XLIV - Perdón

5.3K 371 26
                                    

×××

"Perdóname Bambi, por favor..."

×××

Era domingo y Angela estaba en la cocina junto a Peyton preparando el almuerzo para su paseo a la playa con el hombre que ambas amaban.

—Mira Bambi, hice un sándwich para papi. —La pequeña le mostró el sándwich a su hermana. — le hice una carita feliz. —Habló abriendo el bocadillo y mostrando la cara aplastada hecha de salsas.

—Estoy segura que le encantará. —su hermana guardo las comidas en la canasta y abrazó a la menor quien estaba sentada en un taburete. Dejó pequeños besos en sus mejillas y la niña río. —Iré a buscar a Niall, tú mientras termina tu jugo. —La pequeña asintió y tomo su vaso con pajilla de frozen que el mayor le había regalado.

Angela salió de la cocina y vio la puerta principal entreabierta. Se acercó a paso lento y se encontró con la imagen de Niall junto a la mujer que más daño le había hecho en su vida, su madre.

—Aquí está tu dinero. —Él mayor le entregó un maletín.

— ¿Quién diría que te gustaría comprar a mi familia? Primero Angela y ahora Peyton. Es un placer hacer negocios contigo Horan, espero que disfrutes de mis hijas, pues ahora te pertenecen. —La mujer sonrió satisfecha viendo los fajos de billetes dentro del maletín para luego cerrarlo.

—No quiero que vuelvas a acercarte a ellas, si es posible múdate de este maldito país y no regreses. —Gruñó el castaño serio.

—Tranquilo, con este dinero no será necesario. Que las disfrutes. —La mujer se dio la vuelta y se marchó con una sonrisa llena de satisfacción y un maletín millonario.

El hombre suspiro cansado y abrió la puerta de la casa para ver a Angela quien tenía sus ojos cristalizados.

—Amor... —Niall trago en seco al darse cuenta que su ángel lo había visto todo. Quiso acercarse pero la J
joven retrocedió.

— ¿Cómo pudiste? —Las lágrimas salían sin detenerse, empapando aquellas mejillas rosadas que el hombre tanto amaba. — ¿Por qué Niall? ¿Por qué lo hiciste?

—Amor, no es lo que crees. Déjame explicártelo por favor. —La joven se alejó nuevamente impidiendo que el pudiese tomar su mano.

—Yo me vendí a ti porque necesitaba el dinero y tú querías mi cuerpo, ¿Pero Peyton? ¿Qué pretendes de tenerla a ella? —Angela escupía sus palabras con rabia. — ¡Ella no merece ser comprada como un maldito objeto!

—Amor, escúchame por favor, yo no compre a Peyton. Sé que suena extraño e incluso pueda serte doloroso, pero tu madre solo había regresado por dinero. No quería que te aleje de Peyton, ni tampoco quería que te alejaran de mí, tú y ella son mi familia Angela y era capaz de hacer cualquier cosa por ustedes. Por eso fingí comprarlas, pero jamás podría hacer eso.

— ¿Ah no? ¿Y qué hay de mí? ¡Me compraste Niall! ¡Fui tu maldita muñeca cuando me conociste!

—Jamás pagué creyendo que me perteneces Angela, siempre tuve en claro que solo quería tus servicios. Y luego tú... Me enamoraste. Jamás me perteneciste y sé que jamás lo harás porque, maldición, eres una persona, las personas no deben ser vendidas como objetos. Y aunque tú y tu hermana sean las joyas más hermosas que vi en mi vida, sé que jamás me pertenecerán, porque son libres. Yo solo soy el hombre que las amará por el resto de su vida, el hombre que quiere que sean felices. —La joven no podía evitar sollozar abrazándose a su propio cuerpo, Angela quería creerle, quería confiar en sus palabras, pero tenía miedo, no quería que su hermana fuese tomada como un objeto, no quería que Peyton tuviese su mismo destino, la pequeña no lo merecía.

El mayor suspiró y la aferró a sus brazos confortándola, brindándole su amor y su calor. Angela sollozo en su pecho, estaba asustada, no quería que su hermana se sintiese como ella, y es que Peyton era muy pequeña para entenderlo, pero Angela no. La joven se había intentado negar a aquel pensamiento durante mucho tiempo, pero siempre regresaba a su mente. Y es que la realidad era que Angela no se sentía dueña de su vida, sentía que le pertenecía a Niall por todo lo que había hecho por ellas.

— ¿En verdad te sientes así? ¿En verdad piensas que me perteneces? ¿Te sientes un objeto? —El mayor tomo su rostro con delicadeza y la joven sollozo en respuesta. —Oh amor, de verdad nunca quise que te sintieses así. ¿Por qué no me lo habías dicho?

—Tenía miedo. —susurro por lo bajo. —Te amo demasiado y no quería que me vieras como una mal agradecida. Tú has hecho tanto por nosotras y yo... Yo no puedo hacer más que pertenecerte.

—Angela... —La menor levantó su vista y se topó con aquellos orbes azules que la observaban. —Siempre he sido sincero contigo amor, nunca me perteneciste y jamás lo harás, eres una persona, no un objeto. Y todo lo que hice fue porque te amo, lo único que quiero a cambio de ti es que me ames tanto como yo a ti.

La joven no dijo palabra alguna y se aferró al cuerpo del mayor sollozando en suplica.

—Lo siento... Perdóname.

—No hay nada que perdonar amor. —Angela lo observo por unos momentos y no dudo en aplastar sus labios a los del mayor. Sentía el dolor irse y se sentía más tranquila luego de haber sido sincera con él hombre. —Te amo...

—Te amo mucho más... —Ambos sonrieron, pero se asustaron al oír el ruido de un vidrio romperse. — ¿Qué fue eso? —La menor se separó de su amante y camino a la cocina. — ¿Peyton? —Los ojos de la joven se cristalizaron inmediatamente.

La pequeña estaba arrodillada en el suelo, rodeada del cristal de lo que había sido un vaso, tomando su pecho con fuerza y llorando.

— ¡PEYTON! —Los mayores no tardaron en ayudarla. —PEYTON, AMOR ¿QUE SUCEDE?

—Me... Me... Due... Due...—La menor no pudo decir palabra alguna, el dolor se había hecho más agudo haciendo que el oxígeno ya no entrará en sus pulmones.

—Tranquila princesa, tranquila. —Él mayor la cargo con rapidez entre sus brazos para llevarla al auto y conducir al hospital más cercano.

(...)

Angela estaba aferrada a la mano de su hermana quien dormía por los medicamentos que le habían dado, la niña nuevamente había tenido un ataque. Los médicos habían dicho que se quedaría aquel día en observación y que luego podrían irse.

Su hermana estaba tan asustada, no quería que la pequeña volviese a sufrir, y es que a pesar de que la operación había salido bien aún debía realizar el tratamiento de quimioterapia ya que su enfermedad aún la seguía atacando.

Niall, por su lado, estaba abrazando a su ángel quien no dejaba de observar a la pequeña. Le preocupaba tanto que la niña no mejorará, sabía que era su culpa, y es que en aquellos días de descanso él había alentado a la pequeña a agitarse mucho y Angela siempre le advertía que no podía.

—Es mi culpa. —la joven lo observo a sus ojos. —Tu siempre me decías que no debía correr o agitarse y yo fui un idiota que solo quería verla sonreír.

—No es tu culpa amor. —Angela tomo su rostro entre sus manos. —Lo que le sucede a Peyton no es tu culpa, además, esto le sucedió estando tranquila. No puedes culpar te, solo... Solo debemos esperar por su tratamiento.

—Es una pequeña guerrera. —El mayor observo a la niña una vez más. —Igual que tú...

Valley of Angels © |njh|Where stories live. Discover now