10. Tras la pista

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2018. Ahora.

—Una... —Brian me tapó la boca y me pidió silencio.

Siempre estaba a todo lo que sucedía, nunca se le escapaba nada. Hice memoria, no lo había visto nunca de esa manera. Sudando y paranoico, como si temiera que alguien le escuchara a escondidas.

—Pueden estar escuchando —me susurró al oído mirando a los lados.

—¿Quién iba a hacerlo? —le pregunté juntando las cejas.

Desde donde estábamos, podía ver algunas ventanas que infiltraban la luz de la luna. El viento soplaba suave. La luna decreciente sonreía con lucidez. Todo el cielo era un mar de estrellas que, si centraba la atención en ellas, seguro que encontraría algunos signos del zodiaco.

Algunos vecinos de la zona seguían despiertos por las lámparas encendidas. Los aullidos de los perros se oían en la lejanía.

—No lo sé —confesó cayéndole gotas de sudor.

Las luces parpadearon durante una fracción de segundo. Brian no se percató de ello. Estaba tan absorto en que algo o alguien lo observaba por la caja que no se fijó en eso. Podía ser que las luces empezaran a fallar y fuera tiempo de ir pensando en comprar otras bombillas, pero las veces que había presenciado eso tenía que ver con La Gente de la Sombra. De ser así, ¿Qué tendría que ver con la caja? Tan solo eran cosas relacionadas con la madre de Brian. No había nada que les pudiera importar a ellos.

—Ven —soltó en un murmullo.

Centrada en las teorías, dudas y pensamientos que asolaban a mi mente, habría jurado que era mi imaginación. No fue hasta Brian me cogió de brazo y se puso a correr, que sabía que lo había dicho de verdad. Cruzamos los baños de la planta inferior y la habitación de invitados para llegar a la sala de estar que quedaba al otro lado del pasillo.

En la sala de estar había un marco, así que se veía todo lo que aguardaba. Al fondo, había unas cortinas claras que tapaban la ventana con dos sillones de rayas rojas y marrones antiguos. A los lados, había estanterías de libros de una madera sacada de un árbol.

Brian nada más llegar, se adelantó para observar de cerca la caja. La miraba de una forma que me provocaba escalofríos.

Lo conocía desde hacía años y de casualidad. Habíamos compartido todo: Comida, recuerdos, secretos. Pero el caso es que no le confesé que podía ver fantasmas, y normal, ¿Cómo reaccionaría alguien a algo así? Si la muerte, las cosas paranormales y esta clase de cosas eran temas tabúes. Cada vez que me ponía a pensar más en ello, intuía que algo tenía que ver con La Gente de la Sombra, pero ¿El qué? ¿Por qué? ¿Cómo?

En el centro de la estancia, se encontraba una mesa de cristal donde se podrían sentar seis personas. En mitad de esta, se veía una caja de cartón cerrada. Me situé enfrente de la caja. Tenía una etiqueta que ponía: "COSAS. ¡NO TOCAR! ¡PELIGRO!"

Me pareció ver de reojo en la oscuridad como dos sombras se movían con sigilo. Quizás, fuera producto de mis miedos, pero un escalofrío me recorrió la espalda.

¿Qué es esto? pregunté mirándole.

No lo sé contestó acercándose dónde estaba. Al parecer había algo duro debajo de la alfombra continuó sin dejar de mirar la caja. Lo destapé y había un trozo de madera un poco salido. Saqué algunos más y me encontré con la caja Cuando acabó de hablar me echó un vistazo de reojo.

El imán y un extraño ambiente me atraía hacia la caja. El silencio que se hizo empezaba a ser incómodo. Las luces de su casa se tenían que encender manualmente. Tenía la sensación que cada vez había menos luz. También, empezaba a hacer cierto frío y me daba la sensación de que nos observaban. Me daba mala espina todo esto.

¡Vamos a abrirlo! deseaba bajar la tensión que sentía.

Abrí la caja con las uñas ya que el celo estaba bien pegado. Por suerte, no me las había cortado aún. Brian sacó lo que había dentro. Miré sus manos y a él, no paraba de mirarlo en una mezcla de alegría y miedo. Me picaba la curiosidad. Me puse detrás.

Se podía ver fotos de su madre junto a su padre sonriendo. Eran felices y jóvenes. Estaban graduados. Vestían un uniforme azul marino. Dejó la primera foto. En la segunda, se podía ver que los padres tenían a un niño pequeño de unos 5 años. Estaban en un parque sentados en un banco. Abajo, en la parte derecha ponía: "Te queremos, Brian". Noté que se emocionaba dejando caer alguna lágrima. Sin duda, se lo iba a guardar de recuerdo.

Me llamó la atención un papel que sobresalía en un lado de la foto. Lo saqué. Había una nota en el papel rosa claro.

"Lo que pasó no fue casualidad. En algún lugar de la oscuridad, encontraréis las respuestas"leí en voz alta.

Christopher, el fantasma de los ojos vacíos y aura negra, no lo había visto hacía tres años. Fue como si se hubiera evaporado, siempre me pareció algo extraño. Aunque era un fantasma, nadie podía irse, así como así y que nadie supiera nada. Ahora, de repente, se había manifestado dos veces: Una en casa, cuando me preparaba para ir a casa de Brian; y la otra, en la calle donde vivía Brian. ¿Era una coincidencia?

Además, desde que lo conocí al día siguiente de que se me apareciera Ángel, poco a poco, habíamos formado una amistad; pero desde que lo volví a ver era distante. Él mismo me había comentado "Eso era antes. Las cosas cambian". Pues solo tenía una pregunta en mi mente, ¿Qué había sucedido en esos tres años? ¿Qué le había pasado para que cambiara tanto?

Miré a Brian. En sus ojos percibí una mezcla de preocupación, miedo y euforia. No era de extrañar, las palabras nos dejaron sin aliento. ¿Qué quería decir con eso? ¿Quién o quiénes lo habían escrito? ¿Por qué? No se me ocurría nada. En la sala de estar empezó a hacer más frío. También lo notó, porque intentaba entrar en calor cruzando los brazos.

¿Sabes lo que significa? pregunté sin dejar de mirar la carta.

No tengo ni idea. Estoy en blanco miraba la luz.

Tendremos que averiguarlo le contesté—. Está ahí por algo. Nadie dejaría una frase y la escondería en uno de los cuadros, ¿No te parece? —eché un vistazo a la nota y la graduación de sus padres.

—Si. Tienes razón —suspiró y me sonrió.

De repente, se escucharon unos ruidos. Nos giramos los dos asustados. En la pared de la entrada, se veía como corrían tres sombras negras dirigiéndose al mismo sitio. Se reían. Iban a las luces. Tardé un rato en darme cuenta de lo que querían hacer: Romperlas.

¡Abajo! grité empujándole hacia el suelo. Caímos los dos.

Las luces explotaron y toda la casa quedó en silencio. Se sumió a la oscuridad, apagada y sin vida. No saldréis de aquí oí que decía uno, pero no veía nada. Teníamos que coger la carta y largarnos de aquí corriendo.

¿Necesitáis ayuda? La voz sonaba lejana y cercana a la vez. Me resultaba familiar.

Los ojos de Lea #PGP2023✅जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें