El poder de las estrellas

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En menos de un minuto habíamos vuelto a la capital de Guinea. Salimos a la superficie y la Perseida flotaba sobre el mar. El puerto por el que habíamos pasado hace unas horas estaba totalmente desolado. No quedaban ni árboles al rededor, tan solo un páramo yermo con las ruinas de algunas construcciones de piedra. Ni rastro de ninguna flota, ni española, ni pirata. ¿Cuántas personas habrían muerto en aquel instante?

Por babor pude ver, a lo lejos, un destello. Dalton se percató también, y viró en el sitio la nave. Las maniobras de aquella embarcación eran imposibles, pero para Dalton parecían de lo más normal. Una vez más nos sumergimos y aceleramos, esta vez hacia la fuente del destello.

De nuevo, pocos segundos después habíamos llegado. Sin salir de las profundidades, Dalton pulsó un botón y una imagen apareció frente a nosotros.

- Miren a la pantalla - nos dijo Dalton -. He lanzado una sonda con una cámara.

- ¿Qué...qué son esas cosas? - pregunté.

Dalton se rió de nuestra ignorancia, pero nos explicó que una sonda era un artefacto similar a un barco muy chiquitito que se controlaba a distancia, y una cámara era un ojo artificial que permite ver sin movernos. Realmente asombroso.

En aquella imagen que Dalton llamó pantalla se veía como si estuviéramos yendo a la superficie sin movernos. Poco después la sonda salió del mar y giró hacia el horizonte. Pudimos ver una embarcación tremenda. La más grande que había visto jamás. Se trataba de una gran cúpula blanca con dos enromes vigas que salían de los lados. Entre las vigas había rayos que las unían, trasladándose entre ellas hasta llegar al final y desaparecer. Encima de estas había un ventanal en forma de línea horizontal, similar a los que había en la Perseida, pero mucho más largo. En el centro de la cúpula había un enorme orificio, de color plateado, y de su interior salía un extraño y tenue destello azul celeste. Aquella enorme estructura, tan ancha como cuatro Echeydes, flotaba a pocos metros sobre el agua, y estaba rodeada por al menos diez Fénix. La flota de Astrid al completo se encontraba ahí, junto con aquel castillo flotante.

- Aquí está - dijo Dalton -, Betelgeuse.

- La...¿La estrella está dentro de esa esfera? - exclamó Valkyria.

- ¡No! - respondió Dalton entre risas - Ese cañón se llama como la estrella, pero no la tiene dentro. Aunque su proyectil hace algo que ocurre dentro de las estrellas.

- ¿A qué se refiere? - pregunté.

- Es algo complicado de explicar, pero lo intento. Las estrellas son esferas de gas muy, muy caliente y a muchísima presión. Eso hace que las partículas que forman el gas choquen entre sí y se fusionen, provocando una explosión gigantesca, que es la que arrasó con el puerto.

- ¿Usan en el futuro el poder de las estrellas para aniquilarse? - preguntó Valkyria.

- No del todo. Esa explosión se puede aprovechar para conseguir muchísima energía, y es para lo que se usa principalmente en la época de la que vengo. Este arma realmente estaba diseñada para redirigir asteroides y que no chocaran contra la Tierra, pero cayó en malas manos.

- ¿Cómo acabó eso en Guinea? - pregunté.

- En el futuro habrá también piratas, pero en el espacio. Uno de estos piratas, Hyon, tomó control de Betelgeuse en la Estación de África Central, pero en vez de mandarla a donde quería, por error la mandó al pasado. Ahí es donde entro yo: me ordenaron recuperarla, pero Hyon aprovechó el poder que ya Astrid tenía para defenderse. Yo solo no puedo contra todo eso, pero con el apoyo de otras 2 personas, podríamos infiltrarnos y hacer explotar el cañón desde dentro. Es la única opción.

Madera y velasWhere stories live. Discover now