Capítulo 30

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Nikos Mounsmith

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Nikos Mounsmith


—¡Llegué yo, llegué yo!— gritó Tobías mientras perseguía a Hope nada más llegar a la casa junto a  Aria. Ella lo miró negando con la cabeza y una sonrisa en los labios. Me acerqué a darle un abrazo. 

—No entiendo cómo soportas su cara, de verdad— dije jugando con ella para hacerla reír, cosa que conseguí. 

—Aún no sabemos qué vio Anna en ti y yo no te digo nada, imbécil— lo escuché. 

—No le digas imbécil a mi esposo frente a mi hija, Tobías— Mi esposa salió a mi rescate como siempre. Rodeé su cintura con mi brazo y miré con sorna a mi primo. Esta vez había ganado yo. 

—Parecen niños— suspiró Aria tomando asiento en la barra. Anna tomó el vino que trajeron y lo puso a parte. Se recostó en la encimera y le sonrió a Aria. Comenzó a hablar con ella mientras la tarde se estaba haciendo noche y esperábamos que todos llegaran. 

Mi madre llegó con mi tía y un montón de regalos para Hope. Era la única nieta, obviamente. Tobías aún no quería dar ningún paso, lo que me tenía a mi y a mi hija como los reyes. 

Los padres de Anna llegaron justo detrás de ellos. 

—Hola, hijo— me saludó Anabella. Le di un beso y le quité la tarta que tenía en las manos. El padre de Anna me dio un apretón de manos y fue a buscar a Hope, como siempre. Era imposible no ir detrás de ella. 

—Discutiremos el último juego de La Liga más tarde, muchacho. Espera a que salude a la pequeña— asentí. No tenía ningún problema. 

Los chicos llegaron con su algarabía singular. Todos estábamos acostumbrados a sus escándalos. Nos abrazamos y nos fuimos todos al patio, donde teníamos la mesa grande y larga dispuesta para todos. Comencé a pasar cervesas y vinos de aquí para allá mientras las conversaciones iban tomando forma. Era así cada domingo, solo que nos alternábamos las casas. Siempre era la de mi madre, la de mi tía, la de Deo o la nuestra, ya que los demás tenían departamentos y a todos nos gustaba el aire libre. 

La vida da tantas vueltas que no esperas y a veces es difícil comprender sus razones para ello. Muchas veces cuestionamos a todos, al cosmos, a Dios o a lo que sea en lo que pongamos nuestra fé por el porqué de todo, de lo que nos pasa. Y la mayoría del tiempo nos parece injusto cualquier cosa mala que nos suceda o cualquier situación con la que no estemos a gusto. La rabia, el rencor y el cólera no nos deja ver nunca más allá de nuestras narices, no nos deja reparar en todo lo que tenemos y los motivos por los que tal vez tengamos que enfrentar una que otra lucha. 

Todo hubiese sido fácil si conocer al amor de mi vida me llevase después a un matrimonio temprano y a miles de sueños, pero tal vez nunca me hubiese dado cuenta de lo sincero de lo que compartía con mis amigos y con Anna si el dejar de caminar no hubiese sido el precio que tenía que pagar para realizar en que estoy rodeado de las personas que tienen que ser. 

Después de un Café (TERMINADA)Where stories live. Discover now