¡Otomanos!

5 0 0
                                    

Oía cañonazos sordos, que poco a poco se hacían más claros. Intenté abrir los ojos, pero solo vi agua delante. ¡Agua! ¿Había despertado justo cuando me tiraban por la borda? Pero no parecía estar cayendo.

Volví a abrir los ojos. El agua seguía ahí, pero no más cerca. Se movía hacia abajo. Intenté mirar hacia mis pies, pero no pude moverme. Tampoco los brazos. Ni las piernas. El ruido de cañones se volvía más y más claro, acompañado de gritos.

- ¡Fuego! - escuché.

Acto seguido sentía algo rígido que recorría toda mi espalda vibrar con fuerza.

- ¡Fuego! - volví a escuchar.

De nuevo el temblor. ¿Podría estar atado al barco? ¿Pero dónde? ¡El bauprés! Giré ligeramente la cabeza y miré hacia los lados. El Dragón Negro estaba rodeado de naves otomanas. Miré al otro lado, y lo mismo. Pero ni rastro de El Fénix Negro.
¿Cómo había llegado hasta aquí?

- ¡Ismael! - me llamó la voz de Valkyria desde atrás - Por fin despiertas.

De repente lo recordé todo.

- ¡Estrid! ¡ESTRID! - chillé, esperando que aquello hubiera sido solo una pesadilla.

- Estrid ya no está. - respondió el Capitán, serio - Pero pronto nos reuniremos con ella.

Quedamos en silencio, entre cañonazos y gritos. Volví a arrojarme, recordando la macabra escena de la muerte de Estrid. 

- ¿Cuántos quedamos? - pregunté, con miedo de escuchar la respuesta.

- Yo - respondió Valkyria.

- Yo - respondió Bartok.

- Nosotros - respondieron los hermanos.

- Yo - contestó Gaia.

- Ivar y yo. - terminó el Capitán - Aunque a él se lo han llevado al camarote de Astrid.

- ¿Qué van a hacer con nosotros? - volví a preguntar.

- No lo sé. - dijo el Capitán - Solo espero que los otomanos venzan.

- ¡ESTÁN CIEGOS O QUÉ! - gritó Astrid furiosa desde la cubierta - ¡Icen las velas al máximo! ¡Timonel! ¡Viento en popa! ¡Avisen a la fragata y a El Echeyde!

El navío aceleró, dejando atrás la flotilla otomana. Nuestra única esperanza se alejaba de nosotros, sin posibilidad de alcanzarnos.

- ¡Por fin! - exclamó Valkyria.

Sentí una mano agarrarme la pierna y soltármelas. Era Valkyria.

- Vamos Ismael, déjate caer hasta el mascarón de proa y ahí intenta soltarte las manos.

Me deslicé hacia atrás, mientras Valkyria trepaba por el bauprés desatando al resto, y nos escondimos. Por primera vez pude ver con claridad el mascarón. Un terrible dragón negro, con las alas hacia atrás, abrazando la proa. Sobre los hombros había dos troneras, y de la boca salía una tubería, impregnada de petróleo.

Nos ocultamos detrás de las alas de la criatura, esperando no ser descubiertos hasta que cayera la noche. Nuestra ausencia fue notada a los pocos minutos, y escuchamos cómo toda la tripulación empezaba a buscarnos, pero no nos encontraron. Finalmente nos dieron por muertos en un intento de escapar.

Llegó la noche a las pocas horas, y Valkyria y yo subimos a la cubierta, con cuidado de no ser vistos. No había ni un solo pirata a la vista, así que avanzamos con cuidado hacia el camarote de Astrid. Por el camino encontramos una caja con unas pistolas, munición y espadas, que alegremente cogimos.

Madera y velasTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang