Capítulo 4

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  —¿Eso te dijo ese idiota?—me dijo Tobías después de unos momentos de haberle entregado el café

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  —¿Eso te dijo ese idiota?—me dijo Tobías después de unos momentos de haberle entregado el café. —Supongo que tendré que mostrar mi rostro por allá—asentí en respuesta, mirándolo y pidiendo explicaciones.  

me miró de vuelta. —¿y tú qué?—me preguntó. Negué reprobatoriamente.

—¿Por qué me hiciste pensar que no sabías nada del café que compro todos los días?— le pregunté. De verdad quería saber el porqué me había privado de conocer anteriormente a Nikos. Levantó los hombros y volvió a bajarlos, signo de desinterés.

—Muñeca, soy el único Mounsmith que necesitabas conocer— levanté las cejas. —Confiaba en que uno de estos días me regalarías uno de estos— sonrió. —Simplemente eran bromas. Te ibas a enterar que yo estaba emparentado con ese café, naturalmente.

Lo miré con curiosidad.

—¿Naturalmente?—pregunté.

—Si— me respondió— En nuestras tantas salidas, eventualmente íbamos a ir a parar allá. Simplemente tu te adelantaste antes de que pudiese llevarte. Además — continuó—No es relevante que te haya ocultado esa tontería.

Crucé mis brazos y lo miré mal. Se rió. —Cuéntame... ¿Qué más te dijo el idiota de Nikos?—Negué con la cabeza.

—De idiota no tiene nada. En realidad discutimos una obra que acaba de venderse y ya— le dije.

—Podrías acompañarme este fin de semana, si gustas— me dijo, a lo que asentí sin pensar. Yo no negaría un café más y un buen libro.

Continuamos hablando de estupideces, como normalmente eran nuestras conversaciones. Aunque el tema central hoy era el nuevo ingreso de personal esta semana. Al parecer tendríamos nueva conductora para farándula y entretenimiento.

-—Te llama el jefe, Ann—me dijo Brenda interrumpiendo la conversación educadamente. Asentí. —Ni idea de qué pueda ser—me dijo antes de que llegase a preguntarle. Sonreí.

—Enseguida subo— le avisé. Ella se fue otra vez a su puesto. Afortunadamente no teníamos tanto trabajo más que unas pocas reuniones para los programas de la siguiente semana. Teníamos en mente un cambio completo de diseño tanto del periódico como del programa, una revolución. —¿y Paula?—pregunté a Tobías.

—Conduce hoy, debe estar repasando los guiones en el camerino— asentí. —Lo demás está grabado, así que no te estreses, muñeca. Anda, sube— me relajó.

Le hice caso y me encaminé con pasos firmes a la dirección de New York News.

.

—¿Cómo estás, Anna?—me saludó mi jefe cuando tomé asiento frente a su escritorio. Asentí con una media sonrisa.

—Me encuentro bien, gracias—le respondí con calma, pero segura de tener la interrogante en la mirada. Él guardó los papeles que revisaba y se centró en atenderme. Ese hombre de tes blanca, canoso y con unos espectaculares ojos azules era un amor de persona. Lo insté a hablar cuando estuve lista. —No te preocupes, que no es nada grave— me dijo, haciendo que yo soltara una pequeña risa.

Después de un Café (TERMINADA)Where stories live. Discover now