Tres pájaros

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El silencio y el miedo gobernaban el barco a todas horas. Tras el hundimiento de la flotilla portuguesa a manos de El Fénix Negro, volvíamos a estar solos en el mar, pero que esta vez no sabíamos si podríamos volver a puerto.

Desde aquella fatídica noche seguíamos un velero de velas negras que se vio lejos en el horizonte al amanecer. Sospechábamos que sería la fragata pirata, aunque supuestamente siguiera su camino tras el ataque en sentido opuesto al que llevamos.

Navegábamos perfilando la costa rumbo sur, viento en popa a toda vela, sin poder reducir demasiado la distancia entre barcos. Tras cuatro días de persecución, la tensión comenzaba a relajarse, y los ánimos poco a poco iban subiendo.

- ¡Velas negras! - gritó el vigía - ¡Por la popa!

El Capitán subió rápidamente al castillo de popa, sacó su catalejo y apuntó hacia el barco que acababa de aparecer. Su piel se tornó blanca como la nieve. Gaia habló con él, como preocupada, y ante la respuesta su tez también se tornó blanca.

- Es...es El Fénix Negro - dijo Gaia, aterrada.

- ¿Entonces qué barco llevamos persiguiendo todos estos días? - preguntó un marinero, algo molesto.

- El Fénix Negro también  -respondió el Capitán a media voz.

- ¡¿Cómo es posible que estemos persiguiendo y seamos perseguidos por el mismo barco a la vez?! - preguntó otro marinero, asustado.

La cubierta de El Echeyde se llenó de susurros nerviosos.

- ¡Velas negras por babor! - gritó de nuevo el vigía - ¡La fragata que seguíamos ha virado hacia nosotros!

Y el pánico se apoderó de todos nosotros. Tres fragatas, las tres iguales, iban hacia nosotros, rodeándonos.

- ¡MARINEROS! - gritó el Capitán - ¡Qué forma de reaccionar es esta! ¡Somos la tripulación de El Echeyde, el mayor navío del Atlántico! Hace 4 noches ellos eran una sola fragata y hundieron dos barcos y lograron huir ¡Nosotros podremos hundir 3 fragatas sin problema!

Las palabras del Capitán calmaron la situación ligeramente, aunque el miedo seguía respirándose en el ambiente.

- ¡Vayan todos a sus puestos de combate! - ordenó Gaia - ¡Esperen próximas órdenes y no hagan tonterías si quieren salir de esta con vida!

Pasaron las horas mientras las fragatas se iban acercando, tres fénix que se abalanzaban sobre su presa. 

Al atardecer llegaron al límite del rango de nuestros cañones.

- ¡Echeyde! - se escuchó a lo lejos, desde una de las fragatas. Era la voz de la capitana de El Fénix Negro que hundimos frente a Plymouth - ¡Deténganse y no abran fuego! ¡Están rodeados!

- ¡Tenemos cañones suficientes para todos ustedes! - respondió Gaia usando un megáfono.

- ¡No seas ingenua, Gaia! ¡Sabes tan bien como yo que no van a salir de aquí si doy la orden de fuego!

Hubo un breve silencio tras el cual Gaia dio la orden de recoger las velas y bajar el ancla. Paramos poco después, y seguidamente Ivar nos ordenó retirarnos de los cañones y subir a cubierta.

- ¡Hemos hecho lo que nos han pedido! - dijo Gaia.

- ¡Aún no! ¡Metan al Capitán, y a los dos cabrones que me hundieron el barco en Plymouth en un bote y que vayan a mi barco! - ordenó la capitana.

- ¡Y UNA MIERDA! - chilló Gaia furiosa.

El Capitán se acercó a Gaia y se giró hacia nosotros.

Madera y velasWhere stories live. Discover now