Nikos Mounsmith escribe un Best Seller por año y Anna Bianconi se encarga de entrevistar a estrellas como él. Este libro cuenta una historia donde el café y el amor son los protagonistas. Donde, taza tras taza, se aprende a ser más real y más humano...
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Nikos
La sonrisa estúpida de mi primo me alegró un poco. Nos llevábamos bien desde pequeños. Andábamos por ahí defendiendo al otro, saliendo en fiestas hasta no hace mucho.
Nos llevábamos sólo 2 años, por lo que casi éramos hermanos. Mi madre lo adoraba en demasía y yo le iba a reclamar por romperle el corazón no yendo a comer en las últimas semanas.
La diferencia entre Tobías y yo radicaba en la personalidad. Él era un Don Juan la mayoría del tiempo, mientras que yo era un romántico de mierda.
No me quejo, me gusta ser así.
De resto, lo demás era físico.
Tobías era más moreno que yo, con el pelo oscuro y los ojos cafés, a diferencia mía, que portaba un cabello castaño claro, casi rubio, y ojos azules intensos.
Pero los dos somos unos Mounsmith, por supuesto que no éramos feos.
—¡Inútil!—dijo Tobías cuando me acerqué extendiendo sus brazos, riendo.
— ¿es que ni te hacía falta? —me preguntó poniendo su mano derecha en el pecho.
— No —Negué, haciendo en gesto de desinterés con mi boca. Ese fue el momento de escuchar la risa melodiosa de Anna, que se unió en ese momento.
Abrazó a Tobías.
— Ustedes dos no se parecen —nos dijo. Tobías chasqueó la lengua y la miró seriamente.
— Por supuesto que si, mira. —se puso a mi lado. Éramos iguales en altura y complexión. -¿Ves la belleza irradiar de nuestros poros? Somos familia.
Anna volvió a reír.
— Aunque —continuó.— Soy el más bonito de los dos.
Lo miré mal.
Decidimos dejarlo ahí y continuar para tomar asiento en una de las mesas. Cristina trajo un café para Tobías.
— Cada día mejoran, hombre — me dijo. Sonreí con orgullo.
— Son los mejores —secundó Anna.
Me parecía divertido que ella fuese despistada. Digo, se nota que es increíblemente inteligente, porque por algo era quien era en el ámbito periodístico. Pero esas pequeñas pistas no habían hecho que ella cayera en cuenta de mi papel en la cafetería. Sonreí por eso.
Estaba pensando en implementar un nuevo sabor.
— ¿Felicitaste aquí a nuestra amiga? —me preguntó Tobías. — Va a tener su propio programa de entrevistas.
