Capítulo 22 Perdiendo la formalidad.

2.2K 210 7
                                    

—Tenga, recogí su comida antes de salir.

Ryan me puso la bolsa de papel en las piernas mientras seguía conduciendo.

—No, gracias. Se me quitó el hambre.

Me abracé a mis piernas sobre el asiento y me cubrí con la manta.

—¿Después de tanto drama me dice que ya no quiere su hamburguesa?— sonrió. —Vamos, tiene que comer.

Lo decía en un tono de broma para que el ambiente se relajara, pero yo estaba aún inmersa en lo que había ocurrido como para tener hambre.

Tomé un sorbo de mi bebida y la devolví al porta vasos temblorosa.

Escuché como Ryan respiraba y recordé haberlo visto furioso cuando me quitó al tipo de encima.
El miedo por lo que le hubiera hecho después de haberme ido no se había extinguido.

—No lo mató— dije mirándolo y pude notar como las venas de su brazo que sostenía el volante se ponían más hinchadas.

—No. Pero no hicieron falta ganas.

—¿Qué hizo?.

—No voy a decirle.

—Pero...

—Ya salimos de Pensilvania. Al fin.

Señaló un cartel que confirmaba lo que me había dicho.
Estábamos entrando a Ohio, pero eso en realidad no me causaba ninguna sensación, sólo era otro estado más de camino a un lugar que desconocía.

—Estaremos unos días aquí— dijo después de un rato de silencio.

—¿Aquí va a liberarme?.

—Pasar aquí unos días no significa que la vaya a dejar irse.

Suspiré y me volví a hundir en el asiento.

—Voy a tomar una...

—¿Podría hacerme un favor?— me miró un segundo y después regresó los ojos a la carretera.

—Por supuesto.

—No se quede dormida— no comprendí si lo decía en serio, así que no dije nada. —Es que su respiración, sus ojos cerrados...es demasiado relajante. No quiero quedarme dormido también mientras conduzco.

—¿Y qué pretende que haga?.

Mi pregunta lo hizo reír.

—¿La Doctora Hokin no sabe qué hacer para mantener despierto a alguien? ¿De verdad?.

Sonreí.

—¿Insinúa que soy irritante al grado de quitar el sueño, señor Tucker?.

—Lo digo con todas las letras de la palabra, pero no quiero que me irrite, sólo que no permita que me duerma.

Asentí y crucé las piernas sobre mi lugar.

—Muy bien, entonces creo que voy a seguir con las preguntas.

En ese momento me di cuenta de que mis notas ya no estaban.
Las que hice el día que dormimos en el bosque; se habían quedado en el otro auto.

Eso pasa por no tener un cuaderno fijo.

—Maldición— solté mientras buscaba en la guantera algo para escribir.

—¿Sus hojas manchadas de café?.

—Eran mis notas sobre usted para mi libro. Se quedaron en el otro auto...

—¿Son importantes?.

—¡Claro que sí! No puedo trabajar sin hacer notas, quizá no puedo ni siquiera vivir sin hacerlas.

—Eso lo he notado— bromeó.

Encontré una factura de alguna deuda y un lápiz de color verde.
Por lo menos para algo serviría y esta vez recordaría no dejarlas en este auto cuando robáramos otro.

—Bien, comencemos. Esta vez quisiera hablar sobre sus amigos— soltó una pequeña risa. —¿Pasa algo?.

—Que graciosa es usted, Doctora.

—¿Por qué lo dice?.

—Solo me parece que no ha notado que no soy muy amigable. ¿Qué quiere que le diga?.

Me aclaré la voz.

—¿Había tenido relaciones de amistad con algún preso en la cárcel donde lo conocí?.

—Pues...prácticamente todos los que no tenían un problema conmigo era porque me evitaban. Pero de vez en cuando me gustaba charlar con el anciano que asesinó al violador de su nieta.

—¿Por qué razón cree que se entendía con él?.

—Supongo que siendo uno de los presos con más amplio historial buscaba relacionarme con alguien bueno para tener algo del mundo normal.

—¿Normal?.

—Ese hombre sólo ha cometido un crimen en su vida y fue por amor a su nieta. Hablar con él para los presos era como una especie de terapia.
Si hablabas con él era como si estuvieras hablando con cualquier persona fuera de la cárcel.

—Y usted estando dentro y, aún después de decir que la cárcel es su propio parque de diversiones, admite que quería tener acercamientos con el mundo exterior.

—Todo el mundo ahí dentro quisiera tenerlo y ese anciano hacía incluso sentir culpables a los presos más crueles y desalmados.

Tomé notas lo mejor y más rápido que pude con ese lamentable material de escritura.

—¿A usted también lo hizo sentir culpa?— negó con la cabeza lentamente sin mirarme. —¿Ni una sola vez ha sentido remordimiento por lo que ha hecho?.

—¿No ha pensado en que en realidad lo que he hecho tiene una buena razón? Le dije cuando estábamos en mi celda que...

—Lo entiendo, pero sólo quiero estar segura de que no ha sentido esa clase de emociones.

Volví a apuntar algo en la hoja pero cuando presioné el lápiz de color sobre esta, se rompió.
Definitivamente no podía seguir así.

—Odio no tener mi carpeta o mi cuaderno— dije lanzando el lápiz y la hoja a la parte de atrás del auto. —No puedo seguir sin eso, lo lamento.

Lo escuché reírse un poco, pero cuando lo miré ya había dejado de hacerlo. Por lo menos era discreto.

Me acomodé en mi lugar y miré por la ventanilla.
Quise centrarme en la tarea de encontrar la estrella más grande, pero poco a poco mi mente me llevó al baño de ese restaurante de nuevo y sentí otra vez los labios de ese hombre en mi cuello.

Me llevé la mano a la zona y me frote para tratar de quitar esa sensación, pero era inútil.

—¿Le hizo daño?— preguntó bajo Ryan. Lo miré y negué lentamente. —Lo hizo. Mire sus brazos y véase al espejo.

Levanté ambos brazos sin entender y ahí estaban unas marcas de color morado que ni siquiera yo había visto hasta ese momento. En el espejo del coche comprobé que también su golpe en mi mejilla había dejado marca.
Eran sus manos marcadas en mi piel. Lo que me faltaba.

Toqué uno de los moretones y me di cuenta de que en serio dolía.

—¿Aún piensa que estuvo bien que no lo matara?.

—Por supuesto— me apresuré a decir. —Pero...te agradezco que me salvaras. Si no hubieras llegado a tiempo yo...

—¿Acaba de hablarme de "tu", Doctora?— me miró sonriendo de lado.

No me había dado cuenta. Era la primera vez que lo hacía en voz alta.

—Eso creo.

Se rio un poco y después comió una papa frita de la bolsa de papel.

—Si tengo que salvarla de una violación para que me hable así, no quiero ni saber que tengo que hacer para conseguir su afecto.

Ahí te liberaré...Where stories live. Discover now