El polvo de hada

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Hola chicas, siento la tardanza, pero estas últimas semanas han sido de corrección de exámenes, sesiones de evaluación, papeleo, etc...que llegaba a casa cansada y sin ganas de sentarme a traducir, y como este fic es de capítulos grandes, pues no me valía con media hora. Por eso he preferido estar más libre para sentarme y volver a él. 




-El cuerpo del muchacho ha sido hallado esta mañana, pero su secuestrador aún está libre. El pequeño habría logrado escapar de la vigilancia de...

Emma apagó la tele, provocando que Regina se diera la vuelta.

-¿Qué haces?- gritó la morena levantándose bruscamente

En su pantalón beige se veían dos o tres surcos producidos por las lágrimas que derramaba.

-¡No es Henry, Regina! ¡Ese muchacho no es Henry!- la tranquilizó ella acercándose a su compañera

-¡Lo sé bien!

La morena se separó, evitando a Emma, para ir a colocarse delante de una ventana, mirando el sol poniéndose tras las colinas. Se había anudado sus cabellos en una cola de caballo que dejaba escapar los mechones más cortos. ¿Dónde podría estar su pequeño príncipe? Pensaba en lo peor, sin realmente atreverse a imaginarlo. Instantáneamente, sus lágrimas aparecieron en sus ojos y se giró para esconder su angustia.

-Sé que te gustaría salir corriendo para encontrarlo, pero Daniel te ha dicho que esperes

Regina se giró enérgicamente hacia ella

-¿Esperar? ¿Esperar qué, Emma? ¿Que mi hijo esté...?

No pudo acabar la frase, las lágrimas se precipitaron en sus ojos. Respiró profundamente y comenzó a caminar de aquí para allá. Emma la miraba, impotente, sentada en el sofá, lista a intervenir al menor signo de debilidad de su novia. Tras haber dado vueltas durante minutos, Regina se paró y se giró hacia ella bruscamente.

-¡Narcisa ha debido encontrarlo! ¡Voy a volver a Saint Augustin!

Esa idea ya había sido evocada tres veces y Emma se levantó de nuevo para interrumpir el camino de su novia.

-¡No! Daniel ha dicho que...

Regina levantó los brazos para que Emma no la tocara.

-¡Emma, me importa poco lo que haya dicho Daniel! ¡Quiero a mi pequeño! ¡Tú no puedes comprenderlo! ¡Por supuesto que no puedes, no sabes todo lo que una madre está dispuesta a hacer por su hijo!

La rubia hizo una mueca sintiendo cómo esas palabras la golpeaban en pleno rostro. No. Ella no lo sabía, no había tenido una madre por tiempo suficiente para darse cuenta de ello. Lanzó una mirada de reproche a la morena que, lejos de calmarse, sintió el deseo de desahogarse sobre Emma.

-¡Tampoco sabes por lo que he pasado para llegar hasta aquí, así que si todo se ha echado a perder por tu culpa, por culpa de nuestra visita, te juro que no te lo perdonaré!

Regina soltaba su veneno sobre la rubia que lo encajaba sin rechistar. Incluso intentó un movimiento para acercarse, pero rápidamente fue rechazada.

-¡Crees que todo es fácil! ¡Te metes en tus situaciones imposibles imaginando que todo irá bien, te adentras en cosas que te sobrepasan y crees que te irán a salvar! ¡La vida no funciona así, Emma! ¡Henry, quizás, esté a estas horas en una muy mala situación, todo porque quisiste conocer a la única persona por la que yo lo daría todo! ¡Quisiste ver lo único bueno que me ha pasado en la vida!

El caso del pequeño cisneWhere stories live. Discover now