Capítulo 39

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–Hudsie... –Le llamo mientras él termina de hacer la cena en mi casa.

–Spencie. –Responde levantando una ceja, avisándome de como siga por ese camino, empezará a utilizar ese mote él también. 

–Vale. No te llamaré nunca más así si tú prometes no decirle a nadie ese nombre. –Le "amenazo" con el cacho de pan que me estoy comiendo. –Bueno, alá voy.. Te voy a hacer una pregunta un poco comprometida pero es obligatorio responder... ¿Tú crees que puedes llegar a quererme como quisiste a Katherine? 

Deja de prestar atención a lo que estaba haciendo y se pone frente a mí, con ese delantal tan ridículo que me regaló mi padre cuando me independicé y coge mi cara entre sus manos, sucias de la comida.

–Sé que diga lo que diga no me vas a creer y... Esto no es una competición pero con Katherine las cosas eran mucho más frías que contigo; tú eres todo calidez y me haces derretirme un poco, así que sí, te llegaré a querer más que a ella y más que a cualquier otra novia que haya podido tener antes.

–Vale pero... Prométemelo, haz un juramento de sangre conmigo o la danza de la lluvia. 

Su mirada es fría durante unos segundos, se da la vuelta y echa sal a la sartén donde remueve un moco las verduras que está cocinando.

–¿Algún día me pedirás algo normal? Como... Ir a dar de comer a las palomas.

–Es que la querías mucho y la danza de la lluvia es un acto de amor verdadero. 

Va a abrir la boca, posiblemente para rechistar pero escuchamos la puerta de casa abrirse. Como un perro que lleva sin ver 5 minutos a su dueño, salgo corriendo para saludar a Gina y darle un abrazo. Ella se queda quieta, olfateando, posiblemente intentando identificar lo que se está cocinando. Ella sigue el olor hasta la cocina y al ver a Hudson, se da la vuelta y me mira con una sonrisa perversa. Se coloca su pelo rubio y va direccta hasta el productor de cine moviendo las caderas.

–¡Hola! Soy Gina, la mejor amiga de Spencer, ¿sabes qué le dice un pato a otro? Patonto tú.

Hudson se gira para mirar a mi amiga pestañeando un par de veces pero sin ningún rasgo de diversión. Entonces, ella me mira y se empieza a reír sola aunque yo ya me había empezado a reír por su chiste de mierda.

–¡Es verdad que no se ríe! –Grita cerca de la emoción. Hudson entonces, clava sus ojos en mí con una ceja levantada.

–Me encanta la imagen que pintas de mí y por una vez, no es sarcasmo.

Saca la sartén del fuego y en un plato, sirve las verduras salteadas que tienen una pinta de muerde y ya sabéis lo que dicen... A una mujer se la conquista por su estómago. 

–¡Voy a por mi libreta de preguntas! –Vuelve a chillar mi amiga saliendo directamente de la cocina, en busca de su bolso donde la lleva siempre. Según lo hace, cierro la puerta echando el pestillo y poniéndome delante de ella. 

–¿De verdad tiene una libreta con preguntas?

–¿Tienes tú una analizando las diferentes cafeterías de la ciudad?

–Lo suyo es más raro. –Contesta cogiendo un tenedor con el que pincha el revuelto que sopla mirándome, despacio, provocándome, lo lleva hasta mi boca analizando mi cara.

–¡Dios mío! ¡No me importa que seas un borde si me cocinas toda la vida!

Un atisbo de sonrisa se dibuja en sus labios y me da un beso en la frente. Escucho el pomo de la puerta intentando girarse y después, un golpe en él.

–¡Spencer! ¡Déjame pasar! –Grita Gina desde el otro lado de la puerta. –¡Tiene que aprobar el test para poder ser tu novio!

–¡Gina! ¡No quiero asustarle! ¡Vete a tirarte a Ashton de una vez!

[ENTRE DOS PAREDES] Where stories live. Discover now