Capítulo 12

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Anna

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Anna

Colgué el teléfono y lo lancé suavemente sobre el colchón de sábanas frías. Podía ver los colores de la mañana por mí gran ventanal.

No sabía qué iba a decirle a Nikos. Digo, odio a sobremanera que no me haya dicho quién era. Tal vez estaba sobre actuando o lo que sea, pero algo en mí me hacia creer que él no confió en mi por mí profesión, y eso me destruía.

Sentí frío porque mis piernas estaban desnudas. Mi pijama era una simple camiseta de tiras y un short con dibujos de bananas.

Si, amaba las frutas y tenía una debilidad por estas en particular.

En una casa siempre hay alguna fruta que nunca falta. Desde siempre en la mía habían sido los cambures, plátanos, bananas o como les digan en el mundo. Era mi pequeña obsesión.

Me haría un pancake con unos ahora, pero por más que estuviese molesta con cierto chico de ojos azules, mi moral no lo quería dejar esperando.

Me metí a bañar y me apresuré un poco. Según sabía Nikos estaría de reunión en reunión hoy y él quería hablar antes de tener que estar frente a las cámaras.

Una camisa de botones azul y un blue jean fue lo primero que tomé para ponerme, y lo acompañé con uñas sandalias bajas.

Mi cabello fue una simple cola de caballo desordenada y mi perfume de vainilla fue lo último que me puse. Podía maquillarme en el carro.

Salí corriendo para no perder tiempo. Mi sorpresa fue encontrar más llena de lo normal la cafetería. Había gente de pie y un asustado chico de ojos azules detrás del mostrador. Habían muchas -varias- chicas en la barra.

Kristina y Jacob iban de allá para acá atendiendo el café y habían algunos que no había visto mucho por aquí, pero que obviamente trabajaban en el lugar.

Me acerqué y encontré a Mathías recargado en la barra de pedidos, sumido en su celular.

—Hola, tú— susurré, ocasionando que su atención fue hacia mí.

Las chicas estaban abrumando a Nikos con preguntas, sin dejar que la cola de personas que venían por café avanzara.

Decidí que ayudaría.

—Nikos, la entrevista— hice señas hacia un lado, a lo que él respondió un "si" muy rápido y se zafó de ellas.

Por fin la cola comenzó a fluir.

—Hay gente aquí que no va a poder sentarse a disfrutar de la bebida — susurré mientras entrábamos a la biblioteca, pero esta también estaba llena.

—¿Quieres subir?— me preguntó.— tengo un pequeño estudio, sería más fácil escucharte allá.

Asentí y en silencio subimos las escaleras. Había gente por doquier, pero pude sentir paz y tranquilidad cuando, después de un pequeño pasillo, Nikos abrió la puerta de una habitación muy bonita.

Después de un Café (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora