Capítulo 9 Emergencia.

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Esa noche Jared se quedo a dormir en mi departamento.

La verdad era que se sentía bien después de tanto tiempo tener a alguien bajo mi mismo techo. No supe que me sentía insegura en medio de mi soledad hasta que dejé de sentirme así.

Ambos nos quedamos dormidos en mi sofa cuando veíamos la televisión.
Cuando abrí los ojos a mitad de la madrugada, él tenia su cabeza hacia atras y yo estaba recostada en su pecho.

Me levante y busque una manta para cubrirlo. Después me fui a mi cama y dormí tranquilamente.

Yo tampoco iría a trabajar así que me permití apagar la alarma. Normalmente me despertaba a las seis de la mañana para ir al trabajo, pero hoy cuando abrí los ojos para ver el reloj de mi mesa de noche, ya marcaba las once y media.

El olor a café caliente me llegó desde afuera, pero la voz de Jared no quedaba con el ambiente de paz.
Salí de la cama y camine a la sala, él estaba parado junto al sofa y una charola de galletas junto con dos cafés me esperaban en la mesa.

—Ya se que hace horas debía estar ahí pero tengo algo importante que hacer...— Se giro y me miro —algo muy importante... No, no voy a ir... Sea lo que sea que ocurra se las pueden arreglar sin mi...¿¡Cómo es eso posible!?...¿¿¿¡¡¡Acaso soy el único oficial que trabaja en el penal!!!??? ¿¡Cómo dejaron que ocurriera!?...

Eso no suena bien.

—¡Pues no me queda de otra! ¡Solo traten de que no los maten antes de que llegue!.

Colgó el teléfono y me miro, después al café.

—¿Pasó algo?—. Pregunte.

—Si, los presos se están amotinando. Lo siento, Denisse, de verdad quería que fuera una linda mañana para usted pero..., no voy a poder ni siquiera beber el cafe que compre para nosotros. Tengo que irme ya.

Suspiré y asentí.
Trataba de ocultar que estaba preocupada por si lo que estaba ocurriendo era culpa de que Jared no había ido a trabajar.

—Me cambiare rápido, yo voy con usted.

Sólo una loca querria ir a meterse en medio de un motín.

A toda prisa me vestí y después nos fuimos en mi auto al penal.

—Te quedaras en el auto, ¿De acuerdo?—. Me dijo en el estacionamiento.

—No, yo quiero...

—Por favor.

No iba a hacerlo cambiar de opinión, así que solo me quede callada en el auto hasta que él desapareció en la puerta.
Entonces abrí la puerta del auto y salí corriendo también hacia la entrada.

—¡Los necesito a todos aquí, nada de vacaciones...!— Él oficial que siempre estaba sentado ahora estaba dando vueltas por todo el espacio donde estaba su escritorio —¿¿¿¡¡¡Acaso no entienden la palabra "motín"!!!???.

Cuando me vio colgó el teléfono.

—¿Qué ocurrió?.

—No tengo idea, doctora. Sólo de repente todo eran armas y golpes alla adentro. Todos quieren salir y no hay personal para detenerlos—. Rodeo el escritorio —Hagame un favor y llame a todos los numeros de la lista para que vengan mientras voy a ayudar a los pocos oficiales que tengo.

Asentí y corrí a tomar el teléfono.
Mis manos temblaban a causa de todo el ruido y los gritos que se escuchaban. Él aire estaba contaminado con humo y se escuchaban disparos. Nada bueno ocurría dentro.

De la nada comenzaron a salir hombres con uniformes blanco y gris. Eran predios que estaba escapando.

Se me callo el teléfono al suelo cuando tres de ellos me miraron fijamente y retrocedieron hacia mi.

—Una mujer, chicos—. Susurro uno.

—Es la doctora de Ryan—. Trague saliva como si fuera una bola de algodón en mi garganta y me pegue a la pared para alejarme mas.

—¿De Ryan?.— Sonrió malicioso —¿Se enojara si la usamos nosotros?.

¿Usarme para qué?.

El mas grande se acercó a mi y tomo un mechón de mi cabello para olerlo.
Me llené de asco.

—Por favor...no—, susurré —por favor.

Sentí algo frío y puntiagudo en mi cintura. Era una navaja.

—¿Qué dijo, doctora? No la escuché.

Comenzaron a carcajearse y otro de ellos me toco una pierna.
Ya sabía a qué se referían con "usar".

Mi respiración se aceleró y me daban escalofrios cada que me rosaban la piel.
Esto además de ser humillante era asqueroso.

De pronto uno de los se hizo hacia atrás con un movimiento violento y callo al suelo. Era el mas grande.

—Alejense—, la voz gruesa era de Ryan —y si, claro que me molestaría que la usaran.

—No te metas, Tucker—. Uno de los otros dos le puso una mano encima y el la quitó violentamente.

—Eso me sonó a reto.

Diablos. Mas violencia.

Mientras todos los presos corrían por todos lados, Ryan y esos tres se miraban retadores a lo ojos.

—Bien. Quedatela.

Escupieron en mis zapatos y se fueron. Mi cara debía estar enmarcada en un póster de película de terror.
Solo entonces solte todo el aire que contuve desde que él llegó.

—Gracias—. Dije.

Me miro y después miro el caos que había al rededor de nosotros. Si me dejaba no tardarían en llegar mas personas y hacerme lo mismo de lo que me había salvado.

—Maldición—, lo escuche decir bajo y, después de discutir un rato con el mismo volvió a mirarme —Vamonos.

—Pero...Jared.

—Si se queda va a estar muerta para cuando salga. ¡Ahora corra!

Me tomo del brazo fuertemente y comenzó a correr. Comencé a hacerlo también hasta unos segundos después cuando reaccioné.

Salimos del penal y fue entonces cuando entendi todo. 
 

Ahí te liberaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora