OUTTAKE 1: Coffee Mornings

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Nikos Mounsmith 


Un leve roce iba y venía de a ratos por mi cara. Moví mi rostro y dejé de sentirlo, pero volvió a cabo de unos segundos. Por Dios, era domingo. Quería dormir demasiadísimo. 

—Anna...— estiré mi mano para decirle que dejara de poner su cabello en mi cara unos segundos, pero no la encontré. Fue en ese momento cuando abrí los ojos, esta vez extrañado y con ganas de echarle bronca, porque solo Dios sabía lo que a mí no me gustaba que, los domingos, ella dejara la cama sin su presencia. 

Miré el despertador de primero y, ¡Eran las 7:00 de la madrugada! Quiero decir... ¡Es domingo! 

Me di vuelta y la razón de despertarme esta ahí, con una sonrisa y los ojos brillantes. Tenía un mechón de su cabello entre sus dedos y estaba esperando mi reacción. 

—Tú...— la tomé en brazos y la pegué a mi cuerpo mucho y puse mi cara en su cabello, escuchando en el proceso su risa. Cerré los ojos e imité dormirme de nuevo.

—¡Papá! Levántate, mamá está haciendo el desayuno y tú debes comer cuando esté aún caliente porq...

—Porque es la mejor forma de disfrutar la comida— terminé su frase. Ella había aprendido como era debido. Le sonreí, besé su frente y la insté a ir primero porque yo iría a lavar mis dientes. 

—Dile a tu madre que yo haré el café. 

Hope me miró antes de salir por el umbral. —Papí... ¿Cuándo tú no haces el café?

Si, ella tenía seis años, pero eran tan parecida a mí que me abrumaba de amor. 

—Te amo— le grité. 

Lavé mis dientes muy rápido, hice lo que tenía que hacer y me fui descalzo, recorriendo el piso de madera oscura todo el camino hasta la cocina. Pasé por el cuarto de Hope y apagué la televisión que tenía puesta música en youtube. Esta niña. 

Puse bien la colcha en su cama y seguí mi camino. Anna tenía las bocinas con country a un volumen leve. Sonreí porque lo escuché antes de verla e imaginarla. La había dejado sin ropa la última vez que estuve a su lado. Veremos, a ver...

Si. Su pie descalzo daba golpecitos al ritmo de la música contra el piso. Me recosté en el marco amplio de la cocina mientras cruzaba los brazos e iba ascendiendo mi vista desde ahí, pasando por sus piernas desnudas y su trasero cubierto por un short de pijama con estampados de bananas. Eso no había cambiado. Y una franela del mismo gris que su short. El cabello en un moño desordenado y su cadena de oro con un dije de moneda alrededor de su cuello. Ese que nunca la abandonaba. Pero qué bonita era mi esposa. Si señor. 

—Esos movimientos me gustan mucho, rubia— ella se dio la vuelta y me sonrió. Me acerqué cuando volvió su vista al sarten y yo rodeé su cintura desde atrás. Dejé un beso en su nuca y reí mirando a Hope cuando Anna se estremeció y los vellos se le erizaron. 

Hope me devolvió tanto la mirada como la risa. Aquí había mucho amor. 

—Siempre pasa lo mismo, papi— Hope siguió riendo. Yo me fui a donde ella estaba. Me senté a su lado y la levanté un segundo después para ponerla en mi regazo. 

—Tú estás muy pequeña para esto pero puede que se olvide decírtelo algún día, así que te lo diré ahora— Sus ojos azules me miraron con mucha atención. Tomé ambos lados de su rostro. 

—Cuando estés grande y llegue el momento en el que puedas tener a alguien para ser como mamá y yo, eso que siempre pasa con mamá tiene que suceder, Hope. Si no sonríes como ella, entonces no es ese príncipe. 

Después de un Café (TERMINADA)Where stories live. Discover now