Capítulo 33

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Jimin tomó su mano alejándola de su pecho, estaba molesto e irritado. Ella no podía andar tan calmada anunciando en su propia cara testimonios inciertos. No era para menos, ella le había dicho cuan enamorada estaba de él, pero eso no quería decir que iba a permitirle hablar sobre si mismo como si lo conociera a la perfección, por que la realidad, es que ella no conoce nada aun de él.

—Ya basta _________________. Te complací al traerte aquí, mas no quiero que vuelvas a hablarme sobre eso, entiéndelo, no te amo.

Se alejó de ella dándole la espalda al tratar de tranquilizarse, estaba exaltado y fuera de control, y de cierta forma no quería herirla.

—Veamos que haces a esto Jimin... —murmuró ella sin permitir que él la escuchara.

Jimin pasó una mano por su cabello antes de escuchar un ruido en el agua. Era similar a un chapuzón. Su vello se erizó y su visión se nubló. Miró detrás de él y ella no estaba, solo sus zapatos estaban sobre el pasto, pero ella no estaba allí.

—Filan...

Vio las ondas expandirse sobre la superficie, burbujas salían a flote y no había duda, ella había saltado.

No tuvo tiempo de desvestirse y se lanzó, sus brazos lo impulsaban mas y mas profundo, imploraba poder sacarla a tiempo, cada ves se aproximaba mas pero el miedo se acumulaba a cada segundo que pasaba sin poder asegurarla entre sus brazos.

Pronto una silueta se hacía presente a unos cuantos metros de él. La desesperación lo consumía, pronto alcanzaría la oscuridad del abismo, lo veía cerca, pues ese era su reino, y podía darse cuenta cuando alguien estaba por acabar allí.

Sus piernas empujaron con mas fuerza hasta que logró sujetarla por la cintura y nadó de nuevo hacia la superficie. Al llegar a la cima inhaló con fuerza rescatando el aire de sus pulmones y la sacó extendiéndola sobre el pasto para poder atenderla.

—¡Filan..!.

Tomó sus labios entre sus dedos abriendo su boca para inclinar la suya y darle respiración boca a boca. La chica debajo de sus manos parecía casi sin vida, su piel se había tornado pálida por la temperatura baja del agua.

—Vamos nena...

Presionó su pecho como método de auxilio y se inclinó de nuevo hacia su boca. Repitió el mismo proceso hasta que por fin la oyó toser. Nunca una simple tos había sido tan reconfortante como lo era ahora.

—Nena, ¿estas bien?. —pasó una mano bajo su espalda y la ayudó a sentarse.— Respóndeme.

—¿Lo ves?. —habló, con la voz aun sensible.— Sabía que entrarías, ¿lo ves, o fue en vano?.

—¿Qué?. —rió sin humor, y se puso de pie al momento que terminó de escucharla.— ¡¿Crees que esto es un maldito juego?!. ¡ESTOY HARTO DE ESTA MIERDA TUYA!.

Jimin regresó por los arboles avanzando unos cuantos metros antes de arrepentirse de dejarla sola y regresar. Le vio de espaldas a él, estaba sentada con los brazos rodeándole las rodillas, sus hombros se sacudían y su piel parecía temblar por el inevitable frío.

—¿No puedes dejar de ilusionarte a ti misma?. —preguntó, pero ella no respondió y simplemente agachó la cabeza entre sus piernas.— Sabes que detesto a las mujeres sensibles, para de llorar.

—Entonces vete, no se... No se por que regresaste.

Era verdad. ¿Por que regresó?.

—Que importa, ya estoy aquí. El recorrido acabó, lamento que demorara menos de lo propuesto pero ahora no me encuentro de humor para terminar de cumplir tu capricho.

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