta persona que se acerca?— Nagisa le sonrió emocionado y rió por reflejo.

— Cumpliré la mayoría de edad. Se siente raro pensar en ello.

— Podrás ir a comprar alcohol sin compañía.— levantó su pulgar en señal de aprobación. Nagisa sólo rió. — Este será el mejor cumpleaños de tu vida, yo me encargaré de eso.

El más bajo le miró con ternura. Se quedaron viéndose el uno al otro en silencio por unos largos segundos, hasta que el peli-celeste se inclinó hacia el rostro de su novio con la intención de besarle.

—O-Oye, ¿Qué haces?— preguntó nervioso, mientras se echaba hacia atrás.— Alguien podría vernos.— habló, recordando que estaban en la biblioteca de la universidad.

— ¿Y eso qué?— Tomohito desvió la mirada, demostrando su incomodidad.— Esta bien. Lo siento.— dijo resignado.

Nagisa volvió a abrir su libro, dispuesto a seguir estudiando, aunque ahora se sentía ligeramente deprimido. Sugino se sintió culpable por el bajón de ánimo en el peli-celeste. Miró a su alrededor; no había tanta gente rondando por ese sector. Tomó la mano del más bajo y entrelazó sus dedos.

— Lo siento. Es que... ya sabes.— dijo apenado.

— No, no te preocupes.— respondió Nagisa, aprentando el agarre.— Entiendo que te cueste llevar la relación en público. De todas formas te quiero mucho.

—Yo también te...

— ¡Sugino-kun!— el grito del chico, que fue reconocida al instante por el interpelado –un compañero del equipo de baseball–, asustó al de mayor altura y, de forma automática, soltó la mano de Nagisa.

—No grites, idiota. Estamos en la biblioteca.

— El entrenador te busca para hablar sobre el próximo partido.— ignoró el regaño de Sugino.

— ¿Ahora? Uh, bueno.— se levantó y tomó sus cosas.— Nagisa, nos vemos más tarde.

—Uh, sí. Adiós.— respondió casi en un susurro.

Cuando quedó completamente solo, dejó caer su cabeza contra la mesa. Con la mejilla pegada a la madera, pensaba en todas las cosas que se guardaba para no lastimar a Sugino. Le dolía un poco que fuera tan inseguro con su relación, pero siempre lo había respetado y procuró no presionarlo para cosas como que le contara a sus padres que estaba saliendo con alguien.

Aunque hasta el día de hoy, pasados tres años desde que estaban juntos, no lo ha hecho.

—¡Ah! ¡No puedo estudiar así!— se enderezó y golpeó la mesa por reflejo.

Lo único que ganó ese día fue un dolor de cabeza y el regaño de la bibliotecaria.

•••

Por fin se vio la tranca en la relación de Nagi y Sugino.

Y Nagisa está a poco de ser mayor de edad.

AAAAA

Chao.

De aquí a unos años más ||Karmagisa||Where stories live. Discover now