Capítulo 24 Duerma conmigo.

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Los minutos que transcurrieron después de que comprendí todo, no los recuerdo con claridad. Estaba demasiado inmersa en mi mente que no escuchaba nada ni sabía lo que estaba haciendo.

Únicamente reaccione cuando alguien dejó una taza con algo caliente dentro frente a mi junto con un par de píldoras.

—Bebe, linda. Debe ser estresante soportar a mi yerno tanto tiempo en un lugar tan reducido como un coche— me sonrió Bianca desde el otro lado de isla en la cocina.

—¿Qué es?— puse mis dedos alrededor de la taza para calentarme.

—Has pasado por mucho en estos días, pero te aseguro que no tienes razón para desconfiar de mí.

Miré a Ryan a un lado de mí y este me guiñó un ojo. Seguramente le había contado todo mientras yo pensaba y no me di cuenta.

Me bebí el contenido de la taza y me trague la píldoras.

—Entonces...¿Un motín?— dijo Bianca riéndose. —¡Caray! Me sorprendiste. En las cartas me dabas a entender que te iban a liberar.

No supe si era por el efecto de las píldoras, pero me sentí con el ánimo de reír un poco.

—Ningún juez competente le hubiera dado la oportunidad de pensar siquiera en salir del penal— dije dándole otro trago a la taza.

Ryan sonrió al verme bromeando.

—Sí, bueno. El punto es que necesito donde quedarme un par de días. Un policía loco por la Doctora Hokin está empeñado en seguirme hasta el fin del mundo.

—Claro, aquí pueden quedarse, ni siquiera yo estaba enterada del motín en Maine. Seguro esos mediocres que tengo por vecinos tampoco lo saben aún.

Suspiré aliviada por escuchar de su boca que efectivamente estaríamos tranquilos en esa casa. Estaba cansada de escapar de estado en estado sin descansar.

—¿Cómo terminaste metida en esto?— me preguntó Bianca.

—Quería escribir un libro basándome en las conductas delictivas del Señor Tucker y terminé por comprometerme a ayudarlo en lo que me pidiera...

—Una pésima idea, por supuesto— me interrumpió él.

—Acabe ayudándole a sacar a su guardia para que pudiera hacer el motín.

Bianca escuchó toda la historia sorprendida y algunas veces divertida. Parecía conocer lo que vendría después de cada momento narrado por mí, algo que atribuí a lo mucho de debía conocer a Ryan.

Después de un rato mis palabras comenzaron a no tener sentido y mi voz a sonar algo graciosa. La cocina daba vueltas y me sentí extrañamente relajada.
Me estaba divirtiendo de verdad.

—No sé qué es esto pero quiero más— dije empujando la taza hacia el otro lado de la isla.

—Tómelo con calma, Doc— Ryan me puso una mano en el hombro.

—Ya no tengo frío, ¿alguien más tiene calor?— me dispuse a quitarme la blusa pero él me detuvo. —¡Ey! Tengo calor...

—¿Le pusiste alcohol a su chocolate caliente, Bi?.

—Y le di calmantes, si— se rio. —Mañana va a despertar como nueva. Estaba hecha un desastre por tu culpa, bruto.

—Sí, bruto— concorde con Bianca y después me agarre la cabeza. —¿Quién puso a girar la cocina?.

Ryan se levantó de su silla y me ayudó a bajar de la mía.

—Creo que tengo que llevarla a dormir. ¿Aún está la habitación de visitas en el mismo lugar?.

—Nada en esta vieja casa ha cambiado, Ryan.

—Bien— me hizo pasar un brazo sobre sus hombros y después me levanto como si mi peso no fuera nada.

Subimos por las escaleras de la sala y llegamos a un segundo piso.

—Quiero otra taza de esa cosa— dije mientras Ryan abría una puerta.

—No quiero alcoholizarla.

—No estoy ebria, pero quizá debería estarlo para olvidarme un rato de todo lo que ha pasado.

—No ha pasado nada lo suficientemente malo para que yo permita que pierda la conciencia con una botella de wiski.

—¿Es lo que le puso al chocolate? ¡Quiero más!.

Se rio un poco y después me bajo dentro de la habitación.

—Nada de wiski, Doc. Solo necesita descansar.

Mire a mi alrededor y busque alarmada otra cama además de la individual que estaba en una esquina del cuarto o por lo menos un sofá.
Cuando me di cuenta de la razón por la que lo estaba buscando tan desesperadamente me sorprendí a mí misma. Estaba asustada de que Ryan fuera a dormir lejos de donde estaría yo.

—¿Pasa algo?— preguntó Ryan.

—El wiski que bebí no es suficiente para no avergonzarme de decirle esto...

Me abracé a mí misma y lo miré a los ojos. Pareció darse cuenta de mi incomodidad porque inmediatamente aparto la vista y cambió el tema.

—Le pediré un pijama a Bianca para que duerma tranquila. En esa puerta hay un baño que puede usar.

Y no lo pensé dos veces para irme en esa dirección y encerrarme en el baño. Unos segundos después estaba desvestida dentro de la ducha usando todos los productos que encontré.
No sabía cuándo tendría otra oportunidad de usar un baño de casa como este.

Escuche que alguien llamaba a la puerta justo al mismo tiempo que me envolvía en una toalla.

—Soy yo— dijo Ryan. —Te traje un camisón.

Me seque y termine de envolverme en la toalla para salir del baño.
Ryan estaba parado a un lado de la puerta esperando y note que evitaba morar hacia abajo cuando se percató de que solo usaba la toalla.

—Gracias— le dije tomando la tela de sus manos y extendiéndola. Él se rio bajo.

—Ella es mucho más grande que usted, claramente— dijo viendo el camisón.

Era perfecto. Esta noche iba a dormir placenteramente, claro, eso si mi temor no se hacía insoportable.
Me pase el camisón por la cabeza y lo acomode en mi cuerpo para después dejas caer la toalla.

—Usted quería decirme algo antes...

—No tengo idea de a lo que se refiere— dije caminando a la cama y sentándome entre las mantas y las almohadas esponjosas.

—Bien, entonces me iré. Estaré durmiendo en el sofá de la sala de estar si...

—No, espere— lo detuve antes de que saliera de la habitación. Se quedó parado en medio del marco de la puerta y me miró. —Si necesito algo de usted.

—La escucho.

No sabía que decir, así que simplemente lo dije como era.

—Son...los ataques de pánico— trague saliva. —No quiero estar sola, he tenido muchos en un corto lapso de tiempo y usted ha sido la clave para calmarme. Ahora tengo miedo de dormir alejada de usted.

Él tampoco sabía cómo tomarlo, entonces se quedó callado un momento para después dar un paso dentro de la habitación y cerrar cuidadosamente la puerta.

—¿Quiere que me quede hasta que este dormida?.

—En realidad le estoy pidiendo que duerma conmigo, Señor Tucker.

Ahí te liberaré...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora