Azul Cian

30 0 0
                                    

Tres meses habían pasado desde el hundimiento de El Fénix Negro. Habíamos capturado un total de 4 bandas piratas en la zona del noreste atlántico en ese tiempo. Viajábamos frente a Galicia, donde los ataques a pescadores se habían convertido en una amenaza casi continua.

Íbamos tras la pista de un bergantín, La Estampida, del que tan solo sabíamos que tenía un casco de color cian, un tanto extraño para un barco pirata, con lo que no sería difícil dar con él. A pesar de la inusual tonalidad del casco, tras 6 días de búsqueda, escoltando los pequeños barcos pesqueros, no encontramos nada.

Sin embargo, el séptimo día, apareció. Pasado el medio día, un cañonazo rompió la calma.

- ¡Humo! ¡A babor! - gritó el vigía - ¡Es La Estampida!

- ¡Señalicen a las otras naves a retirarse! - ordenó Gaia - ¡Todos a los puestos de combate!

Viramos con fuerza hacia el bergantín, alcanzándolos en seguida. Ellos viraron hacia nosotros también, y comenzó el intercambio de cañonazos, por el lado contrario al nuestro. Los cañones traseros comenzaron a disparar en cuanto pasaron de largo.

Por los gritos de Gaia parecía que se estaban escapando, a pesar del intenso fuego. Tras otra violenta virada pude ver por fin el velero desde mi posición. Tenía un par de agujeros en el casco, pero nada serio. Su pequeño tamaño lo hacía increíblemente difícil de hundir, además de muy veloz.

Ante nuestros ojos aquel barco se alejaba, sin darnos si quiera una oportunidad para alcanzarlo. Cuando lo vimos desaparecer en el horizonte el Capitán ordenó volver al puerto, y volver a intentarlo al día siguiente.

Una vez más, salimos junto con los pescadores, buscando entre las olas las velas blancas de La Estampida. Y, como el día anterior, tras medio día volvió a atacar. Esta vez el vigía lo vio antes de que pudiera dar el primer cañonazo, y viramos hacia su posición.

Tan pronto como estuvo a tiro de los cañones frontales, empezó el ataque. Las carroñadas lograron destrozar algunas velas, pero no todas. No obstante, fue suficiente para poder perseguirles.

Bajo el fuego continuo de los cañones de proa, La Estampida, trataba por todos los medios escapar, llegando incluso a botar barriles por la borda para ser más ligeros.

- Algo no va bien - dijo Bartok, algo nervioso - Un bergantín así se habría rendido hace ya mucho.

- Sea como sea, ¡no pueden hacer nada contra nosotros ya! - exclamó Rok, entusiasmado.

- No cantes victoria tan rápi... - Estrid no pudo acabar de responder cuando una gran explosión hizo temblar el barco entero.

- ¡NOS HUNDIMOS! - Gritó alguien desde los puentes inferiores.

- ¡Abandonen sus puestos y vayan a ayudar! - ordenó Ivar

El puente, que hasta ahora se encontraba en una tensa calma, estalló en actividad. De repente decenas de marineros corrían a las escaleras, cogiendo cubos y tablas de madera para intentar evitar el hundimiento.

- ¡Están tirando barriles de pólvora encendidos! - gritaron desde la cubierta.

- ¡Viren de vuelta al puerto! - ordenó con nerviosismo Gaia.

De vuelta al puerto se logró parar el hundimiento, aunque los niveles inferiores del navío estaban llenos de agua. El Echeyde había sido derrotado temporalmente.

Al caer la noche el Capitán nos reunió a todos en cubierta.

- ¡Marineros! Sé que están los ánimos hundidos, y que parece que no podremos acabar nuestra tarea. El Echeyde tardará un par de días en poder volver al mar, y no tenemos ese tiempo. - El Capitán cerró el puño y su mirada se llenó de determinación - Jamás, en todos mis años como capitán, me he rendido ante nadie, y esta no será la primera vez. Mañana iré con los mejores de ustedes en un pesquero, ¡y les demostraremos a esos piratas que la tripulación de El Echeyde no se detiene ante nadie! -Al acabar el discurso, toda la tripulación alzó el puño y gritó con orgullo.

- Ahora diremos los marineros que vendrán al ataque. - dijo Gaia - Los que no sean nombrados trabajen duro para volver al mar cuanto antes. Junto con el Capitán irán mañana: Valkyria, Bartok, Ivar, Rik, Rok, Hosk e Ismael.

Seguimos al Capitán a un hostal. Gaia se quedó en tierra para tomar el mando de la tripulación mientras la misión se llevaba a cabo. Una vez dentro del hostal, fuimos a una habitación en el sótano para discutir el plan.

- Mañana iremos en La Marea, un pequeño pesquero, junto con los pescadores y dejaremos que nos aborde La Estampida. - explicó el Capitán - Cuando eso ocurra, quiero que Valkyria e Ismael hagan la misma jugada de hace 3 meses con El Fénix Negro. Mientras los demás nos aseguraremos de que la situación en el pesquero no se vaya de las manos, y poder alejarnos del bergantín antes de que reviente.

- ¿Y si descubren a Valkyria e Ismael? - preguntó Ivar.

- Habrá que pelear en cubierta e improvisar - respondió Valkyria, con una sonrisa traviesa.

- Esperemos que no ocurra - añadió Bartok, algo preocupado - Estaremos en una clara desventaja.

Aquella noche me costó dormir, pero a la mañana siguiente no estaba cansado. Salimos del hostal muy temprano, para subir a bordo de La Marea. Aquel era un pequeño queche de casco verde oscuro y velas rojas. Bajo la cubierta había un habitáculo donde guardaban material de pesca y el pescado.

Nos dieron ropa de pescadores para no llamar la atención y zarpamos a "pescar" el bergantín.

Madera y velasWhere stories live. Discover now