Fuga

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Estaba durmiendo en el hospital, por primera vez después de despertarme del desmayo. Aún sentía un agudo dolor en el abdomen, como si la bala siguiera ahí, aunque ya ni estaba.

A eso de la madrugada algo me desveló y no pude volver a conciliar el sueño. De los pasillos venían ruidos y susurros, a los cuales no presté atención hasta que les oí nombrar a la capitana de El Fénix Negro. Los murmullos iban aumentando en intensidad poco a poco, acercándose hacia la habitación donde me encontraba. Me levanté de la cama y me escondí detrás de la puerta, totalmente desarmado.

Dos hombres entraron por la puerta. La luz de la Luna que entraba por la ventana de reflejó en las hojas de las espadas que blandían.

- Aquí no hay nadie - dijo uno.

- Mira debajo de la cama - respondió el otro.

Mientras revisaban el cuarto, yo me escabullí por detrás y caminé por el pasillo hacia la salida, tratando de hacer el menor ruido posible.

- ¡Ahí está! - gritó uno de los piratas detrás de mí.

Eché a correr, pero la herida del abdomen me impedía ganar velocidad, por lo que no pude escapar. Cuando creía que iba a ser ensartado por una espada por la espalda, un disparo rompió la noche. De repente, al sonido del pistoletazo, mi cuerpo dejó de responderme y caí al suelo como un peso muerto. Un escalofrío recorrió mi espalda y empecé a temblar. La respiración se me hizo cada vez más y más pesada, como si mi tórax se estuviera petrificando. Los sonidos a mi al rededor se fueron amplificando hasta convertirse en un ruido ensordecedor, mientras la cabeza me daba vueltas y vueltas.

De repente volvieron a mi mente imágenes de la pelea en el camarote del Capitán, escuchando una y otra vez el disparo, sintiendo una y otra vez esa sensación punzante y caliente.

Una voz parecía hacerse oír entre el ensordecedor murmullo. Parecía la voz de Aren, tratando de calmarme. Poco a poco el ruido se fue atenuando, y pude volver a respirar con normalidad.

- ¡Ismael! Venga chico que tenemos que irnos.

- A...¿Aren?

- Sí, soy yo. Pero venga, que vienen más.

- ¿Qué ha pasado? - en ese momento recordé que estaba siendo atacado - ¡Aren! ¡Me persiguen!

- Ya no, les disparé a los dos. Pero sé que vienen más. Tenemos que volver al barco.

Logré incorporarme apoyándome en el hombro de Aren, solo para darme cuenta de que la herida se había reabierto ligeramente, y me dolía la cara horrores. Cojeando usando a mi compañero como muleta, logramos salir del hospital.

- ¿Cómo...cómo es que han venido a matarme? - pregunté - ¿No les habíamos derrotado?

- La red criminal de El Fénix Negro es mucho mayor de lo que esperábamos. Hace unas horas intentaron matar al Capitán y a Valkyria, pero fracasaron. Claramente supimos que vendrían a por ti después.

- ¿Están bien? El Capitán y Valkyria.

- Valkyria no tuvo piedad y mató a los atacantes, pero fue herida en el brazo, nada serio. El Capitán no tuvo casi problema, solo el susto. Pero ahora calla, no quiero que nos oigan.

Seguimos caminando en silencio por las calles desiertas de la Habana. No se oía nada más que nuestros pasos, cuando de repente una luz proveniente del puerto iluminó la noche, seguido de un estruendo que rompió el silencio. Tras esa primera explosión, vinieron otras tres. Seguidamente se empezaron a escuchar cañonazos, ruidos de balas.

Aren me cargó al hombro y empezó a correr hacia el puerto, donde nos encontramos con gran parte de la flota española en llamas hundiéndose, y en el centro de la bahía El Fénix Negro alejándose, mientras disparaba hacia los barcos españoles que trataban de acercarse. El Echeyde empezaba a levar anclas y a izar las velas.

Madera y velasWhere stories live. Discover now