Nikos Mounsmith escribe un Best Seller por año y Anna Bianconi se encarga de entrevistar a estrellas como él. Este libro cuenta una historia donde el café y el amor son los protagonistas. Donde, taza tras taza, se aprende a ser más real y más humano...
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Nikos
Anna había salido sin más de la oficina. Miré a mí alrededor y comprobé las posturas rígidas de mis amigos y mi primo. Puse mis manos en mi rostro, pensando en que tal vez había jodido mucho la situación.
Es decir, yo sabía que la iba a cagar, pero no pensaba que sería tanto.
Mi objetivo siempre había sido darle una sorpresa agradable. Era mostrarle que desde el principio había compartido con su escritor favorito que estaba no tan secretamente atraído hacia ella.
Esperaba que me dijese algo como "¡Oh, Nikos. Te has pasado. Te amo y me quiero casar contigo!"
Bien, tal vez omitiendo la parte del matrimonio, pero realmente esperaba que se riera conmigo y que se divirtiera. Hubiese querido que todo fuese por mejor rumbo.
Quería hablar con ella. Verla.
Me levanté del sofá sabiendo que tenía varios minutos antes de tener que volver a fingir que Anna no estaba molesta conmigo frente a las cámaras. Cuando crucé la puerta caminé por un largo pasillo mirando hacia todos los lados a los que podía, buscando una cabellera rubia que me traía soñando a lo loco.
—Hola— me acerqué a una chica que salía de un estudio. Me sonrió esperando. —¿has visto a Anna Bianconi?— pregunté.
—Entró al estudio con Paula. Justo allá — me señaló unas puertas dobles de las que salían muchas personas. Parecía muy ajetreado.
—Gracias— le contesté antes de seguir.
Entré y me pude dar cuenta de que realmente no había estado equivocado. Aquí todo el mundo iba de allá para acá. Varias personas se quedaron mirándome fijamente, pero yo sólo tenía ánimos de buscar a Anna.
La divisé pronto junto a una chica blanca con cabello rubio, también. Anna estaba de espaldas y hablaba abrazándose a sí misma. Me acerqué sin ser brusco. La chica le señaló a Anna que yo estaba esperando.
Mi corazón se rompió cuando noté la cara sonrojada de Anna y sus ojos acuosos. Fue mi turno de preocuparme. La chica que estaba con ella se acercó a mí.
—Paula Racci— me tendió la mano y la tomé aceptando el saludo.— Amiga cercana de Anna.
Le dio un apretón en el a su amiga y la dejó conmigo. Miré sus ojos azules un poco tristes y me sentí mal.
—Mi intención no era ponerte triste, bonita. Quería darte una sorpresa— le dije acercándome de a poco, para no abrumarla.
Ella negó con la cabeza. —prácticamente me has mentido todo este tiempo, Nikos. He estado ridiculizándome a mí misma desde que te conocí.
Fue mi turno de negar con la cabeza. —En ningún momento me has parecido ridícula, Anna. Al contrario. Siempre me ha encantado ver tus ojos brillar cuando hablas de mis libros. Eres adorable ante mis ojos.— me expliqué.
