Epílogo.

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Ryan:

Mis manos estaban hechas un puño y mi entrecejo fruncido.
La situación me parecía lo más desagradable por lo que había pasado siempre, y eso que estuve muchos años en prisión.

—¿Aun sabes disparar?— le pregunté a Ívon.

—La última vez que lo hice fue cuando escapamos en el avión...

—Y me diste en las costillas.

—¡Ya te pedí disculpas muchas veces por eso y después de todos estos años no lo superas!— se sobresaltó.

—¿Qué historia se supone que cuente en la cena de navidad si no es esa?— me excuse. La verdad era que seguía resentido.

—Quizá cuando trataste de explicarle el ciclo menstrual a Evee porque perdiste una apuesta con Denisse...

—¡No es momento para hablar de eso!— levanté las manos en el aire. Examiné su ropa. —Por el amor de Dios, ¡arréglate esa camisa! Pareces un vagabundo.

—¿¡Yo un vagabundo!? ¡Tú ni siquiera llevas traje...!

—Mi elegancia es natural, caraj...

—¡Madre, papá iba a decir de nuevo su palabra!.

Mi muchacho Jared salió de la cocina ajustándose el moño del traje y caminó hacia la sala con nosotros.

—Muchacho soplón— le dije.

—Hola, tío— abrazó a Ívon. —Lo siento, si no se lo digo me amenazó con mostrarle a mi chica el álbum.

También me abrazó y me apretó fuerte.
Era increíble cuando había pasado el tiempo ya, tanto que mis chicos, Evee y Jared ya se graduaban hoy de la preparatoria.

Mierda. Me sentí un anciano.
No le digan a Denisse que utilicé esa expresión, por favor.

—¡Dije que no quería a nadie soltando maldiciones esta noche!— escuchamos a mi mujer en el piso de arriba junto con el sonido de las zapatillas en la madera del suelo. —¡Todo tiene que salir perfecto y cortaré cabezas si en mi video de recuerdo alguien dice una mala palabra!.

Y salió a la luz del primer piso desde lo alto de las escaleras una hermosa mujer de curvas marcadas, piel blanca, ojos hermosamente brillantes y labios rojos, del mismo color de su vestido ajustado.
Me parecía increíble tan solo el hecho de que ese hermoso ángel estuviera caminando en mi casa, imaginen el orgullo que sentía al pensar en que era la madre de mis hijos y mi esposa.
Mi amada Doctora Hokin.

Uf, cielo...— se me fue el aire por un momento al verla.

—Que bella estás, Denisse.

—Simplemente hermosa, mamá.

—Sí, si, si, y es mía— caminé hacia ella y le di la mano para que acabara de bajar las escaleras.

Me sonrió y dio una vuelta mostrándose juguetona.

—¿Te gusta?.

—Me encanta— le besé los nudillos. —¿Dónde está Evee? Se hace tarde...

—Oh, gracias por recordármelo— me soltó la mano y caminó al centro de la sala de estar para hablarnos a todos. —Escuchó a su padre, a su tío y su hermano hablando sobre un arma y sus habilidades para usarla esta noche si algo salía mal con el muchacho.

Eso me recordó lo enojado que estaba hace unos momentos.
Un inútil y enclenque adolescente hipster iba a recoger a mi niña para llevarla a su baile de graduación.

Ahí te liberaré...Where stories live. Discover now