Plymouth

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Tras semanas de viaje llegamos al puerto de Plymouth, Inglaterra. El Capitán nos dejó 3 días de descanso que aproveché para conocer el lugar. Nos dejaron ropa de abrigo y dinero suficiente para aguantar los 3 días sin tener que volver al barco. Encontré un pequeño bar y entré. Era un tanto oscuro, sin demasiada gente. En una esquina había un pianista tocando con un par de marineros al rededor. Me senté en la barra frente a una camarera que limpiaba una jarra de cerveza.

- What can I get you, boy? - dijo con un inglés perfecto.

- Some rum, please.

Mi inglés no era ninguna maravilla. La vida cerca del puerto me había permitido aprender a escucharlo y comprenderlo, pero hablarlo ya era otra historia. 

- You don't seem to be from around here, are you? - preguntó la camarera con con una sonrisa en la cara.

- No, ma'am, I just arrived here.

- Oh! And where do you come from, young man? 

- A small island next to Africa, Tenerife

- That's quite the coincidence, I've been told that the Captain just arrived from there.

- He's my Captain, ma'am.

- Oh heavens! They say you encountered El Fénix Negro.

El bar quedó en silencio. Todos se giraron hacia nosotros y menos una extraña figura sentada en solitario al fondo del local. 

- So you've seen El Fénix Negro and survived to tell the tale - Dijo, muy lentamente, el solitario. Su voz era muy ronca y vieja, como la de alguien muy mayor que no se ha cuidado mucho. 

- Ye...yes sir... We found a sinking Spanish frigate with only one sailor alive, who sadly died soon after we rescued him. Before dying he told us that they had been attacked by El Fénix Negro. Later that night we were attacked by them too, but we managed to force them to retreat and we've never seen them after that.

El viejo se levantó y caminó lentamente hacia mí. Tenía una pierna de madera y al caminar, con cada paso, recordaba los cañonazos del ataque. Se acercó a mi oreja y me dijo al oído:

- Ten cuidado, chico. El Fénix Negro no deja cabos sueltos. 

Tragué saliva y bebí ron. Aquel hombre era realmente aterrador. Hizo un pequeño gesto con los ojos señalando a la camarera y se marchó de nuevo a su mesa. La música volvió a sonar y el bar volvió a la normalidad, pero yo no dejaba de darle vueltas a lo que aquel señor me había dicho.

- Don't worry about that, he's just an old man - me dijo la camarera, con dulzura.

- Yeah...that's probably it.

Pagué y me fui. Al salir ya era de noche. La brisa marina traía un frío que se me calaba hasta en los huesos. Me cubrí la cara como bien pude con las solapas del abrigo y me dispuse a buscar una posada para pasar la noche. 

Tras caminar un par de metros sentí que alguien me seguía. Las calles estaban sospechosamente vacías y de vez en cuando escuchaba ruidos extraños detrás de mí, pero al girarme nunca había nadie. El miedo y la ansiedad me inundaban con cada paso que daba ¿Y si era la tripulación de El Fénix Negro que venía a matarme? Las palabras del viejo del bar retumbaban en mi mente. 

Giré una esquina y choqué contra alguien. El corazón me dio un vuelco, este era mi fin. Apreté los puños y afronté la muerte.

- ¡Coño, Ismael! ¡No te había visto! - era la voz del Capitán. Creo que nuca me he sentido tan feliz de oír la voz de alguien

Madera y velasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora