Prólogo

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El día se anunciaba glacial una vez más. El viento corría por las calles y mordía cada pedazo de carne que estuviera sin protección. La nevada había sido intensa la noche pasada, pero por extraño que parezca, todo el país tenía sus ojos centrados en una sola cosa. Un caso que había hecho correr ríos de tinta, que había cubierto las crónicas durante meses enteros. Los periodistas lo habían bautizado como "El caso del pequeño cisne"

Así que no era ninguna sorpresa que, en la primera mañana del juicio, en las escaleras del palacio de justicia, aparecieran las cámaras, los camiones con sus antenas gigantescas y los periodistas aferrados a sus micrófonos. Se había pensado que la novedad del primer día se desvanecería al cabo del fin de la jornada, sin embargo, todas las mañanas, se veían nuevos camiones, nuevas cadenas de televisión sumarse a los otros.

El fin del tercer día se acercaba a paso agigantado, la noche glacial cubría ya Nueva York y una bruma espesa rodeaba la ciudad. Ashley Boyd se plantó delante del cámara y se pasó una mano por sus cabellos antes de dirigirles una sonrisa a los telespectadores.

«Buenos días a todos, nos hallamos en directo desde el tribunal donde está a punto de terminar el tercer día del juicio contra la profesora Regina Mills que, les recordamos, está acusada de homicidio involuntario, esperamos la salida de los abogados para saber un poco más del desarrollo de la audiencia»

En el tribunal, un silencio profundo acogió la pregunta del abogado de la acusación. Se escucharon algunos crujidos provocados por los asientos de madera de caoba que turbaron el momento de tensión provocado por el exhaustivo interrogatorio del abogado Whale

-Señorita Mills, ¿podría contestar a la pregunta?

Regina miró hacia el juez y se detuvo un poco más en Whale cuyos ojos reflejaban su orgullo fuera de lugar. Se vanagloriaba de la trampa que acababa de tenderle.

-¿Podría repetir su pregunta, por favor?- pidió ella con voz neutra

-¿Ha tenido usted una aventura con la señorita Emma Swan?- repitió Whale pronunciando detalladamente cada sílaba.

Regina escrutó a la muchedumbre que esperaba su respuesta con impaciencia. Al fondo, algunos periodistas ya tenían la mano en suspense por encima de sus libretas. ¿Quién podía saber lo que iban a escribir a su costa? En primera fila, algunos de sus allegados habían ido a asistir su caída, aunque ella les había pedido formalmente que no fueran. Miró fijamente sus manos durante un prolongado instante, blancas de tan fuerte que apretaba la tela de su falda, antes de encontrar una respuesta que la satisficiera.

-Sí- soltó finalmente

El murmullo que recorrió la sala no la asustó en nada, se lo había esperado.

De repente, se sorprendió pensando en esa aventura. Pues el día que había conocido a Emma Swan, había firmado el comienzo de su declive. 

El caso del pequeño cisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora