Arenas Negras

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Tras casi un día en el mar, con los brazos destrozados de tanto remar, un pesquero nos recogió y nos llevó al puerto del que había salido por primera vez en El Echeyde, a Garachico.

Nos quedamos en un pequeño hostal encima del bar en el que conocí al Capitán, esperando poder encontrar un barco que nos llevara de vuelta a América por la mañana, y compramos ropa nueva y limpia. Pero en medio de la noche, mientras dormíamos, el suelo empezó a temblar.

- ¡Terremoto! - grité - ¡Todos bajo las camas!

- ¿Esto pasa muy a menudo en esta isla? - preguntó Valkyria.

- Para nada, pero llevamos un par de años chungos. Hace 2 años pasó algo parecido en Fasnia, y el año pasado en Arafo. Las dos veces acabó saliendo un volcán.

- Pero eso está al otro lado de la isla. - añadió el Capitán - No entiendo por qué iba a pasar aquí también tan pronto.

- Parece que ya ha parado - siguió Valkyria, ignorando al Capitán.

Nada más salir de debajo de las camas se oyó a lo lejos una explosión.

- ¡FUEGO EN LA CUMBRE! - gritó alguien en la calle.

Miramos por una ventana hacia las montañas. La noche quedaba iluminada por una luz anaranjada que iba poco a poco avanzando por la montaña hacia la costa.

El pueblo amaneció en pánico, mientras la lava seguía bajando a gran velocidad amenazando la vida de todo el mundo. Pasaban las horas y no lográbamos entrar en ninguna tripulación. La mayoría de barcos grandes se habían marchado hacía horas, y los pescadores se negaban a hacer un viaje tan largo, y primero esperaban poder salvar a sus familias de las coladas.

Con la llegada del atardecer, el puerto quedó totalmente consumido por la lava. La colada bajó por la ladera, dividiéndose en dos y volviéndose a unir sobre el puerto de Garachico, esquivando el pueblo.

- Pues ahora sí que estamos jodidos - dijo el Capitán mientras veíamos la lava fluir.

- Siempre podemos ir a Santa Cruz... - respondí.

- ¿Estás loco? A saber cuánto tardaremos en llegar... A saber qué es de mi tripulación.

- No se preocupe Capitán, volveremos con ellos.

- Disculpen, no pude evitar oírles hablar ¿Dicen que quieren irse pa Santa Cruz? - preguntó un señor detrás de nosotros.

- Sí, necesitamos encontrar un barco que nos lleve a América - respondió Valkyria.

- Ah bueno, si quieren yo les puedo llevar. Tengo que llevar un par de cartas a la Capital, y después pueden bajar a Santa Cruz. Vengan conmigo, aquí está mi carro.

Fuimos con aquel señor y nos subimos en su carruaje, tirado por dos caballos. Fuimos por Icod para subir a las cañadas y esquivar la lava.

Durante toda la noche estuvimos en movimiento, para dar las noticias de la catástrofe en la Capital, San Cristóbal de La Laguna, lo antes posible. Habíamos tenido mucha suerte de habernos topado con este señor, porque si no podríamos habernos quedado días atrapados en Garachico.

Llegando el amanecer llegamos al Valle Ucanca, rodeando el Teide, y siguiendo hacia los montes de La Esperanza, hasta llegar al valle de Aguere, con la ciudad de La Laguna en su centro. La ciudad estaba construida al lado de una pequeña laguna pantanosa con poco fondo, a poco de quedarse totalmente seca por el verano. Nos paramos en la Plaza del Adelantado, y comenzamos la marcha hacia Santa Cruz, caminando un sendero a través de las montañas a junto a unas lecheras. 

Tras unas pocas horas de camino llegamos al puerto de Santa Cruz. Era un pequeño pueblo pesquero dedicado principalmente a la pesca de chicharros. En la bahía frente a la costa habían varios buques españoles fondeando.

Nos dirigimos hacia el Castillo de San Cristóbal, para preguntar si la armada podría llevarnos a América.

- Que alguien me pellizque. - dijo una voz por detrás - ¿Es Ancor la persona que estoy viendo?

Nos giramos y ahí había con capitán español.

- ¡Jose! - saludó el Capitán - ¡Coño, cuánto tiempo!

- ¿Qué te trae por aquí?

- No te lo vas a creer...pero lo mismo que me trajo por aquí la última vez que nos vimos.

- ¿El Fénix Negro? Imposible...los dejamos tirados en Salvaje...

- Tienen tendencia a...resurgir como un fénix. Estos dos hicieron volar su barco por los aires y dejamos a la capitana y tripulación superviviente en manos inglesas, pero aquí están de nuevo.

- Ah...nunca te fíes de los ingleses. - continuó con tono burlesco - ¿Y tu barco? Recuerdo haberte dejado con un enorme navío, pero no lo veo en la bahía.

- Está...en Brasil. O eso espero. Estamos en Tenerife porque nos escapamos de El Fénix Negro, hemos venido hasta aquí como prisioneros.

- Oh... Pues da la casualidad de que mañana partíamos hacia Cuba. Podría mandar un mensaje desde allí hacia el puerto donde esté tu barco y que vengan hacia vosotros.

- Justo venía por aquí esperando encontrar un barco hacia allá. Llegamos a Garachico y justo al día siguiente el puerto arde por un volcán...

- ¿Cómo? ¿Garachico se ha quedado sin puerto? - dijo Jose, nervioso - Esto es terrible...¿Ya lo saben en la Capital?

- Sí, el mensajero nos llevó hasta allí.

- Esto es terrible...que Dios se apiade de esta isla. Encima en plena guerra civil. Les espera una buena.

A pesar de la tragedia, partimos hacia América a la mañana siguiente. Tiempo después me enteré de que el pueblo de Garachico fue arrasado por la lava días más tarde, incluyendo mi hogar de infancia. La economía de la isla cambió radicalmente y empezó a centrarse en el puerto de Santa Cruz. Unos pocos meses después de nuestra partida los ingleses trataron de tomar el puerto, fracasando.

Madera y velasWhere stories live. Discover now