Capítulo 5. Decirnos la verdad*

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Nunca supe que pasó
cómo fue que comenzó
nunca me pediste hablar...

Clara iba caminando en dirección a la mansión Benson mientras tarareaba una canción, ya estaba atardeciendo pues había pasado mucho tiempo en el parque platicando con Nico. Al despedirse él le había insistido en acompañarla, ninguno de los dos sabía como iba a reaccionar Ámbar al verla, pero de algún modo ella sentía que debían hablar a solas.

Se detuvo frente a la mansión y sintió sus piernas flaquear, su estómago iba a explotar, jugueteó un poco con sus manos. Estaba tan nerviosa que sin atreverse a pensarlo dos veces tocó el timbre. Después de un momento la puerta se abrió

–Señorita Clara, ¡qué gusto verla!–sonrió Amanda, la sirvienta de la mansión. Clara pensó que al menos a alguien ahí le daría gusto verla

–Hola, Amanda–procuró sonreír también–¿Está Ámbar en casa?

–Lo siento, la señorita no está, dejó dicho que volvería muy tarde, ¿Desea dejarle algún recado?

–No, gracias Amanda. Será mejor que la busque mañana en el colegio.

–Seguro le dará mucha felicidad volver a verla.

Clara sonrió ahora con nerviosismo–Seguro.

...

Al regresar a casa Clara entró de nuevo a su antigua, ahora nueva habitación. Se sentó en su cama y suspiró, las cosas no habían salido como lo planeó, tendría que esperar al día siguiente para hablar con su amiga, y conociendo a Ámbar como la conocía, estaba segura de que no le gustaría nada no haber sido la primera persona a quien Clara buscó al regresar, pensaría que no le interesaba, lo cual no era para nada verdad.

Caminó hacia la última caja que le faltaba por desempacar, la colocó sobre la cama y la abrió, sacó de ella varios libros que colocó en su estante, un zorro de peluche que le había regalado su papá a los tres años, un pequeño joyero que contenía, entre otras cosas, una cadenita con la plumilla que Nico le había regalado cuando ella cumplió diez años, y que ahora era acompañada por otra plumilla que otra persona muy especial le había regalado recién. Sacó un par de porta retratos y los colocó en el pequeño mueble junto a su cama y, por último, sacó su diario. 

No era un diario en donde ella escribía los sucesos de su día a día, era un diario donde ella escribía sus propias canciones, frases especiales y sus pensamientos más profundos. Estaba por guardarlo en el mueble junto a su cama cuando de él cayó al piso una fotografía de ella en medio de Nico y Ámbar, tendrían aproximadamente unos ocho años, estaban en la banca de aquel parque, cada uno con un helado en la mano y mirándose sonrientes, Clara la recogió y la observó, en ese entonces ni se imaginaban que el destino los iba a separar, pero ahora el mismo destino los había juntado de nuevo.

Miró los porta retratos que recién había colocado en su mueble, en una de las fotografías estaba con su padre, en un restaurante en México donde cenaron el día que Clara cumplió diecisiete años, después de la cena su padre la llevó al concierto de su cantante favorita, quien casualmente se presentaría ese día. Su padre había batallado mucho para conseguir los boletos, y ese había sido uno de los días más felices en la vida de Clara, más que por la cantante, por la compañía de él; la castaña lo amaba con todo su corazón y se sentía tan agradecida que se prometió a sí misma que procuraría nunca decepcionarlo, a pesar de que sabía que él no apoyaba su sueño de dedicarse a la música. En la otra fotografía estaba ella tocando el piano en la academia de música a la que iba por las tardes, pero decidió que, aunque amaba la música, había algo en su vida que ella ha amado mucho más, así que sacó la foto, colocó la de ella con sus amigos de la infancia y volvió a acomodar el porta retratos en su lugar. Abrió su diario y metió la foto de ella tocando el piano. Pasó las hojas y escribió algo antes de cambiarse para dormir.

"Es mejor hablar,
sacar las piedras del camino.
Empezar.
Volver de nuevo al principio,
es más fácil.
Vamos a decirnos la verdad."

...

Al día siguiente, Ámbar caminaba por los pasillos del Blake South College junto a sus inseparables amigas, a lo lejos vio a Matteo al lado de sus otros dos amigos, por lo que caminó en su dirección.

Las chicas llegaron a donde estaban los tres chicos y los saludaron. Ámbar dejó a Matteo al final, se acercó, le dio un corto y tierno beso y se perdió entre sus brazos. al separarse Matteo la miró a los ojos, definitivamente no había en el mundo un hombre más afortunado que él.

Delfina los observó con ternura, y luego volteó a ver a Gastón con cierto anhelo en sus ojos, el castaño sintió su mirada y no pudo evitar corresponder su sonrisa.

Escucharon el timbre y todos se despidieron para caminar a sus salones, Ámbar compartía clases con sus amigas y Ramiro, Gastón y Matteo tenían un horario diferente al suyo. Mientras caminaba hacia su clase se preguntaba en qué momento vería a Clara. La noche anterior cuando llegó a la mansión después de pasar todo el día en casa de Matteo, Amanda la había recibido con la noticia de que Clara había ido a buscarla y que le había dicho que la vería en el colegio, Ámbar sabía lo que eso significaba, ella había vuelto y no sabía qué tanto le disgustaba esa noticia.

...

Gastón iba corriendo hacia su salón, había elegido el peor momento para querer ir al sanitario, Matteo ya se había adelantado para no recibir otro retraso, por lo que al fin llegar Gastón abrió la puerta y entró disculpándose con la profesora.

–Perida, tarde–respondió la profesora con seriedad–Pase a su lugar.

–Lo siento –volvió a disculparse y caminó hacia su asiento al lado de Matteo, al sentarse notó a la chica que estaba parada al lado de la profesora, y a quien no había visto por entrar tan a prisa. 

La chica era alta, de ojos cafés, con una larga cabellera castaña que caía sobre sus hombros en perfectos rizos. Gastón la observó sin poder creer que hubiera regresado, ella encontró su mirada, pero inmediatamente regresó su atención hacia la profesora.

–Jóvenes, les presentó a su nueva compañera de curso, Clara Molina. Por favor, Clara, toma asiento en aquel lugar–ordenó señalando un asiento vacío en la primera fila.

Gastón no lo podía creer, Clara había vuelto. Lo único en lo que podía pensar era en si Ámbar lo sabría.

Al terminar la clase Clara se quedó paralizada en su asiento, lo que menos esperaba era encontrarse con Gastón antes que con Ámbar. Sabía que no habría forma de esconderse de él, era claro que compartían el mismo horario así que tendría que verlo todo el día, todos los días. Decidió que lo mejor que podía hacer era evitar entrar a sus clases hasta que sus profesores entraran, no quería arriesgarse a tener que enfrentarlo antes que a Ámbar, no sabía si ella sabía sobre lo que pasó entre ellos, pero de algún modo estaba segura de que Gastón se lo había dicho.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no notó cuando el salón se vació por completo, suspiró y comenzó a recoger sus cosas para salir también, pero al momento en que se levantó la vio entrar. Ahí estaba su mejor amiga, con un rostro indescifrable, mirándola fijamente con sus intensos ojos azules. El momento del reencuentro había llegado.

DestinadasWhere stories live. Discover now