La magia

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La noche cayó delicadamente sobre el castillo y antes de la cena, ya no existía nada de la disputa entre Regina y Daniel. Él había reparado en las miradas observadoras de Emma y comprendió en qué se parecían Regina y ella. Tenía la convicción de que debía ganarse la confianza de la rubia, pero ¿cómo hacerlo cuando no lograba confiar en ella?

Regina disfrutaba de su hijo jugando con él mientras que Emma terminaba de preparar la comida con Daniel. En fin..."con" Daniel, estaban en la misma estancia sin hablarse, mirándose de soslayo y observándose mutuamente.

-¡La cena está lista!- dijo el anfitrión golpeando suavemente una cacerola con una cuchara.

-¡Hum! ¡Huele deliciosamente!- cumplimentó la morena uniéndose a ellos.

Ella notó el ambiente cargado y quiso calmar un poco la tensión. Daniel se sentó en el extremo de la mesa, Regina se colocó a su izquierda, Emma a su derecha y el pequeño corrió para estar al lado de su madre. Henry monopolizó la conversación, lo que le vino bien a Emma que no tenía ganas de charlar; Daniel agradeció silenciosamente a Henry por tomar la delantera, así él podía escrutar los menores gestos de Regina, que ajena a esto, no podía evitar acariciar los cabellos de su hijo mientras este comía.

Daniel se eclipsó para ir a buscar el postre y Regina sintió la atmosfera aligerarse un poco. Emma estaba tensa, podía sentirla hervir por dentro; ella estaba desolada por eso, habría querido que todo fuera bien entre Daniel y ella. Desvió su mirada hacia la de Emma y le ofreció una ligera sonrisa serena.

Al final de la cena, todos juntos recogieron la mesa y Emma siguió a Regina por los pasillos del castillo.

Subieron a la segunda planta y atravesaron todo un pasillo hasta llegar a una gran puerta de madera oscura. Regina encendió la estancia tan pronto entraron y Emma descubrió una habitación al estilo barroco que era la cara completamente de la directora adjunta. Una luz iluminó bruscamente el interior de la habitación y rápidamente desapareció.

-Como puedes ver, el faro ilumina la habitación intermitentemente. Si eso te molesta, hay cortinas y persianas que puedes cerrar. Personalmente, siempre he amado esta habitación por ese pequeño toque mágico.

-¡Sí, gracias!- respondió planamente Emma aún hundida en sus pensamientos. Escuchaba a medias lo que le decía Regina.

-El cuarto de baño es la primera puerta a la derecha saliendo hacia las escaleras.

-De acuerdo, gracias.

Un pesado silencio se hizo entre ellas y Regina bailaba de un pie a otro.

-¿Puedo hacerte una pregunta?- cuestionó la rubia pensando de repente en algo

-¡Por supuesto!

-¿Quién es el hombre que te agredió en el Chapèlier Flou a comienzos del curso?

-Oh...él...

-Sí...me gustaría saberlo porque el otro día, estaba en tu casa. ¿Tiene relación con Narcissa?

-No, en absoluto, solo es el antiguo propietario de Beau Miroir y...él lo maltrataba, practicaba el método de la hiperflexión y lo dejaba entre excrementos, pero...Beau Miroir es un caballo de competición que vale muy caro así que ese querido de Sidney no ha soportado ver que la policía le arrancaba a su favorito.

-¿Y qué tienes tú que ver en esa historia?- preguntó Emma

-Sidney era mi vecino cuando llegué a la ciudad, fui yo quien lo denunció y con la ayuda de Granny pudimos apartar a Beau Miroir de sus establos...Prometió vengarse, pero no me da miedo.

El caso del pequeño cisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora