Capítulo 3

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—Aquí tienes, bonita—sonreí pasándole los dos cafés a Doris, que estaba acompañada por su esposo

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—Aquí tienes, bonita—sonreí pasándole los dos cafés a Doris, que estaba acompañada por su esposo. Asintió apretando uno de mis cachetes y le lancé un beso ante la mirada del sonriente Freddy.

—También te quiero, viejo—Le dije soltando un risa pequeña. Negó con la cabeza.

Había comenzando bien la mañana. Había venido en mi auto, por lo que saludaba a la pareja a las 8:30am. Iría a inscribirme en un gimnasio esta misma tarde, ya que desde hace una semana de obtener mi Range Rover no había salido a correr nuevamente, y dudo que volviese a ese hábito teniendo a esa bebé. Pero sabía que no podía volverme flojo, además, me gustaba hacer ejercicio.

Pero el deportivo era mas tentador, debía admitir.

Desde que comencé a hacer mi propio dinero ese se había convertido en mi único capricho costoso, y ahora que lo tenía ¿iba a venirme trotando? no lo creo.

—Tu primo, Tobías... ¿Cuándo se aparecerá por la tienda?—me preguntó a mujer mayor de ojos verdes. Levanté y bajé los hombros.

—Se supone que lo vería esta semana, pero eso de dirigir el programa lo tiene un poco loco.—dije— eso me dijo la última vez. Si llego a verlo le daré uno que otro golpe por abandonarla ¿está bien?—le sonreí. Se marchó a los pocos minutos del café a la par de Freddy.

Tobías era mi primo, mi hermano. Pero el muy idiota tenía algún tiempo sin venir por aquí a visitar y por lo que veía se estaba haciendo extrañar. Ya le enviaría un mensaje para ver por qué se estaba escondiendo.

—Jacob—llamé. Apareció a mi lado a los pocos minutos, después de haber terminado con los últimos clientes del mostrador. No era una hora de demasiadas ventas, puesto que estábamos por acercarnos a la hora del almuerzo. La acción comenzaría en una media hora o una hora más.

—Necesito que consigas información para mí—le susurré. Él sonrió maliciosamente y asintió.

—¿Tiene que ver con cierta rubia de ojos azules?—lo miré serio. Asentí en respuesta, ocasionando su risa estruendosa. Volví a susurrarle, pero esta vez pidiéndole que se callara.

—¿Qué necesitas de mí?—lo miré mal.

—Su dirección de trabajo—le dije. —Y no preguntes—le dije antes de dejarlo replicar. Asintió divertido.

—Es fácil, jefe—me dijo—Anna trabaja en New York News, y es editora o algo así, por lo que investigando un poco en internet conseguirás su área y todo—. Me dejó solo con esa información y se fue a atender a los que llegaban al café. Me encaminé a la biblioteca un poco más feliz de lo habitual por la información que me dió. Tal vez le llegara una sorpresa humeante a la hermosa periodista.

Llené los espacios que se iban vaciando en las estanterías de madera oscura con más libros, lo que era bueno. La recepción del nuevo libro ha sido totalmente abrumadora y una locura gigante, tanto así que tenía dos reuniones con la editorial en los próximos días.

Después de un Café (TERMINADA)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora