De aquí a unos años más ||Karmagisa||

Capítulo veinticuatro

— Bueno, mejor me voy. Gracias de nuevo.

Karma abandonó la enfermería sin mirar al chico recién llegado, a pesar que este le estuviera mirando de forma extraña. Maehara dirigió su mirada hacia Isogai, encontrándose mutuamente. Hubo un momento de silencio incómodo que se le hizo eterno al azabache, por lo que carraspeó para cortarlo.

— Creo... que también deberíamos volver al salón.— caminó vacilante hacia la puerta, con la intención de salir.

— Entonces...— musitó Hiroto, notándose alarmado.— Es verdad...— el contrario lo miró confundido.

— ¿Qué cosa?

— Tú eres..., eres gay.

Isogai se sorprendió un poco de las palabras de su compañero, pero se limitó a suspirar y ponerse frente a frente con él.

—  Pensé que ya lo tenías claro hace tiempo, cuando dijiste que ya no querías ser mi amigo.— contestó casi a modo de reproche.— Preferiste escuchar a Sugaya y sus amigos antes que preguntármelo a mí directamente.

— Y no se equivocaron, después de todo.— llevó una mano a su cabello y resopló frustrado.

— Pues sí, Maehara. Soy gay.— soltó él sin rodeos.— ¿Tanto te molesta eso?

— No... no es eso. — Maehara se removió incómodo.— Bueno, sí. O sea...

—  Déjalo. Ya no me importa a esta altura.— lo detuvo de hablar, con un tono cansado.

— Tú sabes los rumores que se estaban corriendo junto con los de tu supuesta homosexualidad, ¿no?

—  ¿Que yo te estaba volviendo gay? ¿Qué éramos pareja? Sí, pero también sabíamos que no era cierto. — suspiró.—  Y lo gay no se pega.

— Pues pareciera que se lo estás pegando a Akabane.—  soltó Hiroto sin pensarlo.

Isogai tuvo unas inmensas ganas de rebatirle aquello, incluso quiso insultarlo aunque sea un poco o golpearlo. Pero se contuvo, porque no valía la pena.

— Solo te voy a pedir una cosa. Si es que aun tienes un mínimo aprecio por la amistad que algún día tuvimos, no vayas de chismoso a contarle lo que viste a Sugaya.— pasó por su lado.— Y si te hace sentir mejor. Nunca te vi de otra forma que no fuera como un amigo.

Con eso último, el azabache abandonó la enfermería, sin esperar alguna respuesta de su ex amigo.

...

Llegó a su casa, se quitó los zapatos torpemente y cerró la puerta de forma apresurada.

— ¡Ya estoy en casa! Perdón por la demora, en un minuto les preparo...— mas se calló repentinamente cuando vio a sus hermanos comiendo juntos en la mesa.

— ¡Yuuma, bienvenido!— su hermana, Haruka se volteó y lo saludó alegre.

— Ah, ¿ya están cenando?

— Sí, teníamos hambre. Y como no llegabas. Mamá preparó la cena.— contestó Ayame, su otra hermana, mientras limpiaba la boca de Haru, el menor de los hermanos.

Una mujer de dulce mirada se asomó por la cocina y recibió a Yuuma con una sonrisa.

— Bienvenido, hijo.

— Mamá, lo siento. Me retrasé en el trabajo y...

— Amor, tranquilo. Yo puedo prepararles la cena perfectamente. Te dije que me siento mucho mejor.

— Aún así, no deberías esforzarte tanto. Ya está haciendo frío, es cuando te vienen las recaídas más seguido.— le recordó.— ¿Por qué no te vienes a recostar? Te acompaño.

Llevó a su madre al cuarto y esperó a que ella se metiara en la cama para sentarse al borde de esta.

— ¿Te tomaste tu medicina?

— Sí, lo hice después de comer.--- dijo Masami con una risita.—  A veces siento que me tratas como a tus hermanos. Soy tu madre, yo debo cuidarte a ti, no al revés.

— No me molesta hacerlo.—  le sonrió él de vuelta.

—  Yuuma... — lo llamó con una voz suave, mientras se inclinaba para tomar un cofre sobre su mesita de noche.— Se acerca navidad.

— Sí, no te preocupes por eso. He trabajado horas extra para la cena y el pastel.

— Ten.—  su madre le entregó unos billetes que sacó del cofre.— Para los regalos de tus hermanos.

— Ah... No es necesario, aun puedo juntar otro poco para ello. No gastes el dinero de tus ventas.

— Tómalo. Me ha ido bien con mis tejidos, es la época ideal y muchas de las vecinas me compran.

Masami amaba tejer, por lo que se dedicaba a vender suéteres, gorros, guantes, bufandas, cobertores y otras cosas de lana en la espera de volver a trabajar, ya que no requiere un gran esfuerzo físico y lo disfruta mucho. Claramente en tiempos de calor no conseguía vender mucho, pero ahora que estaban en invierno, tenía muchos clientes y se podía permitir usar aquel dinero en algo más que en lo básico para sustentar su hogar.

— Hmn... Está bien.— recibió el dinero.

— Y aquí hay un poco para el tuyo.

— No, no mamá. No es necesario.— se negó con más fuerza esta vez.

— Por favor, Yuuma. Te compraría algo yo misma, pero ya no sé lo que te gusta.

—  No gastes tu dinero en mí. Con un gorro que me hagas tú misma estaría más que contento.—  dijo con una sonrisa

— Ufff. Eres igual de testarudo que tu padre.—el menor rió ante el puchero de su madre.— Si no quieres usarlo para tu regalo, de acuerdo, pero úsalo para otra cosa. Para algo de la escuela o salir con tus amigos. Oh, hablando de amigos, ¿qué pasó con Hiroto, cielo? Hace tiempo que no hablas de él o lo traes a la casa.

Isogai se congeló unos segundos y borró su sonrisa. Que justamente su madre tuviera que recordar a Hiroto ese día, era añgo deprimente.

— Nada mamá. Simplemente he estado ocupado con el trabajo.— acarició la mano de su progenitora.—  Iré a ver a mis hermanos.

Se levantó de la cama. Su madre le volvió a extender el dinero y él lo terminó aceptando, un poco a regañadientes. Ella le dijo que cenara antes de irse a dormir, Yuuma asintió y salió del cuarto. Miró el dinero unos segundos y suspiró, antes de ir a guardarlo bien para que ninguno de sus hermanos lo encontrara.

***

Jei s0rras

¿Quién diría que la cuarentena me impulsaría a actualizar eso?
Es 1 cap cortito más qie nada enfocado en Isogai. Porque sé que al menos el 50% de ustedes lo aman en esre fic.

Mmm estaba pensando en hacer pequeños extras en la historia. Pero no sé si sea más apropiado meterlos entre medio de los capítulos o hacerlos cuando la historia termine.

Ojalá la caurentena me de energías para subir otro antes que pase otro año.

Besos en el sucio Dan😘