20. Tenebroso

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Año 2018. Ahora.

Nos despertamos con el sonido de una bandada de pájaros dando vueltas a alrededor. El agradable frío me peinaba el cabello. El sol resplandecía con luz propia; su calor entraba en los poros de mi piel blanca. Los árboles desnudos podían descansar de la noche helada. El ambiente era un combinado entre el canto de la primavera y la temperatura típica del invierno.

Fantasmas de diferentes auras se asomaron entre los árboles curiosos de las voces que se asomaban en el bosque. Si Brian fuera un Psires, ahora mismo iría corriendo a tocarles sus auras y hablar con ellos; siempre le gustaron el tema de los muertos, Halloween y esas cosas. Algunos de ellos estaban cerca de nosotros, Brian tenía uno de aura gris que lo miraba con curiosidad a su lado. Con la oscuridad de la noche, había sido imposible contar cuántos fantasmas había.

—Buenos días, Lea —me saludó Brian sonriendo.

—Buenos días, Brian —le imité el gesto. El fantasma le acarició el rostro. Intenté mostrarme impasible para que no sospechara lo que acaba de pasar—. ¿Qué tal dormiste?

—Bueno, tuve algún mal sueño. La compañía de Ángel me ayudó a dormir —suspiró—. ¿Qué tal tú? —sonrió.

—Bien —hice una mueca.

No me acordaba de en qué momento el sueño me venció y dormí en los brazos de Morfeo; poco antes había estado hablando con Christopher, la persona que había picado a la puerta. Me había costado pegar ojo. Suponía que Brian quién no podía ver a ningún fantasma excepto Ángel, debió olvidar que le advertimos la presencia de alguien, o dio por sentado que formaba parte de sus pesadillas nocturnas.

—¿Cómo estás de lo de tu madre? —pregunté poniendo una mano en su hombro.

—Saber que hemos descifrado la pista que nos puede conducir a ella, me pone nervioso y eufórico —asintió mirándome a los ojos.

—Entiendo —contesté mirando al horizonte.

Pasaron ya años desde que estuvimos buscando por casa cualquier indicio que pudiera ayudarnos a encontrar a su madre. Eso le ayudaría a dar un poco de paz al abandono, esfuerzo y sufrimiento que debió cargar sobre sus hombros después de la muerte de su padre. Brian pensaba que debía haber una explicación para que su madre hubiera desaparecido, pero los dos llegamos a la conclusión de que estábamos persiguiendo fantasmas, hasta ahora.

Ángel que estaba dando un sorbo a una taza de café, caminó hacia nosotros con pasos calmados. Después de que inspeccionara a Brian y este le diera un abrazo rápido, se situó entre los dos.

—¡Buenos días, Brian! —le dio una palmada en la espalda.

—Perdona por el abrazo —se disculpó Brian rascándose el brazo.

—No te preocupes. Me gustan, pero no fuertes —le dio uno suave.

—Intentaré controlarme —soltó una risa nerviosa.

Los pájaros volaban hacia algún destino próximo. Una ardilla cruzó de lado a lado cerca de nosotros. El sonido del viento calmaba mis preocupaciones acerca de La Gente de la Sombra. Los habíamos conseguido despistar, no había ninguna señal que nos indicara que nos seguían. Podríamos tener un poco de paz y despejar dudas, sin dejar de tener los ojos abiertos por si acaso.

—¡Hacía años que no tomaba café! —cerró los ojos y respiró el aroma fuerte.

—¿Tomas café? —preguntó incrédulo Brian.

—¡Claro! ¿Por qué no? —señaló la taza sonriendo.

—¡Mola! —abrió los ojos Brian.

Se escuchó a Ángel bebiendo el café unos segundos.

Los ojos de Lea #PGP2023✅Where stories live. Discover now