Capítulo 36

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¿Encontraré la valentía suficiente para enfrentarme a Hudson?

Llevo media hora sentada en el coche buscando una pizca de bravura para poder salir; para plantarme delante de su puerta y llamar al timbre... No debe ser tan difícil, ¿no? Hago el amago de abrir la puerta pero vuelvo a quedarme quieta... Parece que me la he dejado en casa.

Cal por mensajes me ha repetido una y otra vez que salga porque no puede retenerle por mucho tiempo. Respiro hondo y salgo del coche. Sí. Ese es el primer paso. Lo cierro con llave y camino intentando mantenerme firme a pesar de que mis piernas sean pura gelatina.

Antes de llamar a la puerta, me quedo unos segundos en ella pensando en qué decir cuando Hudson abra la puerta. La voz en el interior de Cal hace que me desconcentre. 

–Vamos, Hudsie, espera 5 minutos más que te tengo que... Contar una cosa. 

–Cal, tengo que ir a comprar, ¿qué no entiendes? –Pregunta el productor de cine. Entonces, escucho como la puerta se abre. Éste, se queda mirándome con el ceño fruncido seguramente buscando una respuesta a por qué estoy allí. 

–Bueno, yo me voy. Y tú, no bebas su café si quieres seguir viva. –Dice Cal dándome un beso en la mejilla al pasar por mi lado. Después, sale corriendo hacia su coche haciendo unos aspavientos con sus brazos como si estuviera huyendo de algo... En este caso: de un ogro.

–Supongo que querrás pasar.  

–No estaría mal. 

Él se da la vuelta y yo paso detrás de él recordando el día que me quedé allí a dormir. Todo sigue ordenado de forma meticulosa y siendo tan impersonal como la primera vez... Y huele a limpio, a una mezcla entre lejía y ambientador.

Hudson me señala el hueco en el sofá de color crema en el que se ha sentado, invitándome a que lo haga a su lado.

–¿Café?–Pregunta levantando una ceja. No sé si lo dice de verdad o simplemente bromea... Se me hace tan raro esto último...

–No hace falta. –Respondo colocándome el pelo detrás de las orejas. Ya tuve suficiente una vez. Él se me queda mirando y me hace un gesto con la mano para que hable. Yo cojo aire y como dicen: tienes que tirarte a la piscina, así que, sin más preángulos, lo suelto. –¿Qué sientes por mí? 

–Como siempre, dando vueltas para no decir las cosas, ¿no puedes ser un poco más directa? –Comenta sarcástico y yo me encojo de hombros. Él se echa hacia atrás en el sofá y me mira ladeando la cabeza –No lo sé. 

–¿Que no lo sabes? ¿En serio hay algo que tú no tengas bajo tu control?

–Nunca me lo he planteado en serio. 

–Eso es que... ¿Quizás sientas algo? ¿Tú por mí? No será otra de tus bromas, ¿verdad? De esas que no le hacen gracia a nadie, ni siquiera a ti.

Como un cometa, lo que parece una sonrisa, una pequeña curvatura, aparece en sus labios... Debería estudiarlo con un transportador de ángulos, seguro que eso me daría la solución. Él se acerca a mí en el sofá y coge mi mano, levanta una ceja y con su dedo pulgar, sin dejar de mirarme fijamente, acaricia mi palma.

–Que sea borde o serio de más, no implica que no pueda intenteresarme alguien o llegar a sentir algo.

–Ambos sabemos de mis limitaciones en cuanto a entender las cosas, así que, ¿eso es que sí o que no?

En un gesto desesperado, suelta mi mano para llevarse la mano a su pelo que rasca, quitando sus ojos por primera vez de los míos durante unos segundos pero después, vuelve a ellos, fijamente, en unos segundos que se me hacen eternos... ¿Puede hablar ya o le tengo que meter una patada para que funcione?

[ENTRE DOS PAREDES] Where stories live. Discover now