18. Nana

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Año 2008. Antes.

Lea.

—Hola, Joven —la anciana se recolocó las gafas. Unas arrugas marcaron en su frente.

—Nana —la decepción se me notó en la voz.

—Si hubierais afinado los sentidos, ahora no estarías aquí. Me alegra que no haya sido así —sonrió caminando hacia mí apoyándose en el bastón.

La gran habitación se encogió de forma repentina. Me costaba respirar debido al poco espacio que había entre la anciana que buscaba a su nieto y yo. Los terrores nocturnos oscurecían mi mente y amenazaban con subir por mi garganta para salir en gritos de desesperación. Mis ojos pesaron y se volvieron algo adormilados, como si entrara en una especie de trance en el que tenía que despertar. Noté como las sombras de La Gente de la Sombra se alargaban por el suelo y me sonreían. Sus siluetas deformes me daban escalofríos.

El viento del exterior se filtraba por alguna de las ventanas; el frío iba recorriendo mi piel y erizándola por las zonas que pasaba. Las luces mezcladas de un tono anaranjado y amarillento impedían que la oscuridad del cielo nocturno gobernara en la habitación. El sonido del movimiento de los árboles no era suficiente para traerme un estado de paz. Tener a la organización delante era peor de lo que me había imaginado en todo este tiempo.

—Supongo que conocerás a mi nieto —hizo que el muchacho diera unos pasos adelante.

—Claro, Akil —me forcé a decir con una sonrisa.

—Tienes buena memoria. ¡Eso me gusta! —aplaudió. El choque de sus manos resonó por todo el lugar.

Akil, un niño de unos ocho años, tenía el cabello castaño rizado. Sus ojos verdes expresaban cierta pillería; nunca había visto que alguien tuviera un color oliva tan fuerte e intenso. Su piel oscura brillaba con más intensidad a causa de la iluminación de la habitación. Su camisa de manga larga de rayas verdes y blancas tenía algunas manchas de barro, igual que sus pantalones azules cortos y sus sandalias.

Algo en la mirada de Akil, un brillo tan lúcido como el amanecer, me decía que no era el niño que aparentaba ser. Tal vez, fuera la intuición la que me hablaba, lo que no debía dejar de lado esa sensación que me había ayudado a tomar la mayoría de las veces buenas decisiones. Nadie podría pensar que, tras aquel aspecto infantil e inocente, cabría tanta maldad.

Mario y Denise se concentraban en la conversación de Nana y fijaban su vista de vez en cuando en Akil. Parecían estatuas que alguien había tallado hacía mucho tiempo atrás y las había dejado ahí para que, algún día, alguien contemplara su belleza.

—Aubroit —advirtió la anciana dirigiendo la vista hacia ella. Mario permaneció pasivo, noté como de forma sutil apretaba las manos en la silla.

—Señora —colocó una mano en la frente como saludo militar.

—Tienes algo mío —entrecerró los ojos y dio un golpe con el bastón.

Se hizo un silencio.

Deseaba que Ángel me encontrara pronto y que hubiera podido cruzar el agujero. Hacía tiempo que no teníamos noticias de La Gente de la Sombra de parte de la amiga de Ángel y un extraño silencio nos consumía, pero jamás pensamos que averiguarían donde vivía y nos tenderían una emboscada. Retenida en la silla, sin posibilidad de escapar y rodeada de algunos de los miembros de la organización, no podía hacer movimientos raros. Sabía de seguro qué pensarían que estaría tramando algo para poder salir de aquí; me sería imposible estando atada.

Justo antes de que me metieran en el agujero y de desmayarme, recordaba que una llama violeta débil acarició mis dedos de la mano y desapareció como por arte de magia. Mario y Denise entonces estaban tan concentrados en evitar que Ángel entrara que no se dieron cuenta de ello. Ángel me había comentado que los poderes dormían en mi interior, y que despertarían cuando los necesitara; a partir de ahí, me entrenaría para que pudiera defenderme y dominarlos.

El viento se levantó más y rugió amenazando con romper los cristales de las ventanas que nos protegían del exterior. El frío encontró un lugar en mi cuello y un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral.

—Perdón, señora —algo parecido a la culpabilidad apareció en los ojos de Denise que contrarrestaba con su expresión seria—. Me aseguré de que la invitada estuviera despierta y se me olvidó dárselo —Denise cogió el sombrero negro que tenía en su cabeza y se lo pasó a Nana.

—No te preocupes —sonrió Nana.

—Bracho, ¿Está bien apretado? —dio un golpe al bastón y miró al hombre que se encontraba detrás de mí.

—Si, Señora

Algo cambió en mi mente. Un clic al ver a Nana con el sombrero negro en la cabeza, hizo que en mi interior se despertaran las peores pesadillas que había tenido de niña: De figuras angelical y almas de diablo, varios miembros querían atraparme y llevarme a rastras a algún lugar oscuro en el que no pudiera huir. Mi cuerpo se tensó ante la idea y los ojos se me humedecieron. Quería despertarme, pero sabía que lo que estaba pasando era real; eso me aterraba más. Sus sombras crecieron más sin apenas notarlo.

—¿Por qué? —le grité—. ¿Por qué eres así?

Nana se quedó pensativa unos segundos.

—Bueno, hija mía, el mundo es cruel. Se aprovecha de la gente que es más inocente, débil y de buen corazón. Cuando vivía, durante toda la vida abusaron de mi amabilidad y educación, y, con los años, el dolor te hace fuerte y te cambia. —mientras me explicaba sus ojos me miraban fijamente y me colocaba algo en el brazo—. Cuando morí por una enfermedad, casi nadie fue al velatorio. Tan solo tenía al pequeño Akil, mi nieto, que murió tiempo después por desnutrición —Akil que estaba centrado en la conversación, tiró de la chaqueta de su abuela.

—Nana —dio un golpe en el suelo y se enfadó.

—En ese momento, como si tuviera un interruptor en la cabeza, algo cambió dentro de mí. Ni siquiera les importa cuando te mueres, y solo la gente te busca cuando necesita algo de ti, se mueven por interés, y pues, protegí a mi nieto Akil de los muertos y de los vivos. —cogió a su nieto del brazo y con el otro tapó con un trapo un poco de sangre que me salía.

—Pero si habéis cogido a una niña que puede hacer mucho bien y espiáis a los vivos —abrí los ojos—. ¿Qué quieres de mí?

—Eres demasiado pequeña e inocente como para comprender la complejidad del mundo —se apoyó en su bastón y me sonrió—. Las cosas no son siempre blanco o negro, hay tonos de colores —se recolocó las gafas.

Hubo un silencio incómodo.

No sabía si la anciana habría utilizado algo en mí. Me sentía una niña pequeña ante la figura de la persona mayor y el niño. A mi edad, aún confiaba en cualquier persona, la sociedad no me había enseñado que tenía que tener cuidado con quien hablaba. Al parecer, La Gente de la Sombra podía ocultar su aura negra durante un tiempo, desconocía si todos los integrantes eran capaces de hacer eso.

El rugido del viento hizo que oyera un pitido en mis oídos durante un rato, o, a lo mejor era el cansancio de mi cuerpo que no paraba de aumentar. El sueño me estaba ganando la batalla, y no tenía fuerzas suficientes para luchar contra él.

—Ayudabas a los demás, ¿verdad? —Nana se inclinó hacia mí. Akil se situó a su lado—. Eso quiere decir que colaboraras con nosotros —no esperó mi respuesta.

—¿Para qué? ¿Por qué lo haría? ¿Qué me has puesto? —quise saber intentado oponer resistencia. Mi cuerpo le empezaba a costar reaccionar.

Mi corazón aumentó sus pulsaciones. El latido era palpable en mi garganta sin que tuviera que tocarlo. Mi miedo continuó creciendo y unas siluetas en formas de pesadillas se formaron en mi mente.

—No te preocupes. Tú no tienes que hacer nada —se inclinó y me sonrió. Vi el iris de sus ojos con un extraño brillo—. Tú vivirás tus peores pesadillas mientras nos ayudas. Para ti, será un sueño —pasó la mano delante de mis ojos para comprobar que se estaban apagando—. No querrás hacer que nos enfademos Akil y yo. Deberías tener cuidado de él.

—Ángel... —mi inconsciente habló un momento.

Mis ojos se cerraron. Noté como mi alma se teletransportaba al mundo de los sueños y en el que, detrás de aquella puerta, me esperaban las peores pesadillas que podía tener una niña. Solo podía tener fe en que Ángel me encontrara y me sacara de ahí.

Los ojos de Lea #PGP2023✅Where stories live. Discover now