Capítulo 16 Vermont.

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En cuanto estuve de vuelta a la carretera, me percaté de que Denisse estaba llorando y trataba de ocultarlo alejando el rostro de mi campo visual.

Por el rabillo del ojo la vi morderse los labios para no hacer ruido con su llanto mientras se frotaba el cuello.

—Cálmese, no fue para tanto— dije volviendo los ojos al camino.

Me miró un segundo y después volvió a su posición inicial, sólo que ahora se mordía con más fuerza los labios.

—Me hizo daño, Señor Tucker.

—¿Salimos vivos o no? Sólo hice lo que tenía que hacer para...

—Entiendo— apenas pude escucharla.

Me di cuenta de que hablar simplemente la haría llorar aún más, así que la deje tranquila y seguí manejando lo más rápido que pude. No me podía detener ni un segundo más a perder el tiempo preocupándome por ella. Escape de la policía por tanto tiempo porque no tenía que pensar en dos personas y si quiero que no me atrapen, tengo que hacer lo mismo ahora.

No te sientas culpable, Ryan, ni siquiera la lastimaste...¿O si?.

Pasamos mucho tiempo en silencio, hasta que los hermosos paisajes de Vermont comenzaron a rodearnos.
Una de las cosas más bellas que había conocido eran los otoños en esta ciudad y tenía la suerte de que justo ahora nos encontrábamos en esa estación.

Las hojas de los arboles caían sobre el parabrisas del coche. Había tonalidades de café, naranja, ámbar y amarillo por todos lados. Era en verdad muy bonito.

—Es increíble— la escuché susurrar mientras bajaba la ventanilla.

Pensé en no dejar que saliera del auto, pero después de recordar como la había tratado cuando estábamos en el autoservicio me pareció que se merecía tener algo de libertad.

Bajé la velocidad y ella saco una mano por la ventana para atrapar una de las hojas grandes que volaron junto a nosotros.

La mire tomarla y después analizarla cuidadosamente para no romperla. Volví a conducir a velocidad normal.

—Jamás había estado en Vermont— dijo.

—Qué extraño. Uno la ve y creería que ha viajado por todo el mundo.

—Nunca había salido de Maine.

Se quedó pensativa mientras miraba fijamente la delicada hoja en sus manos y yo no quise interrumpirla.

Así estuve todo el camino mientras me alejaba del límite de Vermont y entraba en la carretera que nos llevaría a Nueva York.
Esa era una ciudad muy agitada, podría detenerme en algún hotel de paso para descansar.

—Cuando lleguemos Nueva York rentaré un cuarto en algún lugar barato para dormir— dije una vez que estuve tranquilo con la lejanía que teníamos de Vermont.

Ella asintió.

—Necesito ir al baño.

—No quiero parar hasta llegar— la miré. —¿Sabe qué significa eso?.

—Que no le importa si me hago del baño en el auto.

—No era eso lo que quería...— No sé qué demonios estaba haciendo discutiendo tonterías con ella. —¿Sabe qué? No me importa, tiene razón.

Eran alrededor de las seis de la tarde cuando encontré un hotel a un lado de la carretera que prometía ser bastante barato. También se veía viejo y descuidado, pero lo importante era que nos alcanzaría con el dinero que tomé de la casa de la Doctora.

Ahí te liberaré...Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt