Sola

1.4K 118 53
                                    


Emma se pasó una mano por el rostro, conteniendo los sollozos que amenazaban con llamar la atención sobre ella. Lanzó un mirada por la ventana que daba al abarrotado parking, queriendo intentar pensar en otra cosa, pero, ¿cómo podría? Miró el reloj con atravesada mirada, como si quisiera reprocharle que fuera demasiado lento. Terminó por sentarse, las piernas ligeramente abiertas, los codos apoyados en las rodillas y las manos juntas contra su frente.

La profesora Mills, sentada a su lado, tecleaba en su teléfono, había salido algunos minutos antes para hacer una llamada agitada, pero Emma no tenía ánimos para interesarse en la peliaguda conversación. Ruidos de pasos se acercaron y la joven alzó rápidamente la cabeza, sintiendo inmediatamente las nauseas apoderarse de ella. Se había enderezado demasiado rápido; vio a alguien pasar por delante de la sala de espera sin dignarse a darle una mirada. Suspiró y se giró hacia su profesora.

Los ojos de Regina Mills podían ser feroces, glaciales, pero en ese momento eran los más dulces que Emma jamás hubiera conocido.

Sintió un repentino vértigo y agarró el antebrazo de la directora adjunta con una mano poco firme. Rápidamente, la morena le agarró el codo para transmitirle apoyo.

-Creo que voy a vomitar...- gimió Emma al ver las sillas bailando alrededor de ella.

Regina la ayudó a sentarse en el suelo y le apartó del rostro algunas mechas rubias que le daban vueltas.

-¡Estire sus piernas!- ordenó amablemente la morena.

Emma la escuchó y cerró los párpados para no seguir viendo las sillas balancearse a su alrededor. En cuanto sintió que su vértigo se disipaba, volvió a abrir los ojos y asintió varias veces con la cabeza para tranquilizar a la morena que tenía una expresión inquieta.

-Dígame, ¿por qué se queda?-preguntó la estudiante frunciendo el ceño.

Regina se volvió a poner su máscara profesional y suspiró.

-Joy es una alumna del instituto y se ha...intentado suicidar en los baños del centro, creo que la policía no tardará en venir a preguntar...así como los servicios sociales...

Ante esa mención, Emma se encogió

-¿Les va a decir lo que vio?

Regina inclinó la cabeza hacia un lado y dejó salir una breve sonrisa triste.

-No tengo elección, miss Swan

-Sí, al contrario...- replicó la pequeña rubia encogiéndose de hombros.

-¡Se ha convertido en algo lo suficientemente grave como para que Joy quiera poner fin a sus días!

Emma cerró fuertemente sus párpados, parecía que su cerebro no quería asimilar la información, pero sentía su vientre retorcerse solo de pensar en la posible muerte de Joy.

-¡Está allí!- gritó una voz en la entrada de la sala de espera.

Nathan, con su mochila a la espalda, sujetaba a Amber de la mano, sin duda para que ella no corriera demasiado rápido.

Inmediatamente, Emma se enderezó y caminó hacia su hermano pequeño, que enseguida retrocedió. Ella se asombró

-¿Nathan?

-¡No he venido por ti!- dijo él lanzándole una mirada furiosa.

Ella se sintió desconcertada unos segundos y sacudió la cabeza.

-Yo...lo sé, pero...

-¿Tienes noticias?- preguntó Amber en tono glacial que hizo tomar consciencia a Emma de que ella había crecido. Ahora era capaz de mostrarse increíblemente fuerte frente a improbables situaciones.

El caso del pequeño cisneWo Geschichten leben. Entdecke jetzt