La batalla de El Echeyde

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Los pasillos estaban llenos de polvo, como si nadie los hubiera pisado en años. Caminamos a través de ellos, con cuidado de no hacer ruido, hacia la popa.

Entre las grietas de la madera podíamos ver el interior de la bodega. Vacía. Nadie se había percatado de nuestra partida.

Al llegar a la popa, el pasillo acaba en unas escalerillas que llevaban a los niveles superiores.

- Nos quedaremos en los muros del comedor - susurró el Capitán - y esperaremos a que vengan a cenar para atacar.

- Pero no tenemos armas - advertí.

- Tendremos que improvisar. - respondió el Capitán - Si tomamos a Astrid como rehén de nuevo, podemos hacer que nos dejen sus armas.

- Déjamela a mi - dijo Valkyria con confianza.

- Los demás preocúpense de cubrir las salidas. - añadió Gaia - Cojan lo que sea para defenderse, como si es una cuchara.

Nada más terminar de hablar, la puerta del comedor se abrió, dejando pasar a un gran número de piratas. Entre ellos Astrid, y el actual capitán de El Echeyde. En total eran 10 piratas.

- Es una grandísima pérdida, - decía Astrid - El Dragón Negro era un grandioso navío.

- ¿Pero qué fue lo que ocurrió? - preguntó uno de los piratas.

- El Capitán y los suyos lo volaron por los aires. Escaparon cuando los otomanos, y decidieron celebrarlo con voladores. ¡Encima intentaron hacer que me ahogara!

Tomaron asiento y el cocinero les trajo la cena. Olía maravillosamente. Un cochino asado exquisito, para nada lo esperado de unos piratas.

Tras servir la comida, el cocinero volvió a la cocina, dejando a los diez piratas solos.

- Y ahora, ¿qué haremos con ellos? - preguntó el capitán pirata.

- Quiero hacer algo especial. - respondió Astrid, pensativa - Hacer que sufran. Mucho. Quizás quemarlos vivos.

- ¡Es una gran idea! - celebraron los piratas.

En ese momento el Capitán nos hizo señas de salir.

De golpe, la pared de estribor se abrió, empujada por nosotros. Rápidamente corrimos hacia la mesa mientras los piratas trataban de entender lo que ocurría.

Valkyria saltó sobre Astrid, agarrando su cuchillo de la mesa y pegándoselo al cuello, sujetándola por detrás. Yo me abalancé sobre la mesa y pillé la primera cosa que pude, una botella de vino. La estallé contra la cabeza de uno de los piratas, que se desplomó inconsciente sobre la mesa, sangrando bastante. Rik y Rok, armados con cuchillos de comer, se pusieron delante de las puertas de salida, y Bartok e Ivar entraron de golpe en la cocina. Gaia y el Capitán siguieron mi iniciativa y agarraron lo que pudieron. Cuchillos y un tenedor respectivamente.

- No se levanten - ordenó el Capitán.

- Si alguien se mueve, más que sea un centímetro, degollo a la puta esta - amenazó Valkyria.

- Tendría que haberles metido una puta bala en la cabeza a cada uno. - se quejó Astrid.

- A callar, prisionera - dijo Valkyria, tirándole del pelo hacia atrás y apretando aún más el cuchillo.

- No creerán que van a salir de aquí, ¿no? - dijo el capitán pirata, orgulloso y sin temor.

En ese momento se escuchó un revuelo en la cocina, y Bartok e Ivar salieron manchados de sangre, sonriendo.

Madera y velasWhere stories live. Discover now