Capítulo 5 Hostil.

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—Son pocas.

—Por supuesto que son pocas— se rió. —Cuatro solamente; Mis dos hijas, su madre y mi madre.

Abrí mi carpeta y comencé a apuntar datos nuevos.
Por alguna razón su padre no estaba representado en las lineas de sus brazos.

—¿Qué ocurrió con su padre?— mi pregunta lo saco de su trance.

—Lo mismo me pregunto yo, doctora. Jamás supe quien era, no valía una marca en mi piel.

Escribí "padre ausente" en la hoja.

—¿Y mantiene contacto con su esposa e hijas? ¿Su madre lo visita a menudo?— por alguna extraña razón, todas mis preguntas le causaban gracia.

—No pregunte cosas tontas, doctora Hokin— negó con la cabeza. —Mi madre dejo de venir a verme seis meses después de que entré a la cárcel porque era malo para su salud llegar y enterarse del número de muertes nuevas que cargaba conmigo. Hace años que no la veo por aquí.

—Por supuesto que eso no lo detuvo para seguir asesinando.

—No soy tan cruel como usted lo cree. Ni siquiera como los presos o su novio el oficial me creen, solo hago lo necesario, jamas he matado a alguien sin motivos.

—¿Qué hay de quienes lo hacen enojar y terminan en urgencias?.

—¿Se ha preguntado el motivo por el que me hacen enfadar?.

—Nada justifica la violencia, señor Tucker.

Él levantó las cejas.

—Ahí lo tiene— suspiró. —Si su mente es así de cerrada todo el tiempo, ¿Para qué quiere escribir un libro que explique porque un asesino mata? Nada justifica la violencia, ¿O no?.

Es un truco de evasión.

—De acuerdo, tiene razón— busqué algo mejor para decir. —Estábamos hablando de su esposa e hijas, ¿Dónde esta su esposa?.

—Creo que en el panteón pero no estoy seguro de si la cremaron— lo dijo con tal naturalidad que yo así lo tomé.

—¿Es muy apegado con sus hijas?.

Su sonrisa no desaparecio, pero sus ojos me dijeron que no estaba dispuesto a responder, quizá había tocado un punto débil; Sin embargo insistí.

—Siguiente pregunta— sentenció.

—Pero...

—Dije que cambie de pregunta.

Suspiré vencida. No iba hacerlo que cambiara de opinión.

Pase las siguientes dos hora charlando con el sobre lo que respectaba a su vida antes de ir a la cárcel, mucho antes incluso de que conociera a su esposa fallecida y de haber tenido a sus hijas.

Me conto como sus amigos comenzaron a juntarse con personas peligrosas para conseguir dinero fácil; Esto le causó también a él problemas, pues al verlo junto con ellos, las personas peligrosas lo asociaron como una amenaza. Sabía demasiadas cosas, entonces solo le quedaba trabajar para ellos o esperar a que lo mataran.

—Mi trabajo era llevar y traer dinero al principio— me explicó, —jamás me dijeron que era lo que cobraban, pero yo lo suponía; Drogas, armas, lo que fuera, era ilegal. Luego de uno meses me di cuenta de que desaparecían las personas que no pagaban. Después de trabajar para ellos un año comenzaron a pedirme que yo mismo desapareciera a los deudores.

Entendí lo que dijo, no era tan complicado, pero de todas formas lo miraba mientras hablaba con un asombro muy evidente.
Las historias de un criminal eran muy interesantes, no importa lo mucho qje hayas estado mentalizandote.

—Comenzó a matar— dije con voz atona. —¿Cómo fue eso?.

Su mirada estaba perdida en lo que fuera que se estaba quitando de las manos, en realidad no había nada, solo se distraía en algo mas que no fuera yo. Cuando dije eso, el dejo de mover las manos y levanto la vista de poco a poco para asentir con una sonrisa desganada.

—Le mentiría si le dijera que fui así de frío lastimando a las personas como lo soy ahora con mis compañeros de celda— soltó una risa pequeña. —Me ocurría lo mismo con un arma en ese entonces que a usted conmigo.

Fruncí el ceño.

—¿Qué cosa?.

—Le da miedo acercarse; Cuando lo hace tiembla y le sudan las manos— no podía negarlo, era evidente. Solo me quedaba fingir que no me avergonzaba que lo supiera.

—¿Lo que quiere decir es que usted es mi primera vez disparando un arma?.

Sonreí para quitarle el aire incomodo al ambiente. El también me sonrió y por primera vez me sentí cómoda con su sonrisa.

–Así es. Soy su primera vez disparando un arma— levanto la barbilla pareciendo mas rudo de lo normal —Tiene que perderme el miedo, doctora Hokin.

Estaba por decir algo mas cuando un oficial golpeo uno de los barrotes de la reja con el dedo. Di un pequeño salto en mi lugar mientras Ryan volvía a jugar con sus dedos ignorando la presencia del oficial.

—Disculpe, ya es hora de acabar con el interrogatorio.

—¡No es un interrogatorio!— aclare molesta, Ryan soltó una risa silenciosa —Y yo decido a que hora irme...

—Terminamos por hoy— hablo serio él. —Llegue al limite de aguantarla, doctora.

—Pero...— volví a mirarlo y me encontré con que me sonreía. Me guiño un ojo.

Diablos. Es tremendamente atractivo.

—Nos vemos— mi corazón dio un vuelco cuando pronuncio esas sencillas dos palabras.

—¿Habla en cerio?— sonreí. —¿No va a ponerse hostil?.

—Así soy siempre, pero prometo recibirla— bromeo.

—¿No tratara de evadirme o de escapar de mi?.

—No creo que pueda salir de aquí, doctora. Ese es un chiste cruel.

Solté una carcajada nerviosa. Jamás me había puesto tan feliz por recibir una positiva a mis deseos.

No podía creer que él de verdad fuera a acceder sin que le rogara de nuevo para que me respondiera mis preguntas ni que fuera a colaborar con mi proyecto.

Como sea, ese ida salí muy alegre de la cárcel y todos los que se cruzaban conmigo en el camino a casa pudieron darse cuenta, incluso un hombre en una cafetería me regalo unas fresas frescas cuando pase sonriendo a un lado.

Nada podía hacer que mi día, incluso que mi semana fuera mala, el que Ryan aceptara ayudarme me alegraba el alma. No había nada mas importante para mi que mi trabajo y ahora no había nada que me impidiera dar para adelante con mi libro.

Mañana regresaría al penal cargada de nuevas y más en interesantes preguntas para bombardear a Ryan.





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