El gato y el ratón

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Emma se descalzó y dejó sus zapatillas pegadas a la pared donde se alineaban ya varios pares de diferentes tallas. Al entrar en el pequeño salón, encontró a Nathan delante de la tele en compañía de Fígaro que ronroneaba, muy contento de haber encontrado a alguien que le rascara el vientre.

-Nathan, ¿qué haces aún levantado?- preguntó ella dirigiéndose a la cocina para coger una cerveza de la nevera.

-¡Te esperaba!

Emma abrió la botella y tomó un buche. Pensó en hacer como Killian: tener una reserva de ron a mano. Sacudió sus rizos dorados y fue a sentarse al lado de su joven hermano.

-¿Por qué me esperabas?

-Tengo que hablarte

-Oh...¿Ahora? Quiero decir, realmente no tengo cabeza para parlotear de nada...

-George ha venido a verme después del cole

Emma giró rápidamente su cabeza hacia él, frunciendo el ceño.

-¿Qué? ¿Te ha hecho daño? ¿Qué te ha dicho?

-Em, vas como un moto, déjame hablar- gruñó el muchacho revirando los ojos

Fígaro cogió la mano de Nathan con sus dos pequeñas patitas delanteras para que siguiera acariciándolo. Lo que hizo distraídamente.

-Bueno, estaba allí, a la salida de clase, quería joderme. Me dijo que nos saldríamos con la nuestra así como así...Quiso darme una bofetada, entonces me marché.

Emma relajó la presión, Nathan no tenía nada.

-¿Por qué no me has llamado?

-No iba a servir de nada, Em, no me ha hecho nada...Pero bueno...quería de todas maneras contártelo porque...bueno eso...

-Ok, has hecho bien.

Un silencio se instaló y Nathan no se intimidó y miró de arriba abajo a la rubia con una sonrisa ladeada.

-¿Qué?

-Nada, nada, ¿ha ido bien tu noche?- preguntó él enderezándose un poco, cansado de acariciar al felino.

La bola de pelo le dio algunos golpes con las patas para captar su atención, después, al ver que no pasaba nada, bajó del sofá lanzándole una torva mirada.

-Sí, ¿por qué me preguntas eso?

Nathan se encogió de hombros

-Porque sí...

El muchacho volvió a ponerse serio

-¿Crees que él nos dejará tranquilos un día?

-Sí, más le vale- lo tranquilizó Emma

Sin esperarlo, él se deslizó en sus brazos y la apretó fuertemente contra él. Ella se dejó hacer, consciente de que Nathan, bajo ese aire de insolente, tenía miedo.

-¿No nos vas a dejar otra vez, no?- preguntó con una voz débil

Emma se mordió el labio inferior. ¿Qué decir? Un día u otro ella tendrá que partir a hacer su vida...

-¡No, Nathan, no os dejaré!- resopló cerrando los ojos.

Se quedaron en esa posición unos diez minutos y el muchacho se levanto para apagar la tele y servirse un vaso de agua.

-Bueno...yo me voy a acostar- dijo Emma estirándose

-Por cierto, Emma, te queda bien tu nuevo lápiz de labios- se burló el muchacho

El caso del pequeño cisneWhere stories live. Discover now