Perseida

4 0 0
                                    

Días después del encuentro con el HMS Stampede, llegamos al puerto de Bata, en Guinea. Parecía estar perfectamente, sin problemas de piratería, mucho menos de termitas.

Viramos hacia babor para entrar en el puerto, cuando la bandera pirata de El Fénix Negro apareció en lo alto del puerto. Desde tierra nos dispararon, y rápidamente el timonel volvió a virar hacia estribor alejándonos de una muerte segura. Bata había caído, se había rendido ante Astrid, probablemente tratando de evitar una plaga de proporciones bíblicas.

De pronto, por detrás y por delante de nosotros, aparecieron negras fragatas. Todas eran copias del Fénix, que ágilmente nos rodeaban. Antes de poder darnos cuenta, cinco fragatas nos habían rodeado. No quedaba otra sino luchar.

Se dio la orden de prepararnos para el combate y así lo hicimos. Como de costumbre, estaba en mi cañón, junto a mis compañeros, preparado para cargar la artillería. Pero, al contrario de como yo esperaba, no paramos. El Echeyde siguió navegando hacia el sur, directo contra una de las fragatas.

Escuché los cañones delanteros descargar sobre el barco que nos bloqueaba el paso, y acto seguido Ivar dio la orden de disparar a cualquiera de los otros Fénix. El mar frente a nosotros se llenó de humo y balas de cañón que volaban en todas direcciones. 

El Echeyde seguía navegando contra la fragata, cada vez más rápido, mientras disparábamos sin descanso a las otras cuatro que nos rodeaban. En el casco aparecían agujeros, y algunos marineros perdían la vida o extremidades por ello. De repente una de las fragatas explotó, lanzando madera y cuerpos al aire, y hundiéndose lentamente entre crujidos y gritos de dolor.

- ¡Apunten al agua! - gritó Ivar - ¡Hay submarinos!

¡Submarinos! Aquella fragata explotó por una bala perdida que chocó contra uno, haciendo detonar la carga, como en Las Bahamas.

A simple vista pude ver al menos otros tres sumergibles, yendo directo hacia nosotros. Avisé a Bartok de la posición del más cercano, logrando hundirlo de un tiro.

Tras ese hundimiento, El Echeyde tembló haciendo un gran estruendo. Habíamos chocado contra la fragata. Pude ver su proa, mientras el barco se partía por la mitad dejando pasar el navío de línea. El Fénix Negro VI.

Perdimos el ángulo para poder seguir atacando las otras fragatas, mientras huíamos de aquella emboscada. Sacando la cabeza por la tronera pude ver como los otros cuatro Fénix viraban hacia nosotros y se acercaban. Los cañones de popa disparaban contra ellos, recargando en tiempo récord, pero eran demasiados.

- ¡Flota española en el horizonte! - gritaron desde la cubierta.

España venía a poner orden sobre su colonia, obligando a la flotilla de fragatas a retroceder para defender. Los daños en El Echeyde, milagrosamente, eran mínimos, con lo que seguimos navegando hacia el sur en busca de Astrid.

Detrás de nosotros se oían cañonazos, atenuándose poco a poco. La costa de la colonia estaba sospechosamente tranquila, a pesar de que a pocos kilómetros había una invasión y reconquista en curso. Todos los marineros seguían en sus puestos, preparados para entrar en combate en cualquier momento.

- ¡Fénix negro en el horizonte! - gritó el vigía desde el carajo.

- ¡Preparen cañones de estribor! - ordenó Ivar.

Valkyria metió el proyectil y la pólvora, y como siempre yo lo metí hasta el fondo con el atacador. El cañón estaba listo, solo faltaba un objetivo que rápidamente se acercaba a nosotros.

En pocos minutos se puso a tiro de los cañones de proa, que acribillaron el casco de la fragata. Para cuando El Echeyde se puso a tiro para sus cañones, la proa estaba totalmente destrozada. A la vez que ellos descargaban contra nosotros, nuestros cañones levantaron casi por completo el casco de estribor pirata. La fragata se hundía rápidamente, mientras sus tripulantes saltaban al mar con la esperanza de llegar a la playa. El Fénix Negro IX ponía en la popa.

Madera y velasWhere stories live. Discover now