1. El comienzo de todo

1.4K 152 231
                                    

Año 2006. Antes.

Era increíble que ya hubieran pasado doce años desde que empezó todo. Doce años que el miedo vivía dentro mío y descubrí que uno de mis peores miedos se había vuelto real. Los espíritus y las auras de estos me acompañaban todo el día cuando me encontraba rodeada de oscuridad. Me había adaptado al cambio que suponía eso, pese a que continuaba teniendo temor. Formaban parte de nuestra vida cotidiana, aunque permanecían ocultos a la vista para la gran mayoría de personas.

Entonces, era una niña que vivía en su mundo, ingenua y asustadiza. Apenas hablaba con la gente porque era tímida y los temas comunes no me solían interesar. Siempre jugaba a solas, o, cuando pasaba el rato con los demás, no hablaba, a no ser que fuera un amigo íntimo. Me ponía muy nerviosa dirigirme a la gente desconocida, sentía que mi corazón se me iba a salir del pecho cada vez que me encontraba a alguien.

Jamás olvidaré la noche en que todo cambió. Tenía 10 años y recuerdo que estaba dormida en el sofá con mi madre. A ella le encantaba pasarse las tardes viendo series y películas de terror y suspense. Lo poco que había visto, me había provocado pesadillas más de una vez haciendo que me despertara entre sudores fríos.

—Hija, deberías ir a dormir. Es tarde —me dijo con ternura. Me sacudió un poco para no despertarme de golpe. Su voz sonaba como un susurro.

Mi madre desde que era muy joven le había empezado a salir canas blancas y ahora no quedaba ni rastro de los cabellos oscuros que una vez tuvo. Tenía la piel tan clara como la nieve, igual que yo. Desde que me acordaba, me habían fascinado sus ojos grises. Vestía un pijama sencillo con algunos dibujos infantiles, pese a que le enamoraba todo lo relacionado con el terror y lo policíaco. Aunque tenía los ojos entrecerrados pude ver que se había puesto una película de miedo y se entretenía comiendo pipas.

La televisión colgaba de la pared de una chimenea. Le rodeaban estanterías repletas de álbumes y fotos que guardaban recuerdos de lo que una vez fuimos.

—¿Qué hora es? —pregunté con voz adormilada. Me toqué los ojos para despertarme y bostecé.

Como recompensa a la buena nota que había sacado en un examen de matemáticas, que era la asignatura que más me costaba, mi madre me prometió ir a ver al cine la película de Piratas en el Caribe: El cofre del hombre muerto. Después de eso, me había quedado estirada el sofá de lo cansaba que estaba en cuanto llegamos a casa. Debí caerme rendida ante el sueño sin darme cuenta.

—Las 22:30 p.m. A esta hora ya sueles estar durmiendo, pero te he dejado un rato más —me contestó mirándome con dulzura mientras comía una pipa. Prefería los cacahuetes.

—Jo. Aún no. Quiero estar un rato más —le contesté en medio de un largo bostezo. Algunos mechones castaño oscuro cayeron sobre mis ojos. Me incorporé sentada al sofá.

Eché un breve vistazo tapándome casi por completo los ojos a la película que estaba viendo mi madre: La puerta de la casa se había abierto, pero no se veía nadie. La chica que estaba en la cocina se volvió para mirar en esa dirección. Mi corazón empezaba a latir más deprisa de lo normal. Tenía que salir de aquí, sabía lo que iba a venir y no lo soportaba.

—¡Ya me voy a dormir! —salté de golpe.

Con los ojos medio tapados por los dedos de mi mano fui andando deprisa hasta mi habitación. Ni siquiera me paré a encender la luz para que me iluminara en medio de la oscuridad. Por suerte, era un pequeño pasillo, así que no me podía pasar nada, ¿o sí?

Las únicas cosas que se escuchaban eran mis pasos y los gritos de la protagonista de la película. Un escalofrío me recorrió la espalda. Busqué a tientas la luz de mi habitación hasta que di con ella y la encendí.

Los ojos de Lea #PGP2023✅Where stories live. Discover now