24. Presencias

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Año 2018. Ahora.

Lea

Se escuchó un grito proveniente de algún punto lejano. Esperaba que tanto Ángel como Brian estuvieran bien.

Observé como las escaleras se cerraban y me separaban de mis dos amigos, dejándome a solas con la oscuridad. Me preocupaba Brian, si La Gente de la Sombra se ocultaba en alguna parte de la casa, no podría defenderse. Brian ahora mismo estaría confuso, tenía mucha información que asimilar y las emociones batallaban en su interior para hacerse eco; lo conocía como si fuera mi hermano, como para que, con pocas palabras, pudiera saber cómo se sentía y lo que pensaba.

Me había costado tiempo aceptar mi condición de ver fantasmas y años superar el trauma que había sufrido cuando ellos me llevaron a La Fábrica y me sumergí en mis peores temores mientras buscaban algo. Agradecía que no hubiera pasado tanto tiempo allí y Ángel, junto con Christopher, me ayudaran a salir de allí, o eso es lo que me habían contado porque no me acordaba de nada de esa parte. Si me ponía a pensar en ello, aun notaba ese extraño sabor de boca que se me quedó cuando me dormí en aquella silla.

La calidez y la luz de la vela me acompañaban en la soledad y evitaban que las sombras de alrededor me consumieran. El ruido de que algo se deslizaba bajo mis pies y algunos fantasmas caminaban conmigo, hacía que los latidos de mi corazón empezaran a bombardear más deprisa pese a que estaba acostumbrada a convivir con ellos.

Con la vela bien sujeta contemple el entorno; era una estancia abierta. El pasillo largo parecía conducir a las mismas puertas del infierno, apenas había nada más. Los retratos me miraban con los ojos bien abiertos y me sonreían con maldad que daban escalofríos; antes juraría que solo me observaban en algún momento puntual. ¿Tenían vida propia? De todas maneras, no me causaba buenas sensaciones.

Escuché unos pasos caminando hacia mí y unas risas, no sabía describir si se trataban de fantasmas más amables o pertenecerían a la organización. Tenía la esperanza de que fueran las primeras y de que no nos hubieran seguido, así ganaríamos tiempo para poder encontrar a la madre de Brian.

—¿Quién eres? —interrogué a la oscuridad. No recibí respuesta.

Estaba segura que Brian debía pensar que era fuerte por vivir con esto desde hace mucho tiempo, pero se equivocaba. Me mostraba así, como si no me afectara, pese a que era lo contrario. Hasta hacía poco, intentaba comprender de porque, una chica que no creía en estos temas y le asustaban, le había tocado serlo. Cuando conocí a Brian, supe que tenía que haber sido él y no yo; siempre le gustaron estas cosas.

Tenía suerte de que me hubiera perdonado y me entendiera, cuando le mostré mis poderes y le confesé acerca de los fantasmas, el miedo de perder la amistad que compartíamos era horrorosa; de no haberlo hecho, me habría sentido desolada.

Tanto Ángel como yo no nos esperábamos que, tras años de silencio, La Gente de la Sombra descubrirían donde vivo y me llevarían a su base, por eso, sabía que mi guardián espiritual podía equivocarse como lo hice yo también al bajar la guardia y relajarnos. Desde entonces, se había esforzado en no pasar nada por alto e investigar por su cuenta un poco cada día junto con su amiga, por si sabían noticias nuevas acerca de sus movimientos.

Aunque hacía más tiempo desde que apareció Ángel en mi vida y compartimos muchos momentos, no conocía nada de su pasado; en cambio, Brian y yo sabíamos todo del otro y nos unimos más después de que perdiera a su padre y su madre desapareciera. Tuvo que hacer frente al bar y lo apoyé, estuve con él para ayudarle a superarlo; no tenía a nadie más y sabía que era eso sobre todo si pasaba una mala época.

Me giré.

Pasé por el pasillo largo lleno de máscaras y lámparas antiguas que se encontraban apagadas. Había un pequeño charco en el suelo; quería pensar que era de agua y no de lo que me temía. ¿Qué había pasado aquí? Había señales de que algo terrible sucedió tiempo atrás.

Los ojos de Lea #PGP2023✅Where stories live. Discover now