XLVI - Eterno

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"Quisiera que este momento fuera eterno..."

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Niall se encontraba sentado en el sofá de la sala, observando con atención a su ángel y la pequeña quienes jugaban en la alfombra del suelo. El hombre estaba completamente perdido por el encanto de aquellas dos jóvenes, en especial con la alegría que la pequeña Peyton desprendía.

A pesar de pasar por semanas duras, la niña aún sonreía tan ampliamente, brindando alegría a cualquiera que la vea y sin detener aquel brillo que la hacía especial.

Angela por su lado intentaba mantener la sonrisa en su rostro frente a los ojos de la pequeña, aunque por dentro su corazón se estuviese destruyendo. Su enfermedad se había expandido y ya no había mucho más que hacer, los médicos no querían darle falsas esperanzas pero le habían advertido que tal vez un día Peyton cerraría sus ojos y no regresaría.

— ¿Y podemos comer espaguetis? —La pequeña miró a su hermana con una sonrisa y ella la observo con tranquilidad.

—Claro, todo lo que tú desees. —La mayor dejó la muñeca que tenía en sus manos y se acercó aún más a la pequeña para abrazarla. —Te amo mucho pequeña.

—Yo también te quiero Bambi. —la niña escondió su rostro en el hombro de su hermana y Angela se tensó.

Le partía el corazón pensar que de un momento a otro aquella sonrisa se esfumaría, aquellos ojos se cerraría y que ya no podría tener entre sus brazos a una de las personas que más amaba. No era justo, Peyton no lo merecía.

Niall se levantó del sofá y se acercó a las hermanas quienes lo observaron, el hombre estaba tan encantado con aquella imagen. La pequeña se lanzó a sus brazos y él le correspondió con gusto.

—Te quiero papi.

—Y yo a ti mi princesa. —Niall tomo con delicadeza la pequeña cabeza de la niña y dejo pequeños besos en su cabello. — ¿Quieres hacer burbujas?

— ¡SI! ¡BURBUJAS! —la pequeña se levantó con rapidez y corrió hasta el mueble donde tomó su burbujero y comenzó a soplar llenando la sala de frágiles pompas de jabón.

Angela se acercó al hombre y éste la abrazo por los hombros mientras observaban la felicidad de la niña con aquel simple objeto.

Las horas pasaron y la pequeña se encontraba recostada en la alfombra con su cabeza sobre las piernas de su hermana, descansando luego de aquella tarde de diversión que los más grandes le habían proporcionado.

—Quisiera que este momento fuera eterno... —Las palabras de Angela resonaron en los oídos del mayor. —Quisiera que la vida la dejara ser feliz, la dejara vivir... —Los ojos de la menor comenzaron a llenarse de lágrimas que rápidamente caían por sus mejillas. —Peyton no merece esto Niall. ¿Por qué ella? ¿Por qué no yo? Daría mi vida porque ella pudiese vivir, ella lo merece más que yo.

El hombre no dudo en abrazar a su ángel y reconfortarla entre sus brazos, Angela, por su parte sollozaba en el pecho del mayor, liberando aquella angustia que le causaba la situación. Tenía tanto miedo, no podía dejar de pensar que podía perder a su hermana en un abrir y cerrar de ojos, y eso la atormentaba.

—Tranquila amor. Sé que duele, lo sé perfectamente. Yo también tengo miedo. —La joven lo observo entre su manto de lágrimas. —Peyton es tan importante como tú, no quiero perderla tampoco, no podría soportarlo... —Angela por primera vez observo los ojos del mayor cristalizados, llenos de dolor.

Y es que Niall estaba enamorado de Peyton, la niña lo tenía loco, lo había adoptado como su padre y él estaba tan encantado con ello, Niall sentía que lo tenía todo estando con su ángel y la pequeña niña que se había vuelto la luz de sus ojos. Eran su familia, y es doloroso perder a alguien de ella, alguien a quien amas.

—Tú le has dado la vida que yo jamás hubiese podido darle. —La joven acaricio su mejilla con delicadeza y seco aquellas lágrimas que habían escapado de sus ojos. —Peyton te ama Niall, la salvaste, la hiciste feliz y eres el padre que nunca pudimos tener.

—Es mi pequeña... Se ha vuelto mi hija, Angela... Desearía poder hacer más por ella, odio esto amor, quiero verlas felices a ambas. Ustedes dos son lo único que necesito para sentirme completo. —la joven sonrió de lado y acercó sus labios para unirlos a los de su amante.

Ambos compartían el mismo dolor, la misma angustia, el mismo miedo. La pequeña se removió en el suelo y comenzó a abrir sus ojos poco a poco, observando a los adultos mirarla con sus ojos rojos por el llanto.

— ¿Bambi? —Su hermana sonrió y acaricio su pequeña mejilla.

— ¿Qué sucede pequeña? —La niña observo al hombre y vio como estaba abrazando el cuerpo de ambas.

— ¿Cuándo te casaras con papi? —ambos rieron y se observaron.

—Será pronto princesa. —El hombre contestó con seguridad. — ¿Tu ayudaras a Bambi con su vestido? —La pequeña sonrió y asintió feliz acomodándose en las piernas del mayor.

— ¿Y tendré hermanos? —Angela río por lo bajo.

—Tal vez algún día la cigüeña los traiga. —Angela estaba tan sonrojada por las preguntas de la pequeña. —Pero tú jamás dejaras de ser mi princesa. —La niña tenía sus ojos brillosos y encantados por las palabras de Niall.

El hombre las abrazo a ambas con cuidado juntando los cuerpos de las dos personas que lo hacían sentir que lo poseía todo.

Cuando se separaron de su abrazo Angela tomó el burbujero de la pequeña y comenzó a soplar, haciendo que la sala se llenará de pompas de jabón. La pequeña sentía todo tan mágico, su risa era la música de los mayores y su sonrisa la mejor obra de arte que podían ver. Sin duda alguna Peyton era la luz de aquellas personas y les era doloroso saber que, aquella luz que tanto brillaba, podía extinguirse y no volver a brillar para ellos.

Una de las pompas de jabón quedó flotando por la sala, brindándole a los mayores la sonrisa de la niña hasta que reventó. Angela no pudo evitar comparar a su hermana con aquel pequeño objeto, su hermana estaba mal y no bastaba mucho para que su cuerpo colapsara y la niña ya no estuviera entre sus brazos.

Según el dicho, la esperanza es lo último que se pierde, y Angela le era fiel a aquellas palabras. A pesar de estar debajo de una tormenta de dolor, ella tenía esperanzas de que Peyton podría salir adelante, su hermana era una guerrera y sabía que daría todo para no irse.

Pero otra parte de sí la hacía sentir que estaba siendo egoísta con la niña, Peyton sufría día a día y no lo merecía, y en circunstancias como aquella, aunque fuese doloroso, lo mejor era dejarla ir.

Niall por su parte era un mar de angustias y dolor, pero no lo demostraba, simplemente intentaba concentrarse en hacer que los días de la niña fuesen los mejores, que su sonrisa no se apagara, porque sabía que cuando ella dejara de sonreír, Angela caería...

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Valley of Angels © |njh|Where stories live. Discover now