Capítulo 18 Pánico.

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En un punto de la noche el sueño fue demasiado como para seguir escuchando lo que el señor Tucker me decía.
Me quedé dormida un rato después de que comenzara a hacerme preguntas, pero mi mente no dejó de trabajar, así que, en el momento en que cerré los ojos, comencé a tener pesadillas.

Estaba en un juzgado, me estaban interrogando.
Había caminado por esta sala tantas veces sin sentir nada, pero esta vez era distinta. Mis manos sudaban y algo me oprimía fuertemente el pecho.

—La estamos esperando, Doctora.

La voz del juez sonó por toda mi cabeza y, cuando miré mis manos buscando algo con que perder tiempo, me di cuenta horrorizada de que sostenía un arma de fuego.

—Doctora Hokin, la estamos esperando.

No había nadie en la sala, solo una sombra en las bancas. No podía ver su rostro ni saber quién era.
Me estaban pidiendo que lo matara. Ellos quieren que le dispare y lo mate.

—No. No lo haría, esto no es correcto— dije asustada. —No quiero hacerlo.

—La estamos esperando, Doctora Hokin.

—¿Qué esperan? No voy a hacerlo.

Esa voz me seguía diciendo que solo me estaban esperando y yo lloraba para tratar de callar ese horrible sonido que producía al pedirme que lo matara.
Nada podía lograr que se callara, ni mis gritos, ni mi llanto, ni las suplicas.

Estaba aterrada, cuando de repente alguien me tomo del hombro y me sacó de la pesadilla.

Abrí los ojos de golpe y me senté en la cama tomando una gran bocanada de aire para recuperar el oxígeno que no respiré desde no se cuánto tiempo.

—¿Qué le pasa?.

El señor Tucker tenía una mano en mi hombro y estaba arrodillado a un lado de la cama. Me miraba preocupado como si llevara mucho tiempo llamándome sin obtener respuesta.

—Doctora, ¿Qué fue eso?.

Me puse una mano en la frente y trate de calmarme.
Mi respiración seguía siendo irregular, así que tarde un rato en contestar.

—Fue una horrible pesadilla a causa de un ataque de pánico previo. Ahora es un ataque de pánico a causa de una pesadilla previa.

Mi pecho subía y bajaba conforme mis intentos de respirar normalmente crecían.
Miré la mano de Ryan en mi hombro.

—¿Usted me despertó?— pregunté.

—La llamé muchas veces sin tener resultados. Despertó cuando la toque.

No era posible. De todas las cosas que pueden sacarme de un ataque de pánico, de todas las formas con las que puedo calmarme, tenía que ser el señor Tucker quien me calmara en estos momentos.

—Comienza a preocuparme su manera de respirar— me dijo.

—Estoy bien, solo déjeme recuperar el aliento.

Quizá mi diagnostico hacia mi misma era erróneo, entonces me alejé un poco para que su mano callera, pero cuando me soltó y sentí de nuevo como me comían los nervios me di cuenta que estaba en lo cierto.
Por supuesto, yo nunca doy un mal diagnóstico.

—Señor Tucker, ¿podría hacer algo por mí?.

Se sorprendió un poco pero al final accedió.

—¿Qué necesita?.

—Ponga su mano un mi nuca, por favor.

Tardó mucho en responder, para mi parecieron años.

—¿Qué?.

—Solo...por favor hágalo.

Se lo pensó un rato más pero termino por hacer lo que le pedí.
Se sentó junto a mí en la cama y puso su mano en mi nuca de una manera suave. La calma comenzó a invadirme y pronto estaba recibiendo oxigeno libremente en mis pulmones, entonces confirme lo que ya había pensado.

Ryan solo me miraba esperando que le explicara y por un momento me avergoncé de necesitarlo para esto.

—La manera de sacar a alguien de un ataque de pánico es diferente dependiendo de cada persona. Unos hacen respiraciones, tocan algo frío, tararean o incluso se abrazan a sí mismos hasta que se sienten mejor...Yo jamás había tenido un ataque de pánico, mucho menos sabía cuál era mi forma de salir de ellos.

Los dedos de Ryan jugaron cariñosamente con el cabello de mi nuca, lo cual hizo aún más rápido el efecto.

—Ya puede soltarme, gracias— aparto su mano y yo le sonreí.

—Creí que los psicólogos no tenía esta clase de problemas consigo mismos.

—Somos un humano como cualquier otro.

—¿Y entonces va a decirme que su manera de salir de un ataque de pánico es que alguien le toque la nuca?.

Sonaba muy gracioso explicado de la manera en que él lo decía.

—No. Eso es muy específico, señor Tucker. Me tranquiliza el contacto físico con otra persona— asintió. —Lo lamento, pero no había aquí nadie más para...

—Debe estar bromeando, Doctora. Casi se muere por falta de aire y me pide perdón por usarme para calmarse.

No supe que responderle, así que simplemente miré al frente ignorando su mirada aun sobre mí.

Me estaba muriendo de sueño en realidad, pero tenía miedo de que si cerraba los ojos, esa pesadilla tan escalofriante me volviera a atrapar y esta vez no pudieran sacarme.

—¿Se pude saber qué fue lo que soñó?— me dijo.

—No tengo idea de lo que era. Las pesadillas más horribles son aquellas que no son precisas porque se les puede interpretar de mil maneras.

Guardamos silencio un momento más. Ninguno de los dos sabía que decirle al otro.

—Tengo miedo de volver a cerrar los ojos— susurré sin darme cuenta.

Ryan suspiró

—Mañana no conduciremos mucho. Puede dormir tranquila.

—No creo que...

—Insisto en que descanse— buscó que más decir. —¿A quién usaré como rehén si muere de cansancio?.

Creyó que sería gracioso, pero en verdad no tenía ganas de reír.

—Lo lamento, no tengo experiencia en tratar con mujeres y estoy acostumbrado a que en la cárcel todos se cuidan solos.

—No hace falta que cuide de mí, señor Tucker.

Me puso una mano en el brazo y negó lentamente.

—El contacto físico la calma. Si no me muevo de esta cama en teoría no debería seguir teniendo pesadillas, ¿no es así? Vamos, duerma y si aún conmigo aquí comienza a moverse extraño de nuevo yo la despertaré.

Acomodó las almohadas para que cada uno tuviera una y se metió debajo de las mantas.
Antes de que siquiera pensara en dormir, lo mire a los ojos. Ambos estábamos con los rostros hacia el centro de la cama.

—Ryan...

Estaba por pedirle algo con lo que mi orgullo bajaría hasta el suelo pero él llevo a cabo la tarea sin siquiera tener la necesidad de pedírselo.

Tomó mi mano por debajo de las mantas.

—¿Así es suficiente contacto físico?.

Ahí te liberaré...Where stories live. Discover now